OPINIóN
Eelecciones en EE.UU.

El muro azul: Wisconsin, Pensilvania y Michigan

En días comienza oficialmente la campaña rumbo al 5 de noviembre. Kamala Harris iniciará su gira en los tres “estados pendulares”, que fueron clave en 2016 para que Hillary Clinton perdiera las elecciones frente a Trump, a pesar de haber obtenido más votos. Cómo comprender el sistema electoral de Estados Unidos.

Kamala Harris y Donald Trump.
Kamala Harris y Donald Trump. | AFP

El 8 de noviembre de 2016, Donald Trump se convirtió ganador en las elecciones presidenciales de Estados Unidos, venciendo a Hillary Clinton. Trump reunió casi 63 millones de votos, mientras que Clinton obtuvo 66 millones. Sin embargo, el diseño del sistema electoral le dio la victoria a Trump con 304 electores, un número significativamente superior a los 227 que reunió la candidata demócrata. 

El sistema consiste en que el candidato que gana la mayoría de los votos en un estado obtiene el apoyo de todos los electores de ese estado. Los delegados se definen previamente en función de la cantidad de habitantes, sumando 538 en total, siendo California el estado con mayor número de electores (55).

Trump fue el quinto presidente de Estados Unidos en ser electo con menos votos que su adversario, y la elección de 2016 fue una de las más ajustadas de la historia. De los 145 millones de personas que participaron, la elección se resolvió por un margen de 78,000 votos. 

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Esta diferencia crucial fue la que Trump logró obtener en los estados de Wisconsin (16 delegados), Pensilvania (20) y Michigan (10), que se presumían demócratas y cayeron en manos republicanas. Esos 46 delegados electorales fueron claves para su victoria, ya que con ellos Clinton habría superado el número mágico de 270, mientras que Trump apenas alcanzaría los 258.

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Estos tres estados forman parte de los "swing states" o estados pendulares. Algunos analistas los denominan como "El muro azul". En Michigan, Trump obtuvo 2.279.543 votos frente a los 2.268.839 de Clinton, una diferencia de 10.704 votos que le otorgaron 16 electores adicionales. 

Lo mismo sucedió en Wisconsin, donde la diferencia a favor de Trump fue de 22.748 votos sobre un universo de 4 millones de electores, un 0.56%, y en Pensilvania, la diferencia fue del 0.7%, unos 44.292 votos a favor de Trump, lo que le significó 20 electores y su triunfo como presidente de los Estados Unidos. 

En total, los 77.744 votos en estos tres estados pendulares fueron la clave de la victoria de Trump.

2016 y el rechazo a la globalización

Un pequeño repaso de cómo llega Donald Trump al poder muestra que, en la década pasada, fue notable el aumento en la preferencia de los votantes por propuestas electorales que desafiaban abiertamente la globalización en sus diversas formas. Este fenómeno no se limitó a una región específica, sino que se extendió en diferentes geografías.

El ascenso de figuras políticas como Donald Trump en Estados Unidos, caracterizado por su retórica anti-globalización y su enfoque en la protección de los intereses nacionales, resonó con movimientos similares. En el Reino Unido, el UKIP y su impulso hacia el Brexit representaron una reacción significativa contra la globalización y el establishment político tradicional. Del mismo modo, en Europa, partidos como el Frente Nacional en Francia y Alternativa para Alemania en Alemania capitalizaron el descontento popular hacia la integración económica y cultural promovida por la globalización.

En 2016, los 77.744 votos en estos tres estados pendulares fueron la clave de la victoria de Trump"

Dentro de ese contexto, resultó crucial reconocer que el descontento contra la globalización no se manifestó únicamente en la derecha política. En Grecia, el auge de Syriza (alianza de izquierdas) y en España, el surgimiento de Podemos indicaron que la insatisfacción con el modelo económico y político actual también alimentó movimientos de izquierda.

Más allá de la suerte obtenida por cada vertiente, lo que emergió fue un descontento con el establishment político y económico, reflejando una crisis del modelo de globalización neoliberal que había dominado las últimas décadas. 

Redes sociales y globalización

Un aspecto destacado fue el auge de las redes sociales como mecanismo de inclinación del voto de los ciudadanos, a pesar de lo que sucedía en sus entornos reales. Durante la segunda presidencia de Barack Obama, Estados Unidos había visto un crecimiento económico sostenido y las tasas de desempleo estaban disminuyendo, a pesar de que la economía global aún estaba en recuperación de la crisis financiera de 2008. 

Sin embargo, muchos trabajadores de manufactura y de sectores medios y  tradicionales sentían que los empleos bien remunerados seguían desapareciendo debido a la globalización y a la automatización.

