OPINIóN
Estancados

El país de Loan

Con “zonas marrones” y “provincias feudalizadas” Argentina cambió muy poco en los últimos 30 años. Las audiencias de las “zonas azules” más favorecidas siguen con espanto las imágenes de la chanchería chaqueña donde habrían reducido a Cecilia Strzyzowski y del naranjal correntino donde despareció un nene de 5 sños.

José Peña el papá de Loan 20240711
El papá de Loan, durante la marcha en reclamo por la aparicion del niño, realizada esta tarde en el Obelisco porteño. | NA

Hace un mes que en todos los medios se divulgan, una y otra vez, algunas noticias y muchas minucias del “caso que conmueve al país”. La desaparición del nene correntino de 5 años se ha convertido en una nueva novelización de la noticia, que alimenta al rating y muestra, entre asombrada y horrorizada, por enésima vez, una lamentable realidad que se replica en todo el país hace décadas.

Es el mismo país que el célebre politólogo Guillermo O´Donnell describió hace más de 30 años. El norte argentino y gran parte del Conurbano bonaerense siguen siendo “zonas marrones”: se realizan elecciones, pero (y ahí viene la larga lista) con maquinarias personalistas, autoritarias, dependientes de las prebendas del Estado, clientelares, abusivas y corruptas. Las provincias “feudalizadas” siguen siendo una realidad inconmovible, más aún en un contexto de radicalización de la pobreza y la ignorancia que ésta conlleva.

Entonces, ante una “novela” trágica, las “zonas azules”, es decir, aquellas que cuentan con los recursos y donde el Estado y la legalidad son eficaces, parten raudas e impactadas a multiplicar las imágenes de la chanchería chaqueña donde habrían reducido a cenizas a Cecilia Strzyzowski, del mísero monte correntino y el camino al naranjal, de la inhóspita y pauperizada calle de Wilde donde asesinaron a un nene saliendo de un club y tanta, tanta violencia, pobreza, droga, falta de policía y silencio de los políticos.

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Los que no fueron al Pacto de Mayo acusaron a la reunión de 'cáscara vacía', de 'venta de la patria' o hicieron un incómodo silencio como la Iglesia católica o la Corte Suprema"

Entretanto, se cuela en las noticias la firma del Pacto de Mayo. Otro día para la política bastarda entre los que fueron y los que no. Fueron 18 gobernadores, ninguno del partido gobernante, pero es patente descubrir que hubo con cada uno un “intercambio”, antes que un acuerdo por refundar la patria. Los que no fueron acusaron a la reunión de “cáscara vacía”, de “venta de la patria” o hicieron un incómodo silencio como la Iglesia católica o la Corte Suprema. Cada cual atiende su juego. No hay caso.

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Por otra parte, los 10 puntos que se suscribieron como “el nuevo orden político” dividieron las opiniones de los dirigentes. Mientras para algunos, quienes se definen por oponerse ferozmente sin proponer nada a cambio, y para otros, quienes consideran que son verdades obvias e incuestionables, es claro que defienden intereses antes que analizar lo que es mejor para el mayor número. O son simplemente incapaces. Es difícil precisar.

En una lectura somera de los 10 principios se puede verificar que 9 de ellos se refieren a cuestiones de índole económico. El primero es sobre la inviolabilidad de la propiedad privada; no la vida ni la libertad, estandartes de los derechos naturales que el Liberalismo supo levantar en pos de un Estado de Derecho Democrático. Esos son los valores que deberían sonar obvios e irrenunciables para cualquier sociedad democrática.

En una lectura somera de los 10 principios se puede verificar que 9 de ellos se refieren a cuestiones de índole económico. El primero es sobre la inviolabilidad de la propiedad privada; no la vida ni la libertad, estandartes de los derechos naturales del Liberalismo"

Luego, los otros 8, son como una planificación de políticas públicas para encauzar al país en un orden económico mundial. Requisitos que, indudablemente, se imponen en la actualidad para intentar formar alguna parte de las economías desarrolladas. Sin embargo, cabría cuestionarse si éstos son principios que construyen un orden político, una democracia real.

La cuestión de la educación no estaba contemplada en el pacto original, por lo que luego de negociaciones se llegó a suprimir la indispensable reforma política para darle lugar. Sobresalen en este apartado los adjetivos “útil y moderna”, los cuales remiten, nuevamente, a cuestiones de eficacia económica.

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Esta exposición, en claro tono de crítica, no se vincula con negar la imperiosa necesidad de un orden económico para el país. Los resultados a los que se ha llegado sólo pueden calificarse como desastrosos. Pero, si se rememoran las palabras del presidente Milei en la apertura de sesiones del Congreso, él proponía a través de este Pacto un “nuevo contrato social”. Y ahí la discusión se banaliza, se pone a la misma altura “la Biblia y el calefón”.

Un contrato socialdemocrático funda la convivencia por la libre voluntad de quienes la componen. Se trata de, si se quiere una suerte de decálogo, en el que cada uno se compromete a vivir dentro de un orden para beneficio de todos, sin importar el lugar que se ocupe. Es un orden legal, imparcial, con igualdad de derechos y oportunidades. 

Sin embargo, la Argentina está cada vez más amarronada. En las últimas décadas la pobreza, la precarización, el analfabetismo, la violencia y la corrupción no pararon de crecer hasta convertir al país en extremadamente pobre, en el que la clase media, otrora orgullo argentino, está en verificables vías de extinción, llevándose con sí la cultura del progreso y el mérito. 

Este es el país de Loan. El país de todos.

*Dra. en Ciencia Política y Ciencias Sociales. Autora de “Planes sociales. Una política dirigida al manejo del poder”