OPINIóN
Cifras insostenibles

El acuerdo con el FMI o el día de la marmota

El plan de controlar la inflación con el tipo de cambio como ancla patea para adelante los dos mayores problemas macroeconómicos de Argentina. “Un esquema agotado que finalmente implosionará”, sostiene el autor. Y los pobres lo serán más; "y quienes invirtieron en títulos públicos se harán con los dólares muchísimo más ricos".

Marmota
Marmota, muy resistentes al frío, viven en zonas montañosas, pero permanecen en el bosque. | Cedoc Perfil

Lo primero que tenemos que decir del anunciado inminente nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional es que, con suerte y al ritmo de intervenciones que lleva marzo, apenas alcanzaría para sostener este esquema cambiario unos pocos meses más.

Efectivamente, los datos de los primeros 25 días de marzo muestran que en dicho mes el Banco Central de la República Argentina (BCRA) ha intervenido con alrededor de US$ 400 millones para evitar que se dispare el precio de los dólares paralelos y, además, y por primera vez en ocho meses, ha acumulado un saldo negativo por compra/venta de divisas al sector privado por nada más y nada menos que alrededor de mil millones. Cifras insostenibles.

En este escenario, los fondos que se anuncia recibiría el Gobierno por parte del FMI parecen pobres para rescatar al Gobierno. Y es el propio Gobierno el que confirma lo correcto de esta calificación cuando se ve en la obligación de salir a decir todos los días lo contrario; tratando de mostrar, para colmo con fallidos artilugios aritméticos y argumentales, que, por ejemplo, las reservas internacionales brutas alcanzarán con el acuerdo los US$ 50 mil millones.

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Porque si las reservas terminaron el viernes 28 de marzo por debajo de los 26 mil millones, y el Gobierno anuncia un monto total del acuerdo por 20 mil millones, cualquiera que sepa sumar sabe que el total de ambos números es menor a los 50 mil millones. Y porque, además, el propio FMI anunció que los desembolsos, como siempre para este tipo de acuerdos, serán por etapas y estarán supeditados al cumplimiento de metas.

El BCRA ha intervenido con alrededor de US$ 400 millones para evitar que se dispare el precio de los dólares paralelos y, además, por primera vez en ocho meses, acumuló un saldo negativo por compra/venta de divisas al sector privado por alrededor de US$ 1000 millones. Cifras insostenibles"

Por lo tanto, no hay nada en el anuncio que permita concluir que las reservas brutas llegarán en algún momento del año al nivel que anuncian los funcionarios del Gobierno y el propio presidente.

Lo segundo que debemos decir sobre el acuerdo es que pone en evidencia que el plan económico de conjunto está agotado. Pero entiéndase bien: que esté agotado no quiere decir que el gobierno no lo pueda sostener. El gobierno ha recurrido a distintos y eficaces artilugios para estirar su sobrevida: el blanqueo de capitales, un prestamos en dólares de los bancos privados en enero de este año y, ahora, un nuevo préstamo en dólares por parte del FMI. Quizás mañana consiga algo tan disparatado y destructivo como privatizar el Banco Nación para conseguir fondos frescos o la venta de una parte del territorio nacional, y el esquema pueda sostenerse años. Pero el plan está agotado.

Cuando los fideos importados de Armenia salen, en las góndolas argentinas, más baratos que los nacionales (en un país que es de los 15 principales productores de trigo del mundo), el plan está agotado.

Porque lejos de toda la parafernalia discursiva, del Nobel de economía que tarda en llegar, y de todo lo demás, el plan económico no es otra cosa que la conocida y repetida estrategia de controlar la inflación con el tipo de cambio como ancla. En la medida en que el gobierno consiga sostener el ritmo devaluatorio muy por debajo del crecimiento del índice de precios al consumidor, los bienes importados (cuyos precios aumentan por debajo de los nacionales) actúan progresivamente como freno a la inflación. La caída inédita del consumo (las ventas en supermercados fueron, en septiembre de 2024, las más bajas desde que las registra el INDEC) que produjo el efecto conjunto de la devaluación inicial de diciembre del 23 y el brutal ajuste fiscal llevado adelante en 2024 hicieron el resto.

