Se cree que más del 70% de las denuncias de abuso sexual son falsas. El dato ha circulado en el medio forense, y en algunas páginas especializadas en el tema, como International Journal of Clinical and Health Psychology. Si bien no hay datos comprobados fehacientemente, la práctica misma muestra que no solo existen casos de abuso realmente experimentados, sino acusaciones que tienen toda la impronta de ser falsas, ya sea por error, o por motivos espurios.
En un artículo sobre un meta análisis de estudios científicos acerca de la implantación de memorias falsas, se informó que un 85% de las personas estudiadas han sido inoculadas con falsos recuerdos; y en particular, los niños sospechados de abuso sexual. Los investigadores demostraron mediante experimentos, que nuestros recuerdos se pueden alterar y que es posible creer que hemos vivido algo que nunca ocurrió. Y en esos estudios se descubrió que todas las personas son influenciables mediante algún tipo de sugestión. En especial, los niños preescolares.
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Los recuerdos falsos parecen reales a los sujetos que los experimentan están convencidos de que fueron así, no pueden distinguir entre un recuerdo ficticio del que no lo es; tampoco si está fabricado en su totalidad o sólo en parte. Sin embargo, algunos recuerdos falsos pueden tener consecuencias importantes, como ocurre en los tribunales, donde pueden condenar a alguien por error.
En nuestro país, son frecuentes las acusaciones de abuso en niños de 4 a 6 años, especialmente en casos de divorcios conflictivos. La situación comienza cuando uno de los progenitores (por lo general la madre) presume que su hijo (o hija) está siendo abusado y pregunta al pequeño de manera inductiva o sugestiva. A partir de allí el presunto abusador (por lo general el padre) será cuestionado y pasará a tener una mala imagen ante el niño.
En los casos de denuncias sobre hechos falsos o erróneos, a medida que va avanzando el proceso, el niño inevitablemente irá incorporando información nueva provista por los adultos, lo que le generará recuerdos de hechos que posiblemente no ocurrieron, y se cargará de creencias negativas hacia la persona sospechada. Elizabeth Loftus, reconocida psicóloga experta en el tema, afirma que con solo preguntar dos veces lo mismo a un niño se le implanta una nueva idea. Entonces el niño comenzará a generar una memoria falsa creándose un daño similar o mayor al que quisieron evitar o denunciar. Así, muchos niños que no sufrieron abuso alguno, quedan en el lugar de niños abusados, sin serlo.
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En un proceso judicial y pericial, la contaminación también ocurre cuando los entrevistadores ya tienen un prejuicio o una idea formada sobre el tema y actúan con un sesgo que condiciona las preguntas. Se ha confirmado que las preguntas capciosas o sesgadas pueden provocar también recuerdos o creencias falsas en los niños; es decir, una falsa memoria.
Sin embargo, estos casos no están difundidos suficientemente. Los juzgadores: fiscales, jueces y jurados -incluso la gente común-, tienden a creer en la palabra del o la denunciante y de la supuesta víctima, por encima de los datos aportados por peritos especializados que mencionan la contaminación e implantes de memoria, ignorando los problemas familiares que anteceden, y estos son grandes problemas a resolver.
Por otra parte, muchas de las contaminaciones surgen en los consultorios de psicólogos particulares quienes no actúan con debida prudencia y se exceden en su rol.
Nuestros recuerdos se pueden alterar y es posible creer que hemos vivido algo que nunca ocurrió"
El sesgo existente en muchos operadores judiciales es otro problema a resolver cuando impiden a los peritos de la defensa aportar sus investigaciones científicas, incluso algunas pruebas que demuestran a veces que se trata de falsas acusaciones. Esto deriva en inocentes que terminan en la cárcel y niños que serán estigmatizados por el resto de sus vidas, además de que se criarán con la persona que los alejó de su progenitor, faltando a sus derechos.
El problema de las llamadas “falsas denuncias” no solo es argentino. Muchos profesionales de países de habla hispana toman conceptos de la Psicología del Testimonio. Esta disciplina de fines de los 70’s diferencia relatos realmente experimentados de los fantaseados o inoculados, mediante el estudio de la memoria y otras herramientas. A ello se suman los aportes de Elizabeth Loftus, investigadora de los implantes de memoria.
Sin embargo, en nuestro país aún se observa una gran resistencia a esos aportes científicos por el temor de invisibilizar los abusos realmente experimentados. Lo peor es que también se ignora que la mayoría de estos casos ya tienen una larga historia en los tribunales de familia, con denuncias por violencia familiar e impedimentos de contacto.
Esto nos deja en un problema grave como sociedad: Por un lado, para la persona acusada, porque va transcurriendo todo el proceso penal en contra de un principio constitucional básico del Estado de Derecho. Por el otro, para el niño sospechado víctima, porque el supuesto hecho no se investiga de forma científica.
¿Los niños mienten? Ese es otro punto importante: los niños mienten y fabulan (por diversas razones). Pero cuando se trata de niños inoculados por adoctrinamientos -cuando se les instala creencias falsas-, ellos no mienten. En esos casos, los niños creen lo que dicen, pero mostrarán fallas importantes con imprecisiones, contradicciones e inconsistencias. Lamentablemente, muchas veces eso no es detectado por los peritos oficiales ni por los fiscales. Y allí podemos saber si fue influenciado; sumado a datos de los antecedentes que muchas veces también se ignoran.
Como se puede apreciar, estamos aún lejos de reconocer la implantación de falsas memorias, a pesar de los datos que brinda la ciencia desde hace décadas. Esto provoca que personas inocentes sean encarceladas injustamente, o que, en el mejor de los casos, sean separados de sus hijos por medidas cautelares eternas.
Pero lo que es peor, es que se les impide a los niños acceder a la verdad, ya que ellos serán las principales víctimas en los casos que sus memorias hayan sido implantadas con un abuso que nunca existió.
*Lic. en Psicóloga Forense, Perito de parte y Consultora Técnica en temas de familia y delitos sexuales.