El problema del tráfico y el consumo de sustancias ilícitas es grave en la mayoría de los países del mundo, incluida Argentina. En los últimos años, la proliferación de sustancias psicoactivas ha adquirido proporciones alarmantes, convirtiéndose en un verdadero desastre social. Al aumento de los casos de la adicción contribuye la disminución en la conciencia pública de la percepción del daño causado por las drogas.
Buenos Aires, al igual que una serie de capitales occidentales, siguió el camino de la liberalización de las drogas, permitiendo la posesión de drogas "ligeras" en pequeñas cantidades y su uso con fines médicos. A pesar de los esfuerzos de las autoridades para contrarrestar la difusión de los estupefacientes, en 2024, según la Asociación Antidrogas de la República Argentina, el 13% de la población (6 millones de personas) consumía regularmente diversos tipos de sustancias psicoactivas.
Además, la Argentina se enfrenta a las consecuencias negativas de las actividades de grupos delictivos transnacionales que utilizan activamente el país para transportar drogas a Europa, Asia y Oceanía. Anualmente, decenas de toneladas de cocaína, transportada a través del territorio argentino por la hidrovía Paraná-Paraguay, se incautan en los puertos de la UE.
La considerable expansión de la producción de cocaína en los países latinoamericanos y el consiguiente aumento de su suministro al continente europeo también han afectado a Rusia. En los últimos años, el volumen de incautaciones de “polvo blanco”procedente de América Latina en nuestro territorio ha aumentado varias veces, alcanzando 2,1 toneladas en 2023.
En la lucha contra los delitos relacionados con los estupefacientes, la Federación de Rusia ha adoptado un enfoque diferente al de la Argentina. En el marco de la “Estrategia de Política Antidroga hasta 2030”, se da prioridad a fomentar en los ciudadanos, especialmente en los jóvenes, una consciente actitud negativa hacia el consumo de sustancias psicoactivas, incluidas las drogas “ligeras”, y la participación en su tráfico ilícito.
Se hace hincapié en fomentar el sentido de la responsabilidad por la salud propia y el bienestar de los demás. Se toman medidas para detectar precozmente el consumo de drogas y animar a los adictos a someterse al tratamiento. Al mismo tiempo, se han endurecido las penas por la venta y el contrabando de sustancias psicoactivas en grandes cantidades, así como por persuadir y promover el consumo de sustancias psicoactivas.
Las fuerzas de seguridad rusas trabajan constantemente para contrarrestar la propagación de las drogas. En 2023 fueron descubiertos unos 13 mil delitos en este ámbito. Se incautaron más de 32 toneladas de estupefacientes (en 2022 – 26 toneladas), así como 41,2 toneladas de precursores químicos (en 2022 –15 toneladas).
Los esfuerzos antidrogas requieren acciones consolidadas. En este sentido, es importante intensificar la cooperación internacional y regional. Nuestro país aboga por el estricto cumplimiento de las tres convenciones pertinentes de la ONU de 1961, 1971 y 1988, que constituyen una base sólida para la cooperación interestatal.
Ampliamos constantemente el círculo de socios que comparten los valores de un estilo de vida saludable y reconocen la necesidad de luchar decididamente contra los grupos delictivos. Brindamos asistencia de donantes y realizamos cursos de formación avanzada para los especialistas extranjeros de Asia Central, América Latina, África y otras regiones.
A partir de su creación en 2017, el Centro de Formación del Instituto Siberiano de Derecho del Ministerio del Interior de Rusia en Managua (Nicaragua) ha formado a más de 2 mil representantes de los cuerpos de seguridad de 12 países. La Parte Rusa participa en las discusiones en cuanto a la posibilidad de reforzar significativamente el potencial antidroga de la Organización de Cooperación de Shanghái.
Se desarrolla el diálogo con la ASEAN. Durante la presidencia pro tempore de Rusia en los BRICS en 2024, se prestó una gran atención al problema de las drogas.
A partir de 2003, nuestro país junto con los socios de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva, lleva a cabo la operación regional “Canal”, reconocida por la ONU como la más grande y efectiva en la lucha contra el contrabando de sustancias ilícitas procedentes de Afganistán.
También existe una experiencia positiva en la cooperación pertinente con Buenos Aires. En 2018, el Servicio Federal de Seguridad de Rusia y las fuerzas de seguridad argentinas, lograron reprimir las actividades de un grupo criminal que intentaba transportar drogas desde Argentina a Europa e incautar unos 400 kilogramos de cocaína. Recuerdo cómo en agosto de 2018, junto con la entonces Ministra de Seguridad Patricia Bullrich, quemamos briquetas de cocaína en un crematorio del cementerio de la Chacarita de la Capital Federal.
Junto con un amplio grupo de Estados del Sur y del Este Global, Rusia aboga en plataformas multilaterales por la construcción de una sociedad libre de abuso de sustancias psicoactivas, la prevención del consumo de drogas por los jóvenes y la inevitabilidad de penas duras para los involucrados en su proliferación.
Desgraciadamente, el enfoque responsable de la lucha contra el tráfico y el consumo ilícitos de estupefacientes aún no se ha universalizado. Son alarmantes los intentos de un reducido grupo de países occidentales, que hacen caso omiso de las convenciones de la ONU, al reescribir las disposiciones del derecho internacional. Y no hablamos sólo de legalizar el cannabis, sino también de levantar las prohibiciones de sustancias tan peligrosas como metanfetamina y heroína. En varios Estados, la drogadicción ha sido reconocida como un comportamiento socialmente aceptable.
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Los tristes resultados de una imprudente política de permisividad son evidentes. Es notorio, por ejemplo, que Estados Unidos se ha enfrentado en los últimos años a una crisis de opioides sin precedentes por el número de víctimas. Anualmente, más de 100 mil estadounidenses mueren por sobredosis de fentanilo. Las estadísticas también son deprimentes en algunos otros países.
Es necesario proteger a la humanidad de la degradación y la degeneración. Rusia se opone firme y consistentemente a los experimentos liberales en materia de drogas y se resiste a los intentos de imponer actitudes “progresistas” que de hecho responden a los intereses de las estructuras criminales.
Partimos de la irrevocabilidad del mantenimiento y el fortalecimiento del sistema internacional de lucha contra las drogas, el estricto cumplimiento de las tres convenciones de la ONU mencionadas anteriormente, así como la condena de la propaganda del consumo de drogas como una norma socialmente aceptable y la imposición de prácticas controvertidas de tratamiento de la adicción en el espíritu del concepto de “reducción de daños” y, en particular, la terapia de sustitución de opioides.
Nuestro objetivo común debe ser erradicar la delincuencia mundial relacionada con las drogas, preservar la salud y la seguridad de los ciudadanos y construir una sociedad libre de drogas. Rusia seguirá tomando medidas enérgicas para resolver este problema. Esperamos una cooperación efectiva con los socios internacionales, incluida Argentina.