Las empresas proyectan el dólar a $1.500, la cotización más cara de la era Javier Milei

El asunto es que la contracara de este nada original plan es la nada original creciente necesidad de divisas para sostener el proceso de sustitución de producción nacional por importada. Y más temprano que tarde empiezan a faltar los dólares. Porque, para colmo, una de las estrategias para sostener el tipo de cambio ha sido la emisión de deuda en pesos a una tasa de interés lo suficientemente atractiva que haga que, o bien alguien decida cambiar dólares por pesos para invertir, o bien los tenedores de pesos decidan no dolarizarse.

En la medida en que el gobierno logre dar señales de que el tipo de cambio se va a sostener, parece no haber inconveniente; todos somos mandriles. El problema es que las señales de la escasez de dólares y, por ende, de la inviabilidad del esquema, son cada vez más evidentes y, en consecuencia, comienza a producirse una estampida de todos aquellos que desean “salir” rápido de instrumentos en pesos para no perder rentabilidad en dólares. Como siempre.

Y aquí estamos. El último dato de la balanza comercial muestra que las importaciones han crecido más de un 40% en relación al año anterior y la cuenta corriente cambiaria (sin incluir aún los datos de febrero) registra 8 meses seguidos de déficit (acumulando un saldo negativo de más de US$ 9 mil millones ), racha negativa que no registraba, oh casualidad, desde que explotara un esquema cambiario similar en la anterior gestión de Caputo, a principios de 2018.

Tratando de que el agua no se le escurra entre los dedos, el gobierno lleva dilapidados alrededor de US$ 2,5 mil millones entre diciembre y finales de marzo sólo por intervenir en el precio de los dólares paralelos, y las reservas internacionales brutas cayeron todos los días desde el 14 de marzo al 25 a un ritmo promedio de 230 millones por día.

Quienes tienen que invertir grandes sumas de dinero no tienen tan poca memoria como los formadores de opinión en argentina. Están sonando todas las alarmas y saben que es hora de salir. El Gobierno lo reconoce cuando ofrece títulos públicos con vencimiento a 90 días. Sabe que más allá de esa fecha no hay tasa de interés que compense el riesgo devaluatorio.

El Gobierno sigue diciendo que está vez no será como antes,que antes nunca nadie había logrado sostener un recorte fiscal como ahora. “El déficit era el huevo de la serpiente de todos nuestros males, ya que sin déficit no hay deuda, ni emisión, ni inflación”, dijo Milei en un discurso en ocasión del primer aniversario de su Gobierno. “Hace 120 años que el mundo no vé algo así”, nos dice Caputo hoy.

Lo curioso del asunto, como señalábamos muchos también a finales de 2023, es que cualquier persona interesada en el tema pueda chequear que el déficit fiscal y no el superávit parece ser la norma en el mundo. Y que, según el propio FMI, de los 113 países que tuvieron déficit fiscal entre 2003 y 2022, sólo 20 tuvieron una inflación promedio anual superior al 10%. ¿Esto quería (y quiere) decir que el déficit fiscal es siempre inocuo? Claro que no. Sí quiere decir algo evidente para cualquiera que maneje alguna mínima capacidad lógica: si fuese cierto que la “génesis” de todos nuestros problemas económicos hay que buscarla en el déficit fiscal, uno debería encontrar algo similar en el resto de los países del mundo y eso no ocurre.

Los problemas macroeconómicos más importantes de Argentina son (y han sido) la inflación y la escasez relativa de dólares. La estrategia del Gobierno de Milei ha sido resolver, rudimentariamente y en el corto plazo, el segundo a costa de patear para adelante los dos. Con el agravante de que, cuando este esquema finalmente implosione, ambos serán más difíciles de resolver. Con este nuevo acuerdo del FMI se alarga la espera.

Mientras tanto, unas pocas personas (los que invirtieron en títulos públicos cuyas tasas no se consiguen en ningún lugar del mundo y lograron salir a tiempo) se harán con esos dólares muchísimo más ricas de lo que eran, y la inmensa mayoría de nosotros y nosotras, seremos muchísimo más pobres y estaremos, además, más endeudados.

Estamos en las vísperas de exactamente lo mismo que sucedió en 2018. Entre abril y noviembre de ese año el BCRA perdió US$ 10.5 mil millones de reservas internacionales, pese a que ingresaron US$ 20.6 mil millones del FMI. La breve calma que podrían traer nuevos fondos, sólo va a servir para ensordecer el ruido que harán los mismos dólares al irse por otra ventanilla del Banco Central. O los funcionarios del Gobierno Nacional ignoran casi todo, o nos están estafando. No hay otra chance lógica.

* Vicerrector de la Universidad Nacional de General Sarmiento, docente e Investigador del CONICET

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