OPINIóN

El Covid-19 tapa el impacto de las afecciones cardíacas

Hoy en día sentimos que vivimos una tercera guerra mundial durante la Pandemia del COVID-19. Sin embargo, ésta se suma a muchas otras guerras que se vienen combatiendo desde hace décadas, entre ellas, contra la enfermedad cardiovascular.

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Afecciones cardíacas. Imagen ilustrativa. | shutterstock

La enfermedad cardiovascular (enfermedad coronaria del corazón, accidente cerebrovascular y falla cardíaca, entre otras) era una causa rara de muerte previo a la segunda guerra mundial, para convertirse en la primera causa de muerte global desde fines del siglo XX. Esta causa 18 millones de muertes por año, casi duplicando las muertes anuales de ambas guerras mundiales. Y no todo su impacto se concentra en tiempo de sobrevida, sino también calidad de vida. La enfermedad cardiovascular justifica la mayor cantidad de años perdidos con buena calidad de vida, tanto en el mundo como en Argentina.

Entonces… ¿Todo es malas noticias? No por suerte. En las últimas décadas logramos reducir la mortalidad cardiovascular entre 20 y 30% mediante controles, tratamientos y procedimientos que probamos que funcionan a través de la ciencia. Y todo esto lo hacemos entre todos: pacientes, médicos, instituciones, sociedades, el estado, etc. ¿Entonces que nos preocupa a los médicos hoy en día?

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Parece que hemos olvidado el impacto de la enfermedad cardiovascular. Los pacientes no ven sus médicos (ya sea virtualmente o presencialmente) para controlar sus factores de riesgo, o sus condiciones de salud previas. También sucede que los pacientes no consultan a pesar de estar sufriendo síntomas que sugieren una descompensación cardíaca, como dolor de pecho o falta de aire. Esto hace que los pacientes lleguen tarde, reduciendo substancialmente las chances de sobrevivir las descompensaciones. Y lo que es aún mas grave, es que algunos no llegan a consultar porque ya es muy tarde.

Esto no es solo una sensación, es una realidad. Hemos detectado que la mortalidad de infarto se ha duplicado desde que la Pandemia aterrizó en Argentina, a pesar de tener los recursos de siempre. El incremento de la mortalidad del infarto observado esta estrechamente relacionado al retraso desde el inicio de los síntomas a la consulta médica. La iniciativa StentSave a Life a nivel nacional observó una caída del 50% del uso de angioplastia (implante de stents para abrir arterias del corazón) en pacientes con infarto de corazón, un tratamiento que reduce la mortalidad del infarto a la mitad comparado a no recibir ningún tratamiento.

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Las razones de éste fenómeno de descuido de prevención y tratamiento cardiovascular es multifactorial, como cancelación de consultorios, restricción de la movilidad, entre otros. Por parte de los pacientes, existe miedo de los pacientes por contagiarse de COVID-19 al consultar, o reducen las visitas al médico para evitar el colapso del sistema de salud creyendo que lo suyo ¨no es tan importante¨, lo que casi siempre incorrecto. La realidad que nos toca vivir en Argentina es más prometedora que lo observado en Italia y España. Todavía tenemos un sistema de salud intacto que puede seguir atendiendo otras enfermedades. La enfermedad cardiovascular es sin dudas una prioridad de nuestro sistema de salud, y por lo tanto, durante la Pandemia.

¿Que hacemos entonces? Mantenga contacto con su médico, ya sea virtualmente o en persona cuando sea necesario. En caso de consultar en persona para un control, hacerse estudios o procedimientos tome las precauciones recomendadascomo uso de barbijo, lávese las manos, tome distancia del resto. Las instituciones están preparadas para proteger tanto a los pacientes como al personal de salud que atiende. Es probable que exista mas chances de contagiarse el virus al ir a un supermercado u otras tiendas de necesidades básicas que en una institución de salud con rigurosos protocolos de limpieza y protección.

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A veces el árbol nos tapa el bosque. En este caso el árbol es el COVID-19, que nos oculta unaselvadel tamaño del Amazonas de enfermedad cardiovascular que ha abatido al mundo desde hace casi un siglo. La enfermedad cardiovascular es un mal conocido del cual ya estamos acostumbrados a convivir con ella. Esto no significa que deberíamos ignorar al COVID-19 para continuar la batalla contra la enfermedad cardiovascular, sino encontrar un balance para satisfacer ambas necesidades. Que la Pandemia no sea una razón para retroceder en la guerra mundial contra la enfermedad cardiovascular, un enfrentamiento que poco a poco, década a década, vamos ganando.

Pablo Lamelas. Cardiólogo Intervencionista, ICBA Instituto Cardiovascular de Buenos Aires. Profesor de Epidemiología Clínica de la Universidad de McMaster, Canadá.