OPINIóN

“¡Argentinos, a las cosas!”, decía Ortega y Gasset

Ante la falta de empatía social, hoy es revolucionaria la solidaridad. “De los restos dispersos del cuerpo social se debe construir un monstruo remendado que camine torpe pero decidido”, sostiene el autor. “Ninguna sociedad puede ser próspera ni feliz si la mayor parte de sus miembros son pobres y miserables”, no lo dice él sino Adam Smith.

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Tendencia. Se dice que la Argentina es solidaria, seguro lo es, aunque no significa que sea generosa. | Red solidaria

Tratando de descubrir dónde echar la culpa
Pero cuando se trata de eso, no sirve de nada tratar de fingir
Porque cuando llega el momento no hay nadie aquí a quien culpar
Échame la culpa a mí, puedes culparme a mí
Sólo somos ratones de azúcar bajo la lluvia
(“Fish”, Derek Dick)

La letra de la canción Sugar mice ("Ratones de Azúcar")”, narra la desesperación de un desempleado que tiene que emigrar durante el “thatcherismo” y que habla con sus hijos por teléfono mientras bebe en un bar sintiéndose culpable de su desgracia, aun sabiendo que no lo es y entendiendo que, al fin, ni siquiera importa de quién es la culpa. Lo que importa es conseguir trabajo y alimentar a los niños.

Podría parangonarse esta situación con la de la oposición verdadera al gobierno argentino. No importa de quién es la culpa, lo que ocurrió devino en lo que ocurre, y hay que trabajar para rencauzar las causas justas. Échenme a mí la culpa, si quieren, pero hay que ir “a las cosas”.

Sin embargo, antes de ir “a las cosas”, veamos: La “pseudoizquierda” que se supuso una marea roja ante el neoliberalismo y que devino en una marea rosa, con sus antecedentes y sus recidivas, se esfuerza para no hacerse cargo de que su propio desastre lo provocó ella mismacon sus políticas favorables a la globalización, sobre todo la cultural. 

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Capitalismo o comunismo: ¿cuál promete un mundo mejor?

Sabemos que quienes aprovecharon de forma integral estas reformas “rosas” fueron los hombres del mundo financiero, destructor y despreciador del trabajo, a través del salvataje infame de banqueros que descargaron sus culpas sobre los inocentes. Esa marea rosa era la que prometía la tercera vía (muy lejana de la “tercera posición”) que no fue más que la ruta de acceso a una de las auto traiciones más grandiosas de las que se tenga memoria, la de renunciar a la justicia social en nombre de un asistencialismo que no es más que una rendición de las “izquierdas” frente a los poderosos del mundo.

Ugo Palheta, crítico del neoliberalismo dijo: “el corazón de los éxitos de la extrema derecha es que ha logrado politizar los miedos que atraviesan nuestra sociedad: al deterioro social para uno mismo o sus hijos, al desempleo, la precariedad, la inseguridad”. 

Esa marea rosa era la que prometía la tercera vía (muy lejana de la 'tercera posición') que no fue más que la ruta de acceso a una de las auto traiciones más grandiosas de las que se tenga memoria"

Vale decir, se ha dejado a las personas reales solas, libradas a su suerte, se los ha convertido en meros individuos en nombre de “lo social”.

Este sistema que premia al individuo auto satisfecho tiene su “ejemplaridad”: el hombre que desde cualquier parte puede llegar a lo más alto, a trascender sus fronteras y discursear frente a los poderosos siguiendo sólo una autopercepción cuasi mesiánica y dos breves e inconsistentes consignas capaces de ser viralizadas en X (ex Twitter). 

Esto es recurrente a lo largo de la historia, aparecen los provocadores que exhiben todas las fallas del sistema pero no están dispuestos a reparar sino más bien a romper, para que quede de manifiesto lo más importante: su ego"

Es el imperio del más puro cinismo que aparece confrontando con el poder colectivo en nombre del “yo” autosuficiente en estos tiempos en que la política y la representación están en crisis. Esto es recurrente a lo largo de la historia, aparecen los provocadores que exhiben todas las fallas del sistema pero no están dispuestos a reparar sino más bien a romper, para que quede de manifiesto lo más importante: su ego. Narcisistas y cínicos, están lejos de las enseñanzas de un moralista que afirmó que el “Estado debería impulsar e incluso imponer” la educación pública de las clases trabajadoras.

El beneficio económico, social y ecológico pueden ir de la mano

Pero volvamos a nuestro tema. Si para el peronismo, todo lo que queda es electorado y no pueblo, merece su presente y, seguramente, desertará de su futuro antes de resignar lo último que debe perder: la dignidad. O si no, será un ratón de azúcar más bajo la lluvia.

Lo revolucionario hoy no pasa meramente por romper cadenas, sino por entrelazar hilos, delgados hilos de solidaridad, caridad y nobleza"

Lo revolucionario hoy no pasa meramente por romper cadenas, sino por entrelazar hilos, delgados hilos de solidaridad, caridad y nobleza. Lazos, tejidos. Porque lo que está exhibido, expuesto, es la ruina que se ha cernido sobre la más mínima expresión de empatía por el sufrimiento de los otros. De los restos dispersos del cuerpo social se debe construir un monstruo remendado que camine torpe pero decidido. De esos restos que lo constituyen, que son el descarte, lo que no ha quedado consumido, se debe construir virtud, ejemplaridad de otro tipo que la del emprendedorismo a la carta que hoy impera.

Así como empezamos con una cita de un cantante escocés, terminamos con esta afirmación (tal vez sorprendente para muchos inadvertidos) de un pensador también escocés: “el hombre debe vivir de su trabajo y su salario debe ser al menos suficiente para su sustento. Ninguna sociedad puede ser próspera ni feliz si la mayor parte de sus miembros son pobres y miserables”. 

Parece algo así como que “nadie se realiza en una comunidad que no se realiza”. 

Ah, el moralista antes aludido y el autor de la última cita son el mismo, Adam Smith, La riqueza de las Naciones, Libro I, Capítulo 8. Del salario del trabajo…¿Sí?... Sí.