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El cepo, su apertura, y los cuatro grupos en pugna

Tras el último informe crítico del FMI y la necesidad de diseñar una nueva etapa del plan económico, se abrió un debate en el campo de la economía. Se identifican cuatro grandes grupos: los libertarios más dogmáticos rechazan la idea de pedir una nueva ayuda al FMI y proponen levantar sin más el cepo al dólar. Otro sector cree que hay que ir a una liberación del cepo con acuerdo con el FMI. Un tercer grupo impulsa el acuerdo, pero cree que no se podrán levantar las restricciones sin reservas fuertes. Y un último sector cree que la discusión habrá que postergarla hasta el año próximo. Quién es quién.

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Cepo o brete. Grabado anónimo siglo XVIII. | cedoc

Halcones/ halcones. Halcones/ palomas. Palomas/ halcones. Palomas/ palomas. Estos son los cuatro grupos en los que milita la profesión local de economistas, ante el gran capítulo crónico de debate que abrió el Fondo Monetario Internacional (FMI), con la publicación de su explosivo informe técnico publicado hace dos lunes. Ese trabajo elaborado por el personal técnico del organismo que maneja Kristalina Georgieva, emitió un paper sobre la realidad económica, financiera y monetaria del país, dentro del marco de la aprobación de las metas del primer trimestre del año; previo al giro de unos US$ 800 millones comprometidos por el Fondo. Sin embargo, y luego de las felicitaciones de rigor, el staff técnico del hemisferio occidental, que maneja el chileno Rodrigo Valdés, pasó al capítulo sobre el futuro del acuerdo con el país, y las condiciones que deberían negociarse si Argentina aspira a nuevas facilidades extendidas que incluyan fondos frescos por entre US$ 8 mil a 10 mil millones; condición indispensable para abrir el cepo. Y ahí estallaron las alarmas. El FMI reclamó abrir el cepo, y liberar y unificar el tipo de cambio, acelerar reformas monetarias y financieras y suprimir regímenes especiales de acceso y liquidación de dólares. En otras palabras, devaluar. Aproximadamente un 30%.

En un principio, tanto Javier Milei como el ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo, optaron por la resistencia pura y dura, rechazando cualquiera de las imposiciones del FMI. El titular del Palacio de Hacienda publicó hace ocho días, en su cuenta de X, la negativa a las propuestas del Fondo, afirmando que además no hay negociaciones abiertas con el organismo. El Presidente y su ministro se comprometieron ante el país y sus operadores económicos a resistir con el crawling peg al 2% mensual. Al menos durante julio. Y quizás agosto.

El último informe del FMI reclamó abrir el cepo, y liberar y unificar el tipo de cambio

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Sin embargo, una dura realidad golpeó las puertas de las preocupaciones del oficialismo. La liquidación sojera durante junio no reaccionó, y en el mes las compras de divisas del Banco Central no superarán los US$ 500 millones, cuando se esperaban, no menos, 2 mil millones de dólares en azul. La situación del mes que culmina no fue más problemática para la entidad que maneja Santiago Bausili por el “perdón” chino del pago en dos cuotas de los casi US$ 5 mil millones por el swap activado durante el gobierno de Alberto Fernández, y los US$ 800 millones que el FMI giró por el cumplimiento de las metas del primer trimestre del año. La situación por la falta de liquidación sojera de junio fue graficada con perfecta ironía por el diputado nacional Ricardo López Murphy, que afirmó que “el hotel de Mar del Plata estuvo casi sin gente en enero, ¡lo que pasará en mayo!”. En conclusión, para abrir el cepo se necesitan aproximadamente US$ 10 mil millones, los que deberían haber sido aportados en su mayoría por los sojeros. Sin embargo, estos retacearon la liquidación por no estar convencidos del tipo de cambio y especulan con alguna devaluación que mejore la ecuación; con lo que las reservas de libre disponibilidad se mantienen congeladas, en delicado equilibrio entre el azul y el rojo, alejando al BCRA de la meta de liberación del cepo. Además, hay que contemplar que ya el 9 de julio el Central deberá pagar unos 2.450 millones de dólares por los vencimientos de los cupones de los Bopreales y Globales emitidos en la reestructuración de la deuda de octubre de 2020, más unos 645 millones de dólares al FMI por intereses, lo que derivaría en reservas nuevamente en negativo. Salvo que los sojeros aceleren su liquidación. Algo que no estaría sucediendo.

