OPINIóN
Relato

El extraño caso del presidente Hyde

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Hechos. La escritora Florence Aubenas y su libro El muelle de Ouistreham. | cedoc

Una mujer de unos cincuenta años, desocupada, se enfrenta a una entrevista con una asistente social para obtener un puesto laboral. La mujer, a modo de currículum, dice ser casada, separada y que se encuentra sin trabajo. “No alcanza: todos están sin trabajo”, esgrime fríamente la funcionaria. La mujer titubea y la entrevistadora recita: “Debe venderse a sí misma, estar dispuesta trabajar siempre, todos los días, incluso los feriados y los domingos”. La mujer se muestra flexible, abierta. La asistente avanza y le propone: “Por su perfil, debe solicitar un puesto de operaria de mantenimiento”. La mujer tantea:

–Limpiadora, ¿verdad?

–Sí. Estos trabajos son el futuro; siempre se necesitan.

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–Lo acepto.

–Primero tienen que aceptarla a usted.

Este diálogo es real y tiene lugar en una oficina de empleo francesa en el norte del país. La mujer es la escritora Florence Aubenas quien durante un invierno se hizo pasar por una desocupada en busca de trabajo y vuelca la experiencia en el libro El muelle de Ouistreham que fue llevado al cine por Emmanuele Carrère con Juliette Binoche en el rol de la periodista. A lo largo de la película veremos cómo un grupo de trabajadoras limpian las cabinas de un ferry, cambiando cada una de ellas las sábanas de sesenta camas en un tiempo que no puede superar la hora y media.

En 2018 Aubenas escribió una crónica para Le Monde donde describía el día a día de la revuelta los chalecos amarillos en el interior de Francia a lo largo de una semana. Los manifestantes estaban organizados en acampadas instaladas en las rotondas de las autovías que cruzan el interior del país. La mayoría estaban ubicadas en aquellos rond-poits en los que hay supermercados y gasolineras. Gran parte de los chalecos amarillos estaba desocupado y quienes conservaban el trabajo, lo tenían a varios kilómetros de su casa, de la escuela de los niños, de los servicios sociales y, por supuesto, de los centros de abastecimiento. “Hoy es día 8 y ya hemos gastado el sueldo que nos ingresaron el último día del mes anterior”. Registra Aubenas que el precio de la gasolina va oscilando y que en la estación de servicio de la rotonda se puede leer el precio del combustible y su variación se sigue como en otro contexto el índice Dow Jones.

Nancy Fraser llama a estos trabajos “McEmpleos” y representan la matriz del modelo.

En el Reino Unido, McDonald’s impuso los llamados zero-hour contract. En 2018, mientras los chalecos amarillos marchaban sobre París, los trabajadores ingleses vinculados a estos restaurantes mediante este tipo contratos alcanzaban el 90% de sus empleados, disponibles las 24 horas al día, lo cual, como es obvio, impide tener otra actividad laboral. El rechazo por concurrir a trabajar cuando se les indica implica la pérdida del puesto.

Fraser señala la ruptura del contrato social configurado por los progresistas garantizando distribución y reconocimiento. El neoliberalismo arrasó con la redistribución y vulneró la dignidad de las capas bajas y medias. Pero Fraser apunta que esto no es privativo solo de la derecha, sino de los partidos socialdemócratas que consolidaron el “neoliberalismo progresista”. Bill Clinton y Barak Obama dieron paso a Trump. La gestión de Tony Blair, con su tercera vía que no fue otra cosa que un nuevo relato thatcheriano llevando al país al Brexit. François Hollande desactivando el bienestar, implosionando el socialismo con Macron desde las mismas entrañas del partido hasta convertir a la agrupación de Le Pen en primera fuerza.

Como en el relato de Stevenson, creíamos estar yendo al consultorio del Dr. Jeckyl y acabó atendiéndonos Mr. Hyde.

*Escritor y periodista.