Retomando a los estados del muro azul, Michigan, Wisconsin y Pensilvania albergan esos tipos de ciudadanos de clase media trabajadora, tanto industriales como rurales. En 2016, Estados Unidos estaba tan polarizado políticamente como ahora, pero tenía una novedad: una especie de "outsider" que ganó a pesar de lo que dijo y de lo que hizo. 

En la década pasada, fue notable el aumento en la preferencia de los votantes por propuestas electorales que desafiaban abiertamente la globalización"

La crisis de refugiados en Europa y las preocupaciones sobre la inmigración ilegal en EE.UU. eran temas candentes. Trump aprovechó estas preocupaciones con su retórica sobre la construcción de un muro en la frontera con México y la implementación de políticas migratorias más estrictas.

Había un fuerte debate sobre los cambios culturales y sociales, incluyendo derechos LGBTQ+, derechos de las mujeres y el movimiento Black Lives Matter. Esto creó una atmósfera de conflicto cultural que Trump capitalizó. 

También el auge de China y los desequilibrios comerciales con EE.UU. eran temas de preocupación. Trump prometió abordar estos problemas renegociando acuerdos comerciales y tomando una postura más dura contra China. Y en relación a la OTAN, Trump hizo campaña por una política exterior más aislacionista y centrada en "América Primero" que convenció a los locales. 

Péndulo hacia los demócratas en 2020

En el año 2020, estos mismos tres estados fueron protagonistas nuevamente. En Wisconsin, Joe Biden superó a Trump por 20.604 votos. En Michigan, Biden lo hizo con una diferencia significativa de 154.188 votos, y en Pensilvania la diferencia fue de 80.555. 
En cuatro años, Donald Trump perdió la confianza de estos tres estados claves que le habían dado la victoria en 2016 y, finalmente, perdió su posibilidad de reelección. A pesar de que Trump incrementó su apoyo en 8 millones de votos entre 2016 y 2020, los demócratas crecieron en 17 millones en una elección que también aumentó su porcentaje de participación. 

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En 2016, votó el 55.4% de los electores habilitados, un total de 137 millones. En 2020, lo hizo el 66.5%, más de 158 millones.
Con esta derrota Trump se convertía en el primer presidente luego de 28 años en perder una relección. Algunas de las causas que explican su fracaso han sido asociadas al mal manejo de la pandemia, pero esa pareciera ser solo una parte de la historia. 
Trump se devoró al propio Trump. Su montaje de reality show no pudo permanecer impune ante las necesidades de gestión que demanda la administración de un país, y menos de una potencia global.   

Tuits desubicados, rabias innecesarias, mentiras descubiertas y agravios generalizados fueron incidiendo negativamente en la imagen de Donald Trump, que parecía vivir en su reality mientras el caos se apoderaba de su alrededor. 

Del otro lado se perfilaba Joe Biden, un católico irlandés moderado del corazón industrial de Pensilvania, que logró reunir los desencantos, una amplia coalición de mujeres, minorías y jóvenes y que reforzó el compromiso democrático de la clase trabajadora que lo acompañó. 

Un nuevo panorama en 2024

Para 2024, y pensando en esos 78.000 votos que hace ocho años definieron una elección, el mundo parece algo diferente y Donald Trump ya no es una novedad. Sus “bravuconadas” generan menor impacto, sus promesas se contrarrestan con sus acciones de gestión y su imagen está algo más dañada. 

La polarización política en EE.UU continúa igual, incluso se ha intensificado. La economía digital ha cobrado aún más importancia, con avances en inteligencia artificial, trabajo remoto y la transformación digital de muchos sectores. Esto ha creado tanto oportunidades como desafíos, especialmente en términos de empleo y desigualdad, y fundamentalmente en los estados de economías medias. 
Frente a este panorama la próxima semana comenzaará oficialmente la campaña rumbo al 5 de noviembre.

La gira de Kamala Harris comenzará en Pensilvania y continuará en estados clave como Wisconsin, Michigan, Carolina del Norte, Georgia, Arizona y Nevada. Trump, con la elección del senador de Ohio J.D. Vance como su número dos, busca captar el voto de los trabajadores de clase media y pobladores de los estados pendulares.

Al finalizar 2024 serán 100 los países en el mundo que habrán renovado autoridades. Un total de 4.000 millones de personas decidirán los futuros de su nación y con sus líderes el destino de las alianzas globales. Un puñado de trabajadores de Wisconsin, Pensilvania y Michigan mucho tendrán que ver en el futuro del planeta. 

* Lic. En Gobierno y Relaciones Internacionales (UADE). Diplomado en Comunicación Política (UBA), Posgrado en Literatura y Discurso Político (FLACSO), Director Asociado Dos Zetas Consultores - Patagonia