Ante el panorama, y la obligación de pensar en una nueva etapa para el plan económico del gobierno de Javier Milei concentrada más en el crecimiento y la mejora de la economía, lo que implica una salida del cepo, dentro y fuera del Gobierno (pero siempre dentro de la ortodoxia) hay cuatro clanes sobre cómo desarmar el nudo.

- Halcones/ halcones. Los más libertarios, quizá demasiado embebidos por la teoría sin mucha práctica, recomiendan tomar toda la medicina de una vez y asimilar las consecuencias rápido para que lo antes posible la economía llegue a los nuevos equilibrios macro que propiciarán el fin de todos los males que generan el retraso cambiario y la intervención en el mercado de compra y venta de dólares. Este grupo (en general integrado por los asesores más libertarios del Presidente y alguno que otro independiente crítico muy intervencionista en redes) rechaza además ayudas desde del FMI, ya que considera las recomendaciones del organismo como meramente intervencionistas. Y en consecuencia, evitables. Sobre la falta de fondos para la apertura del cepo, simplemente consideran que rápidamente habría un nuevo tipo de cambio de estabilidad. Si los efectos sociales de una decisión de este tipo fueran negativos, son “casualities of war”, inevitables. No creen además que haya fogonazos inflacionarios inevitables, ya que se trata de profesionales que consideran que los precios siempre alcanzan sus equilibrios.

- Halcones/ palomas. Son libertarios, pero con algo más de experiencia en la gestión. Defienden la apertura del cepo con la mayor rapidez posible, tomando las medidas compartidas que sean necesarias; pero considerando imprescindiblemente un acuerdo con el FMI como soporte técnico inevitable. Incluyendo las medidas requeridas desde la sede de Washington. La única condición para aceptar esas condiciones es la rapidez en la instrumentación de un nuevo acuerdo, ya que se cree que no hay tiempo que perder. La necesidad de la intervención del Fondo se basa en que, a diferencias de los halcones/ halcones, consideran que es muy posible que la salida del cepo de manera rápida y sin reservas suficientes genere inflación, una situación social que podría ser hasta inmanejable para el Gobierno. Por esto se cree que la intervención del FMI como financista de la salida del cepo es inevitable. Por ejemplo, López Murphy milita en este grupo.

Quiere acelerar las reformas y suprimir regímenes como el del dólar blend. Devaluar, en una palabra

- Palomas/ halcones. Dan un paso más en el tiempo que los anteriores; al considerar también inevitable la intervención del FMI y la firma de nuevas facilidades extendidas, pero creyendo además que una negociación de este tipo demandará tiempo y discusiones profundas, ya que el organismo, a través de Valdés, quiere imponer medidas con seria dificultad de realización política real. Consideran, además, que no habría posibilidades de abrir el cepo sin reservas fuertes, y que una decisión de este tipo podría llevar al país a una inflación que superara el nivel de fogonazo. Aparece aquí la fantasmagórica figura de una híper. Lo dijo Ricardo Arriazu, uno de los economistas más escuchados por el Gobierno, especialmente el Ministerio de Economía.

- Palomas/ palomas. Creen en abrir el cepo. Creen en un acuerdo con el FMI. Creen en la desregulación de la economía y en la modernización del Estado sobre la base del superávit fiscal. Sin embargo, están convencidos de que hoy hay una imposibilidad fáctica, y que profundizar el debate en las actuales condiciones es perjudicial para la realidad económica y financiera actual, generando aún más zozobra para el mercado cambiario. Ante el panorama, creen que por unos meses más deberá continuar el ritmo del “crawling peg”, ajustándolo unos puntos hasta fin de año, y esperar una reacción más activa de las reservas. En términos futboleros, sostener el cero a cero y esperar hasta septiembre u octubre para debatir el futuro tipo de cambio para 2025. El debate debería darse en el Congreso, de manera abierta al público, en el momento de la discusión parlamentaria del Presupuesto para el año que viene. Casi ningún funcionario del Gobierno milita en este grupo. Sin embargo, está dentro de él Domingo Cavallo. Y alguien hoy más importante: Rodrigo Valdés.