OPINIóN
Oler a futuro

Buenos Aires (im)potencia

“En la Ciudad de Buenos Aires pasa algo que no pasa en casi ningún lugar del país, no hay ninguna relación de las fábricas con su gobierno” dice el autor. Sin embargo, CABA tiene casi 35 empresas cada 1000 habitantes, aunque hay unas 10.000 PyMEs menos que hace 10 años. Cuál es el panorama.

Revolución comercial en CABA: Barrios emergentes que lideran el surgimiento de nuevos locales
Revolución comercial en CABA: Barrios emergentes que lideran el surgimiento de nuevos locales | CREDITO PERFIL

Argentina necesita de una ciudad que pocos conocen. Una fábrica de futuro abandonada por todos.Están ahí pero nadie las ve. Para la gente que pasa, y hasta para los vecinos, son sólo grandes portones u oficinas vacías, persianas bajas que sólo suben para que entre o salga un camión misterioso de vez en cuando.

Cuando entrás, cuando cruzás el portal hacia lo desconocido, te encontrás con máquinas y procesos productivos, con técnicos y profesionales, con la economía real, con lo importante, a corazón abierto. Hablás con los dueños y ratificás lo que parecía, no hay vínculo con lo local, pero no sólo con transeúntes o vecinos, sino que en la Ciudad de Buenos Aires pasa algo que no pasa en casi ningún lugar del país, no hay ninguna relación de las fábricas con su gobierno sub-nacional: “sólo para cobrar impuestos, creo que no saben que existimos”.

Tan poco le importa la producción, la industria y la innovación al Jefe de Gobierno Jorge Macri que al principio de su gestión designó para la cartera de Desarrollo Económico a Roberto García Moritán, el ex marido de Pampita. Hasta empresarios hiper oficialistas confesaban en cócteles por lo bajo, mientras el Ministro intentaba hilar fallidamente una idea o hablaba desde el sentido común más básico, “es un buen chico pero es bastante tonto”.

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Tan poco le importa contener y desarrollar la producción a Jorge Macri que después de la renuncia de Moritán por corrupción, hace ya varios meses, no nombró a nadie al mando del Ministerio para que lo reemplace.

Lo cierto es que la Ciudad de Buenos Aires tiene, por lejos, la mayor densidad empresarial de todas las jurisdicciones del país, tiene casi 35 empresas cada 1000 habitantes, cuando el promedio tiene 12. En cantidad de empresas está sólo después de la Provincia de Buenos Aires, tiene el 20% de las empresas argentinas y está por encima de Córdoba y Santa Fe.

Palermo no se reconvirtió como se piensa de la mano de la especulación inmobiliaria macrista sino desde la producción, la innovación industrial y el repunte del consumo peronista"

Hay más de 100.000 empresas en CABA, casi todas PyMEs, y el 10 por ciento de esas empresas son industriales. Argentina y el mundo se curan con medicamentos y reactivos complejos hechos en laboratorios de Villa Crespo y Chacarita, y con equipamiento médico de Balvanera o San Nicolás; nos divertimos en familia con juegos de mesa fabricados en Mataderos o Lugano; la ropa de marca que llega hasta las vidrieras europeas más reconocidas se confecciona en el barrio de Soldati; los muebles y artefactos de iluminación salen de pequeños talleres de Barracas o Palermo; aplicaciones y software de nuestros teléfonos y computadoras surgen de oficinas en Parque Patricios o Pompeya; autopartes o piezas metalmecánicas para nuestras casas que salen de Paternal o Agronomía. Empresas que nacieron hace 20, 30 o 70 años en la Ciudad de Buenos Aires y que todavía tienen mucho para crecer.

Perfil inauguró sus oficinas en el Distrito de Diseño

Lo que no hay en CABA desde hace más de 15 años son políticas públicas que apoyen a las empresas locales. A contramano de la mayoría de las provincias Argentinas, en CABA hay unas 10.000 PyMEs menos que hace 10 años. Cayó la cantidad de empresas en todos los rubros salvo en el de construcción, y eso tal vez sea porque el único impacto de su única política productiva, “la política de distritos”, es inmobiliario. Algo preocupante, en ese sentido, es que justamente el sector de la construcción fue de los más afectados por la crisis de Milei.

De eso se trata. De que los gobiernos locales generen políticas contracíclicas en momentos de crisis nacionales, para cuidar a sus habitantes y también para hacer que sus fuerzas productivas aporten y potencien al país. La Provincia de Buenos Aires, por ejemplo, que tiene casi la mitad de las PyMEs industriales del país, tuvo que salir a contener con decenas de políticas públicas, con financiamiento, programas de asistencias técnicas, infraestructura y capacitación, el gran daño que está generando el gobierno nacional sobre la industria local. En plena pandemia, el Estado Nacional de ese momento se hizo cargo de los salarios de las empresas durante varios meses. El 36% del monto total del ATP para todo el país fue destinado a la Ciudad de Buenos Aires. Los créditos a tasa 0 para PyMEs de la industria del turismo y la cultura del gobierno nacional fueron los responsables de mantener de pie a teatros y centros culturales de grandes centros urbanos, mientras que en ciudades como Buenos Aires sobraba presupuesto y faltaban respuestas.

