OPINIóN
Dolor

El profeta tardío

Despedida de un papa que predicó a partir del ejemplo.

funeral del papa francisco
funeral del papa francisco. | AFP

La muerte del Papa Francisco, incluso conociendo que la neumonía bilateral que lo mantuvo internado durante más de un mes lo había dejado débil, muy débil, sorprendió al mundo. La noticia rebotó por todas partes generando tristezas, desasosiegos, pronósticos, proyecciones.

Ya en el 2016 escribí esto para un medio español cuando en Argentina hicimos parte de nuestra grieta vernácula al mismísimo Papa, lugar del que nunca pudo escapar: “El mundo lo escucha, lo copia, lo pretende; algunos, admirando, lo imitan. Los líderes políticos y religiosos de lugares bien distintos se reúnen con él y salen diciendo cuánto aprendieron en esos ratos de intercambio. Y justito en su país es en donde menos se lo comprende, más se lo interpreta, mal interpreta y reinterpreta en borgeanas exégesis que desagotan en circularidades eternas y tendenciosas”. Y pasaron 9 años y las cosas siguieron exactamente igual hasta ahora.

El último adiós al papa Francisco en fotos: un funeral único para una persona única

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

Ya nos dimos cuenta. Desde el 21 de abril del 2025 las coordenadas cambiaron en Argentina entre políticos, figuras públicas, el periodismo, incluso hacia el interno de algunos sectores de la Iglesia católica: los que no entendían, entienden; los que no querían ver, ahora ven; los que no le dejaban pasar una, lo analizan y comprenden; los que antes veían al cardenal Bergoglio lograron distinguir a Francisco, un líder global apreciado y valorado por su capacidad de empatía con los dolores y padecimientos de un mundo que actualiza sus sufrimientos. Un descubrimiento nunca tardío está ocurriendo.

El 21 de abril del 2025 las coordenadas cambiaron en Argentina entre políticos, figuras públicas, el periodismo, incluso hacia el interno de algunos sectores de la Iglesia católica: los que no entendían, entienden;

En los 12 años del pontificado de Francisco, lo vimos salir y entrar del Vaticano con destinos diversos: desde la isla de Lampedusa en Italia —esa puerta que recibe a los desplazados africanos— en el 2013 hasta su viaje más largo a Asia, Indonesia, Papúa Nueva Guinea, Timor Oriental y Singapur en el 2024. Visitó 66 países, se encontró en ellos con minorías y mayorías católicas, con duras realidades, Sudán, por ejemplo, donde hasta puso la seguridad de su vida en juego.

Mientras tanto, en Argentina, sus gestos eran sopesados desde categorías políticas y no se comprendían sus acercamientos con los gobernantes de todo signo partidario que pudieron haberlo destratado, ninguneado o insultado en algunos casos. Y apareció el perdón como la alternativa superadora: ese puente que logra lo impensado. Francisco saludando a sus evidentes adversarios nacidos en el mismo terruño: esas imágenes no las olvidaremos jamás. Como decía un sacerdote amigo: “Bergoglio nos mata con el ejemplo”.

La muerte de un Papa claramente mueve muchas estanterías: las del alma del pueblo fiel, las de las estructuras jerárquicas, las del futuro de una Iglesia milenaria, las del sostenimiento de la mismísima fe. Francisco dejó la vara muy alta para quien lo suceda en muchas de las “canchas” pontificias, pero hay una que se destaca: la de la misericordia que perdona siempre, que recibe a todos, todos, todos —como sostuvo en su viaje a Portugal— y que construye puentes de inclusión y paz aunque todo esté oscuro.

Francisco dejó la vara muy alta para quien lo suceda en muchas de las “canchas” pontificias, pero hay una que se destaca: la de la misericordia que perdona siempre

"De manera especial quiero estar cerca de los que más sufren: los enfermos, los que viven en la indigencia, los presos, los que se sienten solos, los que no tienen trabajo y pasan todo tipo de necesidad, los que son o fueron víctimas de la trata, del comercio humano y explotación de personas, los menores víctimas de abuso y tantos jóvenes que sufren el flagelo de la droga. Todos ellos llevan el duro peso de situaciones, muchas veces límite. Son los hijos más llagados de la Patria”, dijo Francisco a través de una carta en el 2016 dirigida al entonces presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, el querido monseñor José María Arancedo.

Hay señales de que los argentinos estamos más preparados hoy que en aquellos años para recibir este mensaje que bien podría haber sido una declaración de principios. Ojalá que así sea.

*Periodista y escritora de “Nuestra fe es revolucionaria. Jorge Mario Bergoglio”.