Vivimos hiperconectados, cada clic, cada compra online, cada mensaje parece respaldado por una red impenetrable de tecnología. Sin embargo, esa sensación de seguridad puede ser engañosa. Detrás de cada dispositivo hay una pieza clave que ninguna inteligencia artificial puede reemplazar: las personas. Y en esa interacción humana se encuentra la mayor fortaleza y a su vez debilidad de la ciberseguridad.
Hablemos de la "capa 8". Puede sonar técnico, pero es un concepto tan simple como poderoso: la capa 8 somos todos. Es ese eslabón humano que, con un solo clic impulsivo, puede abrir la puerta a un ciberdelincuente. No importa cuán avanzado sea el software de seguridad o cuántos millones se inviertan en firewalls, si el usuario cae en un engaño, todo se desmorona.
Los ciberdelincuentes lo saben. Por eso, han perfeccionado el arte del engaño. Ya no se limitan a correos mal redactados o amenazas burdas. Ahora crean deepfakes que replican la voz y el rostro de alguien que se conoce, como el jefe, solicitando una transferencia urgente. Generan llamadas que imitan la voz de un ser querido en apuros o diseñan mensajes que parecen saber exactamente qué necesita la victima. Es un juego psicológico, y todos estamos en la mira.
La solución no está solo en la tecnología, aunque ésta es vital. Se trata de algo mucho más humano: educación, conciencia y prevención. Imagina que todos pudieran identificar un mensaje sospechoso o que nadie compartiera información personal sin reflexionar. Sería como agregar una capa extra de protección, una que no puede ser hackeada.
Por ejemplo, las empresas pueden invertir en las herramientas más avanzadas, pero también necesitan educar a sus equipos. Capacitaciones regulares, simulacros de ataques y una cultura donde preguntar y verificar no sea visto como desconfianza, sino como responsabilidad, son esenciales. Porque sí, el phishing es un enemigo formidable, pero un empleado preparado puede ser su peor pesadilla.
Esto también se aplica a todos nosotros como individuos. Reducir la información que compartimos en redes sociales, utilizar verificaciones en dos pasos y pensar dos veces antes de hacer clic en un enlace, son pequeños pasos que hacen una gran diferencia. La ciberseguridad no es solo una preocupación para grandes corporaciones o gobiernos; es algo que nos afecta a todos. Desde el abuelo que confía ciegamente en un correo sospechoso hasta el adolescente que comparte sin pensar, todos jugamos un papel crucial.
La "capa 8" puede ser la puerta de entrada de los ciberdelincuentes, pero también puede ser el escudo más resistente. Todo depende de cómo decidamos actuar. La tecnología puede ser compleja, pero la ciberseguridad tiene un principio simple: si sabemos más, caemos menos.
En este juego, el conocimiento es poder, y la prevención es la mejor estrategia. Con las herramientas adecuadas, la educación correcta y un poco de precaución, la "capa 8" puede convertirse en nuestro mayor aliado. Porque al final del día, la verdadera ciberseguridad no está en las máquinas, está en nosotros.
*Especialista en ciberseguridad y CEO de Whalemate