OPINIóN
Ruido

Congreso nacional: una deliberada caja de distorsión

El debate de la Ley Bases dejó al descubierto una Argentina representada en dos mitades que, lejos de tener puntos de acuerdo programático, se acercan por “la rosca” en transferencias para políticas públicas, excepciones impositivas, etc.

Votación Ley Bases
Votación Ley Bases | Captura

El debate sobre la Ley Bases sigue dando mucho que hablar y más en un contexto de conflictividad en cercanías que promete un último capítulo en su nuevo tratamiento por los diputados y diputadas.

Lo que resulta interesante ver de la imagen y los discursos de la sesión de senadores es la paridad, la argentina representada en dos mitades. Pero esas dos mitades lejos de tener puntos de acuerdo programático tienen, en algunos casos, puntos de acercamiento gracias a la muñeca, a la rosca y desenrosque, en transferencias para políticas públicas o excepciones impositivas, etc.

En el punto más álgido, lo que seguimos viendo es que más que alcanzar consensos mínimos y estables, se alcanzan a poner en pausa momentáneamente la tensión propia de la exposición de los disensos gracias a los acuerdos financieros del Estado Nacional con las provincias, y en algunos casos, nos encontramos con algo peor: la distorsión política.

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¿Y a que nos referimos con la distorsión en el debate y práxis política?

Nos referimos al punto en donde incluso los más avezados políticos, analistas y lobistas han perdido el norte en el debate de la ley en términos sistémicos, congruentes, razonables, que incluso haya perspectivas que internamente se contraponen entre sí. Un Frankenstein.

Se busca en todo momento, desde la letra del proyecto hasta la palabra en el recinto, en la calle y en los medios tradicionales y redes, que se mantenga un alto grado de deformación, polarización, falacias argumentativas, fake news"

Esa es una distorsión en el debate público, si nos atenemos a la distancia y las diferencias que hoy encuentra el texto original enviado por el Poder Ejecutivo, las diferencias de las bancadas sobre el texto, las estrategias discursivas que se extreman en odio e irracionalidad, en donde la autoridad de las fuerzas de seguridad es puesta en duda por los manifestantes pero, increíblemente, por otros funcionarios como los legisladores que son resguardados por estas fuerzas.

Es decir, la distorsión, como su definición lo indica es una serie de actos de deformación, desequilibrio, mentiras e incluso ruido que desorienta, para no dejar en claro la posibilidad de que las versiones discursivas en pugna de los actores con responsabilidad y la sociedad civil se encuentren o tengan al menos un mapa de ruta claro, cercano a la veracidad.

“Si se habla de reformas de verdad, la Ley Bases tiene gusto a poco a la lógica del FMI”, indicó un economista

La distorsión entonces fue y será parte del debate continuado en tanto es una decisión de sectores políticos que esto ocurra, se mantenga activado en la opinión pública. Se busca en todo momento, desde la letra del proyecto hasta la palabra en el recinto, en la calle y en los medios tradicionales y redes, que se mantenga un alto grado de deformación, polarización, falacias argumentativas, fake news, filtros informativos para que las redacciones jueguen un rol legitimador de una visión sin que importe la claridad y transparencia repúblicana.

Por todo lo anterior, no desconocemos los aportes de muchos autores clásicos y contemporáneos para los cuales la comunicación política (Wolton, Edelman, Champagne, Laclau, Mouffe, Perloff, Riorda, Elizalde, Fara, etc.) contiene una sustancia de conflicto, o disputa, o a los antagonismos, la confrontación y hasta el no reconocimiento del otro como actor cívico.

Ergo, desde sus diagnósticos, no podemos no dejar de reconocer y alertar cómo es que seguimos en nuestro contexto corriendo los límites de lo imaginable o posible.

Estamos a tiempo de reencauzar los discursos y prácticas de legisladores y responsables de partidos o frentes. La ciudadanía ya no válida a secas estos extremos, más bien los tolera en la esperanza de que algo cambie para mejor. Pero, resultó que aún no está claramente a la vista ni en los discursos públicos que los resultados nos conduzcan a un final distinto.