El recientemente elegido presidente de los argentinos, el Señor Alberto Fernández, brindó desde México un discurso donde afirmó con total convicción que “…estos años terminaron con una enorme acción sobre los líderes progresistas del continente...”
Con tales dichos pareció querer demostrar su indignación sobre las acusaciones y juzgamientos que pesan sobre cuatro figuras políticas de enorme relevancia, el expresidente Rafael Correa, el actual vicepresidente de Ecuador, el expresidente Lula, y Cristina Fernández de Kirchner (CFK).
Al margen de ideologías políticas, subjetividades, y sospechas sobre los poderes del Estado y sobre los acusados en cuestión, aquello que no puede dejar de sorprender a toda persona que entienda el significado de la palabra 'república', es que el nuevo presidente de los argentinos, al referirse a la expresidenta y futura vicepresidenta, afirme que contra Cristina Kirchner, “no pudieron avanzar…”, entre otras cosas, “… porque el pueblo la eligió y le dio fueros, y no pudieron avanzar porque atrás estaba el peronismo”.
¿Se entiende que el nuevo presidente de los argentinos elige como fundamentos centrales para defender a la expresidenta, acusada en múltiples causas penales, que no fue a prisión porque obtuvo fueros? ¿Y que no fue a prisión porque atrás estaba el peronismo?
Termina el mandato del presidente Mauricio Macri dejando un legado tan miserable como desgarrador, con elevadísimos índices de pobreza e indigencia y una inflación garrafal.
Y el nuevo presidente elegido, que nos relata sin pausa su afán de poder ordenar esta Argentina noqueada, manifiesta a días de asumir su mandato, sin pudor alguno, el anti republicanismo en su máximo exponente. Ni los fueros ni un partido político afín, pueden ser los encargados de determinar la inocencia de una persona juzgada por la Justicia. Jamás.
Sin equidad no hay sociedad que soporte, y sin respeto a las Instituciones no hay república que valga.