Tan solo un año atrás cambiaba el mapa político de la Argentina con un movimiento tan arriesgado como eficaz. Dos veces presidenta, Cristina Fernández en ese momento encabezaba las encuestas de cara a los comicios nacionales. Y, sin embargo, decidió sacudir el escenario electoral y sorprendió a todos.
Con esa jugada de ajedrez, invitaba a Alberto Fernández a encabezar la fórmula presidencial junto a ella. Al mismo tiempo lograba un triple objetivo: reafirmar la identidad del movimiento político que lidera; ganar la centralidad del tablero político; y avanzar hacia la unidad no sólo del peronismo sino también de fuerzas de centroizquierda, organizaciones sindicales y movimientos sociales, en lo que luego tomó la denominación de Frente de Todos.
La generosidad de Cristina Fernández permitió avanzar en ese proceso de unidad —que fue obteniendo triunfos en buena parte de las provincias en las que se logró el armado de frentes electorales amplios—, que luego se coronó con la victoria presidencial en la primera vuelta.
Ya en la campaña quedó muy claro aquello que Cristina supo ver antes que nadie: Alberto Fernández es, sin dudas, la persona para este tiempo, porque reúne diálogo, liderazgo y capacidad de gestión.
Si el panorama social que presentaba nuestro país el 10 de diciembre de 2019 era por demás complejo, con índices crecientes de inseguridad alimentaria, pobreza e informalidad laboral, ahora la pandemia del coronavirus se manifiesta como uno de los desafíos más críticos que debe enfrentar el mundo en las últimas décadas.
Queda claro que para superar esta emergencia sanitaria necesitamos de la unidad de las fuerzas políticas, sindicales, empresariales y gremiales, que día a día construye Alberto Fernández. Esa misma amplitud se expresó en el respaldo a la propuesta del gobierno a los bonistas para lograr una reestructuración sostenible de la deuda. Y será necesaria para pensar una salida que tenga como eje el trabajo y, de ese modo, abordar una de las principales tareas imperantes de la Argentina: la superación de las desigualdades estructurales que obligan a nuestras mayorías a vivir en condiciones indignas de pobreza e indigencia.
Ese camino comenzó aquel 18 de mayo con el anuncio de Cristina Fernández y fue un paso de gran importancia para construir un futuro más justo y sustentable para todas y todos los argentinos.
*Ministro de Desarrollo Social de la Nación