Pero la Ciudad de Buenos Aires no siempre fue impotente. El primero de diciembre de 1913, Buenos Aires inauguró el primer subte de Iberoamérica y del hemisferio sur del planeta. Recién 60 años después, ciudades como Santiago de Chile o San Pablo en Brasil hicieron lo propio con sus redes, que ahora duplican en kilómetros a la porteña. Hoy, por primera vez en 50 años, no tenemos ninguna estación de subte en obra. Buenos Aires también supo ser un faro artístico para todo el mundo. A partir del éxito productivo de la empresa SIAM Di Tella en el peronismo, se crea en 1958 el Instituto Di Tella, donde surgen artistas de vanguardia con trascendencia internacional como Marta Minujín o Julio Le Parc.

La manzana loca, como llamaban en aquel entonces al auditorio, taller y salas de exposiciones del microcentro porteño, transformó la ciudad y se ganó el respeto de todo el mundo. Argentina contó con una Buenos Aires más linda pero sobre todo mejor, porque era una ciudad-potencia que la contagiaba y que justamente la potenciaba en términos sociales, culturales y económico-productivos. Hasta en los peores momentos de la crisis del 2001, mucho antes de que se institucionalizara la grieta, la Ciudad tenía espasmos estratégicos que leían bien la realidad económico productiva del país y proponían una agenda de futuro.

Argentina y el mundo se curan con medicamentos y reactivos complejos hechos en laboratorios de Villa Crespo y Chacarita, y con equipamiento médico de Balvanera o San Nicolás"

El mismo día del estallido, el 19 de diciembre, Ibarra y Telerman inauguraron en Barracas el Centro Metropolitano de Diseño, una usina de vanguardia internacional que contuvo a diseñadores y diseñadoras que no conseguían trabajo en la matriz productiva destruida por el menemismo, y que los incubó para transformarlos en pequeños y medianos empresarios que repoblaron Palermo y que actualmente tienen éxito a nivel nacional e internacional. Porque Palermo no se reconvirtió como se piensa de la mano de la especulación inmobiliaria macrista sino desde la producción, la innovación industrial y el repunte del consumo peronista. En 2005, la UNESCO reconoció a Buenos Aires como la primera Ciudad de Diseño, antes que Berlín o Montreal.

El Centro Metropolitano de Diseño, que supo articular cámaras empresariales, universidades y empresas, sobrevivió a los primeros años del macrismo en la Ciudad pero después fue desfinanciado hasta desaparecer. En ese maravilloso edificio restaurado en el sur de la ciudad, en el peor momento de la historia del país, fue donde se gestaron muchas de las políticas productivas pre-macristas, como fueron los subsidios para la innovación tecnológica, las asistencias en gestión de calidad y comercio exterior o líneas de financiamiento para inversión. Fue también ahí donde se pensaron y nacieron hitos como el BAFWeek, la feria del Dorrego y Buenos Aires Digital. Ahí mismo, hoy se alquilan y hasta se prestan gratuitamente salas para eventos privados de empresas multinacionales, y no mucho más. Del amarillo moderno y eléctrico al amarillento viejo. De la París de Sudamérica a la Buenos Aires impotente.

Nos divertimos en familia con juegos de mesa fabricados en Mataderos o Lugano; la ropa de marca que llega hasta las vidrieras europeas más reconocidas se confecciona en el barrio de Soldati"

Ya van más de 17 años de macrismo en el Poder Ejecutivo de la Ciudad de Buenos Aires y más de 20 de esa convivencia con el peronismo y el progresismo en la legislatura porteña. Poco se hizo y poco se propuso. Se necesitan urgente, más en estos tiempos de abandono del ejecutivo nacional y local, leyes porteñas que creen o impulsen políticas públicas productivas, fijen presupuestos y hagan seguimiento.

Que se piensen fondos especiales para el apoyo a empresas innovadoras y/o exportadoras, que son las que a su vez pagan mejores salarios. Que se discutan reformas impositivas para intentar elevar los niveles de competitividad de las PyMEs porteñas, y equipararlos a sus niveles de productividad. Que se puedan utilizar créditos fiscales para capacitación y asistencia técnica en agendas estratégicas, como mejora de procesos, transformación digital, diseño y desarrollos de nuevos productos y marcas, nuevos materiales, desarrollo exportador o certificaciones nacionales e internacionales.

Que se conecten la producción y el consumo, con políticas de desarrollo de proveedores urbanos y periurbanos, y se eliminen eslabones caros o innecesarios. Que se recupere una agenda de financiamiento productivo y una de promoción y posicionamiento de productos, con rondas de negocios, misiones comerciales y promoción de inversiones, como lo hacen Córdoba, Santa Fe o la Provincia de Buenos Aires. Porque Argentina tiene que poder hacer pie también en su Ciudad pródiga, tiene que poder aprovechar todo eso que tiene y nadie conduce.

Como la fuerza productiva de su industria, el ingenio de sus investigadores y profesionales, la institucionalidad de Cámaras sectoriales y federaciones, todas radicadas acá. Tiene que haber una Ciudad que potencie al país, para que la Buenos Aires de Macri y Milei deje de oler a pis en cada esquina y empiece a oler a futuro.

* Director de la Consultora Marca PyME, ex Subsecretario PyME de la Nación y Profesor de la UBA.