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Arigato Microsoft o la revalorización de la desobediencia

Durante esos maravillosos y placenteros días seguimos, no solo admirando, sino deseando vivir en Japón, tres días después en lo único que pensamos fue en salir, huir aunque sea nadando.

Fallas en Microsoft: cómo se originó el problema y cómo solucionarlo
Fallas en Microsoft: cómo se originó el problema y cómo solucionarlo | CEDOC

Tokio, Naoshima, Kyoto, caminar, recorrer, conocer, mirar y comprobar, aprender, comparar, admirar. Todo eso junto y mucho más fue nuestro viaje a Japón. Adoramos su cultura, su refinamiento, su amabilidad. Hicimos planes absurdos, volver, alquilar o comprar una casa, aprender japones.

Nos ilusionaba instalarnos en una sociedad con valores tales como la honorabilidad donde lo honesto y lo amable están tan arraigados como sus oblicuas miradas sonrientes.

Dejamos atrás las ciudades y decidimos descansar de tanto ajetreo en un resort en medio de las montañas con una pileta de aguas termales dentro de nuestro maravilloso jardín japones. Sumergidos, relajados bebimos y comimos verde ! matcha, pistacho, árboles centenarios y bambúes tan interminables que sus hojas hilvanaban nubes.

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Durante esos maravillosos y placenteros días seguimos, no solo admirando, sino deseando vivir en Japón, tres días después en lo único que pensamos fue en salir, huir aunque sea nadando.

¿Qué pasó entre medio?

La caída del sistema de Microsoft implicó la cancelación de los vuelos a nivel mundial, catástrofe mediática sí, pero que ello pase en Japón es triplemente complicado.

País con magros recursos su wefare es su gente, ellos constituyen piezas de un engranaje perfecto donde cada uno es parte indispensable y eficiente y cuando digo eficiente significa dedicación y profesionalismo en cada tarea desempeñada, sea cual fuere su naturaleza, dirigir una empresa o como en la película “Días perfectos“ limpiar baños!

Pero... para los escépticos que creen que siempre hay uno esta vez les digo que este lleva mayúscula!

¿Pero qué pasa ante lo imprevisto? Ellos fueron instruidos (formateados) en diversas actitudes: son amables, profesionales, sonríen, saludan, se inclinan, ofrecen, ayudan.

Sortean dignamente también tsunamis y terremotos varios como tragedias “organizadas”.

Pero… No existe lo ambiguo. Lo imprevisto los paraliza y cuando esto ocurre, miran un ratito para arriba como esperando iluminación divina y sonríen.

El día 19 llegamos al aeropuerto de Tokio a las 9 de la mañana para abordar el vuelo de las 12 AM a NY.

Las pantallas decían: demorado, próxima salida 16.30, más tarde 18.30, una hora después, cancelado.

Con el correr del tiempo nos enteramos que no podíamos abandonar el aeropuerto, debíamos esperar; ignorábamos qué.

Acoto: debimos volver a retirar el equipaje de la cinta, hacer migraciones y buscar un hotel cercano ya que el vuelo había sido reprogramado para las 8.30 del día siguiente.

Dia 20, revisar bien la valija, agregar o sacar cosas del carrión, tomar un taxi que debimos pagar doble porque se negaba a llevarnos por tan poca distancia y volver al aeropuerto donde con desesperación leímos: vuelo demorado. Esta vez la cola duró una hora y media, despachamos valijas, check in, migraciones y subir a desayunar, vidrieras, alguna compra, caminar, esperar con una esperanza que se desmoronó rápidamente al leer vuelo: demorado.

Dos horas más tarde milagro!!!!

Logramos embarcar. Una vez dentro del avión suspiramos agradecidos, colocamos el carrión en la baulera, algunos sacamos un libro y vivimos la sensación del “por fin” interrumpida poco después por una voz pausada que anunciaba;

- Debido al exceso de tráfico lamentamos informarles la cancelación del vuelo, el cielo de NY está colapsado.

La angustia era general y cada cual la expresaba a su manera, protestas, sonidos, golpes al asiento o la rara de un chino que se hurgaba la nariz con la misma destreza con la que utiliza los palitos.

De pronto sale el capitán y dice:

- Voy a intentar llevarlos a los Ángeles.

Aplaudimos, alegría general luego de casi tres horas dentro de un avión parado y un día anterior entero esperando.

