"La escuela ya no es un lugar"es el título de un libro escrito por dos educadoras y capacitadoras españolas Lourdes Barraza y Olga Casanova (2016) donde explican que “la escuela ya no es un lugar de certezas y soluciones. El Gran Desacople (concepto creado por el MIT), dicen, 'nos ha situado ya para siempre en el océano del cambio, un océano donde el único modo de navegar —sin peligro de naufragio— es innovando y transformándonos en Ecosistemas Innovadores plagados de bricoleros apasionados por una Escuela de Futuro'"
En un mundo donde el aprendizaje se ha transformado en ubicuo - aprendemos en todo momento y todo lugar - hoy más que nunca podemos decir que los educadores nos hemos convertido en Knwmads ( John Moravek- Sociedad Knowmad- 2013) - nómades del conocimiento. En este nuevo paradigma, hemos desarrollado la creatividad, adaptabilidad, haciendo uso de la tecnología para generar redes y comunidades de aprendizaje, nos hemos convertido en “producers” de contenido, diseñando un nuevo futuro para la educación.
Y nos hemos dado cuenta que la escuela ya no es solo un edificio, la escuela se ha convertido en un espacio de vínculos, la escuela somos nosotros docentes, directivos, alumnos, padres, personal auxiliar. Cada uno desde su espacio conformando este ecosistema donde la suma de las partes es más importante que el todo.
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Si podemos hablar de grandes aprendizajes luego de esta pandemia, podemos decir que el coronavirus “infectó” de innovación y revolución a la educación.
Entonces cuando volvamos a las aulas la pregunta surgirá ¿Qué hemos apre-hendido? ( del término aprender- asire-tomar) Aprendimos como docentes que perdimos el control y permitimos que nuestros alumnos gestionen sus aprendizajes. Aprendimos a desaprender para reaprender. Aprendimos a pararnos en el lugar de nuestros alumnos con esa mirada de quien no sabe, siendo más empáticos. Descubrimos nuestras fortalezas adormecidas y nos volvimos a conectar con esa llama interior que nos llevó a elegir esta profesión.
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Aún desde la virtualidad los vínculos se han fortalecido, los equipos se retroalimentan y colaboran para el bien común, la escucha se agudizó y la comunicación es aún más potente.
Me imagino esos Ecosistemas Innovadores de la Escuela del Futuro como espacios donde los conocimientos den espacio a las emociones. Donde las habilidades que se han podido desarrollar en este tiempo, atraviesen los contenidos curriculares. Aulas atentas a la diversidad de miradas y ritmos de aprendizaje. Docentes más flexibles, provocadores y creativo, cuestionadores de sus saberes y estrategias en búsqueda de más preguntas y menos certezas. Directivos que potencien las fortalezas de su equipo, trabajando en red. Familias que acompañen en el proceso.
Porque la escuela ya no es un lugar físico… la escuela son nuestros vínculos, la escuela somos nosotros.
*Prof. Nacional de Inglés. Coach Educativa. Creando Puentes Consultora.
CP