El clima festivo, en nuestro caso dista mucho de lo que el hemisferio Norte propone, sin embargo, parece que nos queremos siempre contagiar o imitar y en este sentido lo comercial avanza sobre lo espiritual. Pero, quizás sea una instancia más, que nos da la posibilidad de elegir, como llegar a fin de año. Como vivir nuestro cierre, en donde queremos poner la fuerza de los últimos suspiros.
Deberemos entender que siempre, tenemos la posibilidad de elegir, de tomar decisiones, aunque la presión del día a día, nos lleve por delante, aunque la gestión siempre tenga una tensión entre lo urgente y lo importante, siempre podemos tomar iniciativas diferentes, sobre cómo construir nuestro cierre del año.
Cerrar una puerta, sin saber a dónde vamos, puede ser complicado y peligroso.
Tenemos que comenzar a sentir la alegría del encuentro o de los encuentros, más que el deber de los mismos, es más quizás solo sostener aquellos que nacen desde el amor, más que de la obligación, parece hasta una tilinguería, pero el agobio de llegar a fin de año, sin felicidad es más enfermante.
Ya sea desde un punto de vista religioso, ya sea social, el preparar la fiesta o las fiestas es una excelente propuesta, el punto es reflexionar qué fiesta queremos o debemos preparar.
Que nadie pase las fiestas solo
Ningún día es uno más, somos instantes en la inmensidad de la vida, pero proporcionarle sentido a la vida, en eso radica la felicidad, así que también en la toma de decisiones de como cerrar el año, va nuestra calidad de vida.
Desde ya, que el deseo es reunirnos, compartir, hacer cierres, pensar en los que deseamos hacer, que estuvo postergado, lo humano es presente y debemos entender que el motor del futuro, es desde como construyamos, este presente.
También es importante, saber que lo que genera ansiedad es el exceso de futuro y lo que genera la depresión es el exceso de pasado, de encontrar un balance entre cada instancia, tendremos menores estresores y por ende estaremos menos ansiosos y menos bajón.
Esto se relaciona, directamente, con la necesidad de no permitir entrar el miedo que obtura, el apocalipsis en nuestra agenda, el mismo se vende como mercancía, en la sociedad, en la literatura y en el cine o series, “que no llegaremos, que tengo que ver a todos, que no voy a poder, que estoy más cansado que antes, que el tiempo se fue volando, que esto es terrible, que hace mucho calor” etc.
Todo seguro que viene de la mano de una sociedad que acelera los miedos y nuestros peores demonios, desde esta mirada parecería que todo se reduce a la mera supervivencia.
En este marco hay una sola cosa, que nos permitirá, vivir una vida que no sea sobrevivir, se trata de la esperanza. Es ella la que nos puede permitir, recuperar un horizonte de sentido y regalarnos el futuro.
Prender la parrilla para Navidad y Año Nuevo, una misión cada vez más complicada
Esperar significa, dejar que la realidad se preñe de futuro posible, que nos permita creer en el mismo, correr los miedos, es poder respirar y entonces dar el salto a lo nuevo.
Ninguna esperanza nace, donde impera el miedo, porque ese miedo nos cierra y muchas veces nos bloquea y hasta nos genera asfixia.
La esperanza va señalizando el camino, nos ofrece un horizonte, de sentido, nos orienta y nos abre los ojos a lo venidero.
Vale aclarar que no hablo de una esperanza, en el sentido de ser optimista o de pensamiento positivo, porque lo real que nos pasan cosas, que tenemos una humanidad con heridas, hablo de la esperanza que nace, aún de la desesperación.
Porque la esperanza no le da la espalda, a la negatividad de la vida, el sujeto de esperanza es un Nosotros. La esperanza es una intensidad, una pasión que se genera ante la negatividad de la desesperación y en tanto pasión no es pasiva trabaja activamente para avanzar en las tinieblas, en busca de la luz.
La esperanza no es esperar, es trascender, esa es la esperanza que suma, ese es el camino para contrarestrar el miedo, eso es sumarme a dar el salto a la trascendencia y ese camino, no falla y la plenitud se acerca más a nuestro horizonte, una plenitud no del consumo, sino de la alegría de estar vivos.
Podemos elegir, tenemos todo para cerrar un año de gratitud y de poner en práctica la esperanza.
El sentido de este presente, es valorar lo que uno tiene, sea como sea, estamos y desde ahí trascender a lo que nos haga pleno, que seguro no pasa por el consumo, que como consumo se termina pronto, sino a trascender, a un sentirse diferente , con un sentido de lo que hacemos y de lo que hay que hacer, encaminar nuestros sueños, confiando que si, serán posible, sabiendo que esa posibilidad es directa a nuestras fuerzas.
Feliz y excelente cierre del año y que este esperar no sea de lo material, sino de todas las herramientas que nos hagan felices, sumarse a lo espiritual, al sentido de estar vivo, nos da muchas más alas para llegar a nuestras metas.
Por ahora será cerrar el año, en breve será ¡Feliz Año Nuevo!