OPINIóN
Plenitud

Cómo manejar las emociones

Conectarnos más con el amor que sentimos energiza; por el contrario, desear nos vincula más con el mundo exterior y lo que el ego busca en él, aunque tal vez no sea el mejor camino hacia la armonía. Dónde está el equilibrio.

Meditación
Cómo practicar la atención plena diariamente. | Pexels

En nuestra sociedad actual, a menudo buscamos soluciones rápidas y superficiales para nuestros problemas emocionales. Compramos regalos, hacemos promesas y buscamos gratificación instantánea, creyendo que estos gestos podrán conquistar o retener a nuestras parejas y seres queridos. Sin embargo, el amor, afortunadamente, sigue siendo una de esas cosas que no se pueden comprar ni vender. El amor auténtico, el amor universal, tiene la capacidad de cambiarlo todo, y para comprenderlo plenamente, necesitamos aprender a ser conscientes de nuestras emociones y de nuestro ser interior.

El amor universal, cuando se entiende como la esencia misma de nuestro ser, puede transformar nuestras vidas de maneras profundas e inimaginables. Sin embargo, el ego y la mente, con todas las estructuras y aprendizajes que acumulamos a lo largo de nuestra vida, a menudo interfieren y entorpecen esta conexión esencial. Soy un firme defensor de la idea de que el amor es la esencia que todo lo puede. Cuando observamos la energía pura de un alma, esa esencia sin contaminar por el ego, nos damos cuenta de que el amor verdaderamente lo puede todo.

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La clave está en aprender a conectarnos más con el amor que sentimos y menos con lo que deseamos. En mi trabajo, hago una distinción clara entre la necesidad y el deseo. La necesidad está vinculada con lo que sentimos como alma, con esa energía pura que es nuestra esencia. El deseo, por otro lado, está conectado con el ego y el mundo exterior, con lo que queremos tener y alcanzar. Esta distinción es crucial para evitar malas energías y envidias, y para mantenernos centrados en lo que verdaderamente importa.

La clave está en aprender a conectarnos más con el amor que sentimos y menos con lo que deseamos" 

Un aspecto fundamental para manejar nuestras emociones es el silencio. El silencio nos protege de las malas energías y nos permite reflexionar y conectarnos con nuestro ser interior. Por ejemplo, cuando una mujer queda embarazada, siempre recomiendo que durante los primeros meses mantenga esta noticia en silencio. 

La energía negativa y la envidia pueden tener un impacto real en nuestra vida, aunque no creo en la brujería ni en supersticiones, sí creo en la energía positiva y negativa. Respetar el silencio y ser conscientes de lo que compartimos con los demás es una forma de proteger nuestra paz interior.

Para manejar nuestras emociones de manera efectiva, es crucial ser conscientes de nuestro estado en todo momento. Preguntarnos constantemente qué tenemos que aprender de nuestras experiencias, ya sean buenas o malas, nos ayuda a cambiar nuestra vibración y a crecer espiritualmente. Aprender de lo bueno es maravilloso, pero también es importante aprender de lo malo. Abrazar las malas rachas o los momentos difíciles en nuestra vida nos permite entender las lecciones que el universo nos está presentando.

La necesidad está vinculada con lo que sentimos como alma, con esa energía pura que es nuestra esencia. El deseo, por otro lado, está conectado con el ego y el mundo exterior"

La enfermedad, por ejemplo, puede ser vista como una expresión de lo que el alma calla. Nuestro cuerpo refleja lo que está ocurriendo en nuestro interior. Cada dolencia, cada síntoma son un mensaje que debemos aprender a interpretar. Si somos conscientes de este vínculo entre el cuerpo y el alma, podemos transformar nuestras vidas. Por ejemplo, si alguien sufre una enfermedad en los ojos, podría ser una señal de que hay cosas que no quiere ver o aceptar en su vida. Es importante detenernos, reflexionar y entender estos mensajes para poder sanar tanto física como emocionalmente.

La conciencia es la base para manejar nuestras emociones y vivir una vida plena y equilibrada. Ser consciente de dónde estamos parados, de nuestras relaciones, de nuestras acciones y reacciones, nos permite aprender y evolucionar. La vida es un constante aprendizaje, y cada experiencia, buena o mala, nos ofrece una lección valiosa. Ser consciente nos ayuda a abrazar estas lecciones y a transformar nuestra vida de manera positiva.

Ser consciente es fundamental para manejar nuestras emociones. Nos permite conectarnos con nuestra esencia, entender nuestras necesidades y deseos, y protegernos de las energías negativas. A través de la conciencia, podemos aprender de nuestras experiencias, sanar nuestras heridas y vivir en armonía con nosotros mismos y con el universo. La conciencia es el camino hacia la verdadera plenitud y el amor incondicional.

* Conferencista Internacional, Instructor de Meditación, abogado, escritor