La adolescencia es un período singular en la vida de una persona, caracterizado por una serie de cambios físicos, hormonales, emocionales y sociales que son un desafío tanto no solo para los propios adolescentes sino también para los adultos que los rodean.
En este tiempo de la vida se produce lo que se llama un “proceso de individuación”, es decir, el adolescente está físicamente preparado para la procreación y la exogamia, pero aún hay un tiempo dónde está desarrollando sus capacidades mentales para hacerlo, por lo cual hay una lucha constante por la búsqueda de su libertad e individualidad, mezclada con la necesidad de afecto y contención de su familia.
Para entender a un adolescente, es fundamental reconocer que están viviendo una serie de cambios significativos en su vida. Físicamente, están experimentando un rápido crecimiento y desarrollo hormonal, lo que puede afectar su estado de ánimo y comportamiento. Este cambio rápido hace que muchas veces se sientan incómodos con su propio cuerpo, y el cuerpo se convierte, muchas veces, en un enemigo o un aliado para mostrar sus emociones.
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Emocionalmente, están explorando su identidad y buscando independencia de sus padres y figuras de autoridad. Socialmente, están estableciendo relaciones con sus pares y jugando a través de roles las complejidades de la amistad y el amor.
Es importante recordar que los adolescentes están en proceso de formación y la presión para encajar es algo que está muy presente en esta edad, y por esto puede haber cambios en su personalidad de acuerdo con el entorno en el que se encuentre. Como adultos, es importante brindarles apoyo, comprensión y orientación durante este período de cambio.
Convivir con un adolescente se puede convertir, entonces, en todo un desafío, ya que es probable que experimenten cambios de humor, rebeldía y desafíos en la autoridad. Por lo que hay que poner límites claros, consistentes y amorosos, y al mismo tiempo darles un espacio para expresarse y tomar decisiones por sí mismos. En esto es importante mostrar que se está poniendo un límite en la conducta y no criticando su persona (por ejemplo, no es lo mismo decir “hoy no limpiaste tu cuarto ni hiciste tu cama” que decir “sos un vago y un sucio”) Fomentar la comunicación abierta y respetuosa es fundamental para mantener una relación positiva con un adolescente.
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Además, es importante involucrarse en la vida de un adolescente de manera activa, mostrando interés en sus actividades, pasatiempos y preocupaciones. Esto les da un sentido de apoyo y pertenencia, y les ayuda a sentirse valorados como individuos y va a hacer que la comunicación con ellos sea mucho más fluida. La comunicación efectiva es clave para hablar con un adolescente. Es importante escuchar activamente, mostrar empatía y validar sus sentimientos y experiencias. Aunque nos parezca poco o simple, la problemática del adolescente es su mundo, muchas veces muy difícil de llevar, por lo que validar sus emociones es fundamental. Evitemos juzgar o criticar, y hasta muchas veces dar consejos si no los piden y preparémonos a escuchar y acompañar.
Es trascendental recordar que los adolescentes pueden ponerse muy cuidadosos o reacios a abrirse, especialmente sobre temas sensibles como la sexualidad, las drogas o la depresión. Es importante, entonces, crear un ambiente de confianza y seguridad en el que se sientan cómodos compartiendo sus preocupaciones y buscando ayuda cuando sea necesario.
Hay varios desafíos psicológicos durante esta etapa de desarrollo:
Identidad y Autoestima. Los adolescentes están explorando quiénes son y qué quieren en la vida, lo que puede generar confusión y ansiedad sobre su identidad y en especial su autoestima. La mayoría de los adolescentes, aunque no lo muestre externamente, lucha constantemente con su autoestima.
Presión de Grupo. La influencia de los amigos y el deseo de encajar pueden llevar a comportamientos arriesgados o poco saludables.
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Problemas Familiares. Los conflictos familiares pueden tener un impacto muy importante en la salud mental de un adolescente.
Salud Mental. Los adolescentes pueden enfrentar problemas de salud mental, como depresión, ansiedad o trastornos alimentarios, que requieren atención de la familia (no crítica) y apoyo profesional.
Entender, convivir y hablar con un adolescente requiere paciencia, comprensión y empatía. Al brindarles un ambiente de apoyo y orientación, podemos acompañar en los desafíos de la adolescencia y desarrollar las habilidades necesarias para convertirse en adultos saludables.