OPINIóN
Reflexión

De Beatriz Sarlo a Baruch Spinoza

El fallecimiento de una de las más lúcidas analistas de nuestra sociedad lleva a replenatearse si los argentinos no podemos escapar del odio que en nuestra historia se transmitió y sigue existiendo aunque con nuevas voces y nuevos destinatarios.

Grupos de militantes ya se están acercando a Plaza de Mayo
Grupos de militantes ya se están acercando a Plaza de Mayo | TW: @LT8am830

Beatriz Sarlo, nos ha dejado su implacable lucidez y su honestidad intelectual, valores tan raleados en la Argentina del aquí y ahora. Nos ha dejado también su republicanismo sin dobleces y su idea de una democracia integral, expresada en una democracia para todos y todas y un albergue para los necesitados.

La muy interesante reseña que hace Perfil en el fin de semana previo a la Navidad muestra un reportaje inédito que concluye con una observación que habla de su agudo pensamiento, cuando Beatriz Sarlo afirma:” la percepción múltiple de la realidad (y) su multiplicación medíática”.

Si visión holística de la Historia se muestra en los retazos de sus libros, cuando no permite simplificar los hechos de la década de plomo de los 70, en el momento que relata las falencias de la llamada Revolución Libertadora, sus fusilamientos militares y civiles, como los de los basurales de José León Suárez.

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Y como la proscripción del peronismo que durara entre 1955 y 1973, explica la lucha armada que tiene como slogan no solamente la vuelta del peronismo sino la aparición del cadáver de Eva Perón, enterrado en un cementerio desconocido de Roma bajo otro nombre, historia magistralmente novelada por Tomás Eloy Martínez en Santa Evita.

La muerte del Gral. Aramburu se inscribe en esa historia, relatada por Sarlo, lo mismo que sus palabras sobre Operación Masacre, El caso Satanowsky y Quién mató a Rosendo, la tríada donde aparece la escritura documental y testimonial de Rodolfo Walsh, y sus palabras son como aguafuertes de esa década cuyo satánico lema era: “no hay mejor enemigo que el enemigo muerto”
Nos quedan de Sarlo, su notable Historia de la Literatura Argentina que son sus clases en la Facultad de Filosofía de la UBA entre 1984 y 1988 y sus  filosos escritos desde su vida y su corazón, que ojalá puedan iluminar las oscuridades presentes a nivel local y global.

Estas oscuridades aparecen reflejadas en el reportaje que Jorge Fontevecchía realizara este mismo fin de semana en el Diario Perfil a Quinn Slobodian, un estudioso del neoliberalismo extremo que atraviesa este mundo globalizado, aunque fracturado en guerras.

El pensador afirma que se ha producido a través de ataques a la social-democracia, de una original reunión entre los riquérrimos y los desplazados de los trabajos formales, para conformar una nueva mayoría que aumenta la ganancia de los primeros, al producir desregulaciones de todo tipo y baja de impuestos generalizadas, además de iniciar una batalla cultural contra lo que esa alianza denomina progresismo.

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Que a su vez se denomina comunismo, palabra polisémica o sea de múltiples significados que en la actualidad esta vaciada de contenido real.

El ataque va contra los derechos de las mujeres, como ejemplo, en Argentina se proponen dos varones para la Corte, cuando se han producido dos vacantes femeninas en la misma; también contra las universidades, como foco de un imperio soviético, que en realidad ha dejado de existir en 1989 y contra la ciencia y tecnología que no satisfaga inmediatamente las exigencias del sacrosanto Mercado.

Además, Slobodian insiste que la negación del calentamiento global que  indudablemente va aquejando cada vez más, con fenómenos más intensos, a todo el planeta, tiene como motivo principal no permitir que ningún factor externo interfiera en las ganancias del 1% de la población mundial.

Pero a su vez es muy interesante señalar la visita en Argentina del biólogo norteamericano Bruce Lipton, que desde la investigación molecular ha pasado, a través de sus dos libros principales, desde la Biología de la Creencia a la Biología de la Transformación.

¿Qué nos dice Lipton? que estamos en un  momento crucial y lo ilustra con un relato de los pueblos originarios, cuando un abuelo cuenta a su nieto que dos lobos habitan el corazón humano, uno blanco que brinda amor y generosidad y otro rojo que muestra odio y resentimiento. ¿Y quién triunfa?, pregunta el pequeño y la sabiduría ancestral del anciano le contesta…”Depende de a  quién alimentes”.

Y es un relato que nos viene de perillas a los argentinos porque hay que recordar que el autor de Mis Montañas, Joaquín V González, político notable del final del siglo XIX, que tenía una finca en la Rioja que se llamaba Samay Huasi, Casa de Paz, afirmaba que “habíamos crecido en el odio” de nuestras cruentas guerras civiles.

Lipton a su vez nos reafirma la realidad de “los campos morfogenéticos” de Rudolph Shaldrake, que son conexiones que se realizan a través del tiempo y del espacio de una manera que no se explica por la vía material, sino por energía.

Es la que por ejemplo conecta a una mascota querida con su amable dueña, a pesar de estar lejos en el espacio, a través de esa energía que como demostró Einstein es igual a la masa o sea a la materia, multiplicada por la velocidad de la luz.

Es esa energía que llevó a la actual directora griega de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, al pisar por primera vez el escenario del Colón, a llorar inconteniblemente, al invocar a su amada y también griega María Callas, que cantara una maravillosa ópera Norma en ese mismo teatro, hace muchos años.

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Por ello hay que preguntarse si ese odio en nuestra Historia sigue existiendo y se sigue transmitiendo a través del tiempo con nuevas voces y nuevos destinos y nuevos destinatarios, sin poder salir de ese mundo mecánico de acción y reacción que marcara Newton en esa primera física del siglo XVI.

Pero esta segunda física que es la de los quantum o paquetes de energía es la que estamos transmitiéndonos en este siglo XXI.

Y si podemos transmitir una energía nuclear de Átomos para la Paz y no la desvastación última de una guerra nuclear, que acabaría con nuestra especie, quizás podríamos salir de este momento crítico, cooperando entre nosotros, no en busca del más apto, sino de una conciencia no violenta, que nos recuerde que nuestra condición humana es Una y estamos navegando en la misma nave espacial.

Mandela propiciaba el Ubuntu, práctica de los originarios africanos donde el agresor o la agresora para ser perdonado o perdonada, debía confesar ante la o el agredido su acción, haciéndola pública, para poder redimirse ante la comunidad.

Y Baruch Spinoza, el filósofo de los Países Bajos en el siglo XVII, afirmaba en su Ética, que es un modo de Existencia, que debemos mostrar firmeza con nosotros mismos y amor y generosidad, ante los demás y también ante la Naturaleza, que es Dios. 

Pero aún  más, nos recomendaba su propia prédica de contestar con amor y generosidad el odio y la intolerancia, porque de esa manera pasamos de las pasiones tristes a las pasiones alegres y nos recordaba que la Alegría y no la Tristeza, es la máxima de las virtudes de los seres que se consideran humanos.