Ya nos conocíamos entre todos, se habían formado grupos y el clima era esperanzador. El piloto estaba en comunicación con LA para que nos dieran una nueva ruta y si esta no salía iríamos a Seattle o a Houston, cambiarían personal, combustible y en una hora estaríamos rumbo a NY.

Esperar una vez más y lo hicimos, habíamos aprendido por tanta experiencia y nos salía cada vez mejor.

Pero, por otro de tantos innumerables, luego de estar otras dos horas más dentro de un avión en tierra volvimos a escuchar la desencantada voz del capitán diciendo que lamentablemente el vuelo había sido cancelado!

No alcanzan las palabras para describir el desánimo general.

El avión no podía moverse en la pista, debíamos esperar a que vinieran a buscarnos, otra hora de encierro esperando los demorados buses que nos llevarían a recoger nuevamente nuestro equipaje para luego hacer migraciones con la consabida prohibición de que nadie, absolutamente nadie, podía abandonar el aeropuerto.

En fila y parados luego de 10 horas debíamos esperar dos buses que no llegaban y cuando lo hicieron entramos “en un embace” que nos era muy pequeño.

Otro error en nuestra ya maltratada esperanza, fue pensar que al llegar a destino las puertas se abrirían, pero no. Apretujados, sin asientos, la mayoría fuimos prisioneros por un tiempo tan largo que alguien se descompensó, el humor se fue caldeando. Afuera un japonés de edad avanzada y tres empleadas del aeropuerto nos rodeaban hablando entre ellos. Adentro nosotros convertidos en rehenes inútiles.

Me pregunto, ¿para los budistas el tiempo transcurre?

Los vidrios se empañaron, el aire olía y la gente más! Jamás una explicación, ni una disculpa.

Algo que ignoraba, es que la gran mayoría en Japón solo habla japonés.

-       You speak english?
-       A little, dicen juntando pulgar e índice.

No soy violenta pero tampoco obediente. Con un enorme anillo que compré en un mercado anticuario de pulgas decidí golpear el vidrio del bus para llamarlos.

Al escuchar el ruido sobresaltado uno de ellos dio vuelta la cabeza y me hizo un gesto de espera, pero esa palabra hacía horas que se había agotado. Volví a golpear, esta vez más fuerte y de manera intermitente.

Nunca había visto un japonés aterrado; se comunicó con otra compañera carcelera y así, golpe tras golpe abrieron las puertas. La orda en que habíamos quedado convertidos se vio obligada a tomar un solo ascensor, 800 casi humanos que se apretujaban para entrar antes y al borde del peligro, apurados para llegar a…
¿A dónde? A una sala con chicas uniformadas que custodiaban tres scanners. ¿Para qué? Jamás lo supimos.

-       Somos los del vuelo cancelado, venimos de estar horas dentro de un avión parado, otra en un bus sin movimiento y hace dos días que vivimos 14 horas aquí adentro, ¿me pueden explicar por qué no nos dejan pasar para irnos? Dije.

Ella sonreía y hablaba por el speaker.

- Wait please.

Pregunto, ¿qué estábamos esperando? Eran tres empleados y dos scanners en una gran sala despojada. Con su manito enguantada una de ellas había un gesto de “hacia atrás”. Harta y algo en broma, propongo a la furiosa multitud cebada por Noa mi nieto que me daba coraje;

-       Avancemos!

-       Vos primera que te seguimos!

Partí decidida sorteando dos japonesitas del control.

Nadie avanzó. Solita y sola!

Una de ellas alcanzo a agarrarme del brazo para detenerme

-       Dont touch me, grite.

Me soltó.

Mi novio, psicoanalista, preocupado dice que no me desborde que me pueden meter presa. No estoy desbordada, estoy enojada.

En ese momento un hombre sale del gentío e imitando mi gesto avanza, la multitud lo sigue, parece que ciertos hombres actúan ideas femeninas.

¡Las multitudes los prefieren hombres!

Salimos haciendo burla, gritando, una de ellas se tapaba las orejas con sus diminutas manos enguantadas.

Al día siguiente volver a las 8 de la mañana, tercer día sin viajar.

Ahora escribo esto a 11.000 metros de altura luego de haber tenido que dejar las valijas sin despachar para abordar el avión solo con los boarding pass y sin equipaje.

Las compras y regalos llegaran en un mes, a esperarlos pues somos profesionales en ello.

Arigato Microsoft