OPINIóN
Pantallas

Desconexión digital: la clave para un regreso a clases renovado

Es necesario conversar cómo interactuamos con las pantallas. El desafío no es eliminar la tecnología sino repensar su uso, sobre todo en menores, los más expuestos a su impacto negativo.

Qué consecuencia tienen las pantallas en los jóvenes.
Qué consecuencia tienen las pantallas en los jóvenes. | Reperfilar

Llegó el fin del receso escolar y con él, la oportunidad de reflexionar sobre cómo hemos invertido nuestro tiempo libre, especialmente en el uso de pantallas. Prepararnos para el ciclo lectivo implica adoptar una perspectiva que equilibre la tecnología con actividades enriquecedoras. En lugar de una desconexión abrupta, la propuesta es generar una transición paulatina, transformando el tiempo de ocio en un período de "vacaciones digitales".

Vivimos en tiempos sintéticos, donde lo virtual nos rodea y convive por igual que lo real (incluso impactando y cambiando sus reglas del juego). Por ello, es crucial conversar y problematizar cómo interactuamos con las pantallas. El desafío no es eliminar la tecnología, sino repensar su uso, sobre todo en menores, quienes están más expuestos a su impacto negativo. Es momento de construir estrategias para una desconexión sostenible y beneficiosa, considerando que todo dispositivo está diseñado para generar incentivos por el tiempo invertido.

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La clave está en reemplazar la gratificación instantánea de la pantalla por otras formas de vinculación. Podemos inspirarnos en la naturaleza, donde la curiosidad y la exploración surgen de forma natural. Por ejemplo, en una plaza, las infancias descubren texturas, colores, formas, y se puede generar un reconocimiento por ello, una especie de ¨búsqueda del tesoro sensorial¨, que compite con lo plano de la experiencia pantalla.

En cualquier edad la exploración sensorial en la naturaleza es fundamental: caminar descalzos sobre el pasto, tocar flores, jugar con agua estimula la inteligencia y el desarrollo. También cocinar en familia fomenta la curiosidad, la autonomía y el aprendizaje de conceptos de física y química. Para los adolescentes, las actividades físicas, los juegos de mesa, e incluso el voluntariado, favorecen al crecimiento y la identidad. Habilidades como la convivencia y la negociación están al orden del día en todos los juegos y experiencias grupales.

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Las familias pueden proponer el tiempo sin pantallas en el hogar. Establecer zonas libres de tecnología, incorporar pausas digitales como el método 20-20-20, o incluso proponer domingos sin dispositivos, y sumar concursos o competencias son algunas prácticas posibles. La prohibición no es la solución, sino la regulación consciente, que acompaña el concepto clave de autorregulación.

Las personas adultas de la familia juegan un rol fundamental como modelos a seguir. Los más pequeños aprenden por observación, imitando las conductas de sus figuras de referencia. Si los adultos reducimos el uso innecesario de la tecnología, inspiramos a los niños a hacer lo mismo.

Silenciar notificaciones, usar aplicaciones que regulan el uso de pantallas, y priorizar actividades de calidad con los hijos son acciones concretas.

Es vital entender que competimos con pantallas diseñadas para captar la atención. Cuando usamos celulares mientras compartimos una comida, reforzamos un hábito que genera ansiedad y perdemos la oportunidad de conversar en familia. La desconexión no es solo un acto individual, sino un compromiso familiar.

También, se pueden utilizar las propias pantallas para entender sus riesgos. Investigar el impacto en hábitos adictivos de aplicaciones como TikTok leyendo sus términos y condiciones, o ver documentales sobre el uso de pantallas para luego generar debates familiares es una forma de abordar estos temas con confianza. Las pantallas pueden ser una herramienta para generar curiosidad o buscar datos que promuevan el autocuidado y un uso criterioso.

Existe variada evidencia, aunque poco difundida a través de campañas de concientización o lo que se denomina etiquetado sanitario, sobre el uso excesivo de pantallas y su efecto negativo que promueve un nuevo tipo de consumo problemático. Además, puede causar síntomas de salud mental, acortamiento de la capacidad de atención y debilitamiento de la memoria.

Por otro lado, la comparación constante con influencers en redes sociales puede generar baja autoestima y dismorfia corporal. Es fundamental reconocer que todo este impacto se refleja en el concepto estrella del 2024 (definido por el diccionario de Oxford) "Brain Rot" (podredumbre cerebral), que refleja el efecto negativo del contenido online de baja calidad, especialmente en redes sociales.

La vuelta a clases no solo implica comprar útiles escolares, sino también preparar nuestra mente y hábitos para un ciclo renovado. Al promover la desconexión digital y fomentar actividades enriquecedoras, brindamos a niños y jóvenes las herramientas para un crecimiento saludable y un mejor desempeño escolar. Es posible enseñar a redescubrir el mundo real, potenciando la imaginación y el aprendizaje desde la experiencia directa. La clave está en el equilibrio, la autorregulación y el compromiso familiar.

*Emprendedora y especialista en Tecnología educativa, autora del libro Educar en tiempos sintéticos