“Los vamos a ir a buscar hasta el último rincón del planeta en defensa de la libertad, Zurdos hijos de puta tiemblen”, sostuvo el presidente Javier Milei, hace pocas horas.
La libertad solo sirve cuando la pueden usar los que piensan distinto.
Pocas horas después de estas expresiones en Davos, el presidente llegó a vincular a las parejas gay con la pedofilia, retrocediendo veinte siglos.
Por los Milei, por los Elon Musk, parece que el mundo empieza a adentrarse en tiempos de oscurantismo, donde se instalan barbaridades como información cierta y el hostigamiento contra las minorías (sexuales, raciales) desde una visión supremacista, léase creerse superior a otro ser humano. A Javier Milei, que dice ser estudioso de la Biblia, le recomiendo que lea Mateo 9:25, donde se afirma que todos somos hijos de Dios, y para un padre, todos sus hijos son iguales. “Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios”.
En este contexto escuchamos la lección de la Obispa episcopal protestante de Washington, Mariann Budde , que en la ceremonia de investidura de Donald Trump pidió clemencia por las personas migrantes y de la comunidad LGBTIQ+, “en nombre de nuestro Dios, le pido que tengas misericordia de la gente de nuestro país que ahora está asustada” expresó quien es la primera mujer en ocupar el cargo de líder espiritual de la Diócesis Episcopal de Washington, Budde aprovechó su sermón frente a un Trump y un Milei que empezaron a bajar la mirada cuando ella abogaba por los migrantes, “Nuestro Dios nos enseña que debemos ser misericordiosos con el extranjero, porque todos fuimos extranjeros en esta tierra”.
Estas voces valientes se alzan en momentos donde la crueldad y la intolerancia parecen estar de moda. En septiembre de 2024 Al conmemorarse diez años del primer encuentro de los Movimientos Populares en el Vaticano, nuestro Papa Francisco advirtió sobre los discursos del odio, justo en fechas en las que el gobierno nacional estaba reprimiendo fuertemente a los jubilados por reclamar sus derechos en las puertas del Congreso, “Mirar desde lejos, mirar desde arriba, con indiferencia, con desprecio, con odio. Así se gesta la violencia: el silencio de la indiferencia habilita el rugido del odio. El silencio frente a la injusticia abre paso a la división social, la división social a la violencia verbal, la violencia verbal a la violencia física, la violencia física a la guerra de todos contra todos".
Estos mensajes son lecciones que marcan el camino en estas épocas. Nos recuerdan que no debemos naturalizar bajo ningún punto de vista el odio, la intolerancia y el descarte. La solidaridad, la empatía y la verdadera libertad deben ser nuestra causa común. Si este mundo es uno y para todos, todos juntos vamos a vivir.
Eduardo Valdés es diputado nacional
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