Las reglas electorales no son adornos en las elecciones: organizan la competencia y la representación política y regulan la forma en que se presenta la oferta electoral a la ciudadanía a fin de garantizar el derecho constitucional a elegir y ser elegido. También tienen un impacto en el sistema de partidos, incluso fomentando la polarización o, por el contrario, la fragmentación partidaria. Por fin, las reglas electorales han sido creadas o sufren reformas “endógenas”: las promueven los propios actores políticos que en definitiva buscan implantar reglas que en el mejor de los casos los favorecen, y en el peor no los desfavorecen (M. Escolar, E. Calvo), o dicho más directamente: las reglas electorales pueden estar pensadas para mejorar el sistema institucional, dar mayor equidad y ampliar derechos o pueden ser pensadas para perjudicar estratégicamente al adversario (F. Freidenberg).
En la Provincia de Neuquén, en la que en las elecciones participaron 41 partidos y hubo más de 15.000 candidaturas en juego, se admiten reglas electorales que la Nación eliminó (correctamente): las “listas colectoras”, en las que, por ejemplo, a un mismo candidato a Gobernador colectan (varias) listas separadas (de partidos diferentes) pero que a su vez suelen competir para cargos legislativos y municipales. Pero las colectoras también conviven en esa provincia con las “listas espejo”, que son listas idénticas pero presentadas por partidos o alianzas diferentes.
Hay que presumir que todas las listas colectoras de distintos partidos comparten, en este caso, el programa del gobernador. Entonces ¿por qué no hicieron una alianza entre los diferentes partidos? Y si no la comparten: ¿por qué apoyan al gobernador? ¿En la legislatura van a acompañar al gobernador o no? Finalmente, ¿son “socios” a nivel del ejecutivo y opositores a nivel legislativo?
En Neuquén una interna del Movimiento Popular Neuquino (MPN) se externalizó. El candidato desafiante compitió con el MPN y ganó con el apoyo de varios partidos opositores al MPN, aunque el mismo día de los comicios, el electo disidente confesó su pertenencia al MPN...
La “ley de lemas” utilizada aún por algunas provincias permite el “milagro” electoral de ayudar a consagrar a un candidato que no votamos: elijo a Juan, pero mi voto contribuye a hacer ganar a Pedro. Allí la pregunta es: ¿elijo realmente al candidato que elijo? Con las colectoras y espejos, los partidos de Juan, Raúl y Mauricio, ayudan (colectan) para que gane Pedro ya sea con listas idénticas o diferentes pero que tributan a un mismo candidato y permiten otro tipo de “milagro”: que en esas elecciones “ganen todos” … Aquí la pregunta de la ciudadanía es: ¿quién es oficialista y quién oposición en las distintas categorías?
Si bien las provincias tienen constitucionalmente asignada autonomía para regular sus procesos electorales dándose sus propias instituciones y reglas, sería conveniente que se empiece a discutir, como sugiere María Page, sobre el “elefante en la habitación”: la oferta electoral en muchos distritos es caótica y opaca porque todo vale a la hora de formalizar alianzas.
Las actuales reglas electorales fueron pensadas para épocas donde había partidos fuertes, orgánicos y nacionalizados. Hoy hay partidos débiles, inorgánicos y territorializados y la oferta electoral ya no se formaliza a través de los partidos sino por alianzas o frentes electorales que a su vez tienen una pobre o inexistente legislación nacional o sub nacional que las reconozca. Formar un partido, intervenir en los comicios en alianzas es relativamente sencillo: las agrupaciones pueden participar de coaliciones para cada categoría y en cada provincia y ser oficialismo y oposición a la vez según la jurisdicción.
Las reglas electorales permisivas en donde todo es posible, con proliferación de colectoras, listas espejo, acoples y lemas, especialmente a nivel provincial, impactan por lo menos en tres dimensiones: 1) sobre la gobernabilidad: después de las elecciones los gobiernos no cuentan con un cuerpo legislativo propio y la oposición fragmentada no será una interlocutora fácil a la hora de lograr consensos. 2) Las mencionadas reglas dividen y debilitan aún más a los partidos ya que suele ser más fácil competir por fuera que someterse a la democracia interna partidaria; 3) una oferta electoral desordenada, a veces ininteligible y repleta de opacidad, confunden al electorado a la hora de votar y perjudican el derecho a ejercer un voto informado.
¿Será posible discutir alguna vez estas reglas electorales, o de esto, mejor no hablar?
*Doctor en Derecho. Docente. Director de la Diplomatura de Estudios Avanzados en Derecho Electoral y Político (Facultad de Derecho, UNR). Ex director de Reforma Política y Constitucional de Santa Fe.