Tenemos el talento, las universidades y el ecosistema para ser protagonistas en la revolución de la inteligencia artificial, pero la falta de inversión y la fuga de cerebros parecen alejarnos. Cómo revertir esta situación.
Hablemos de revoluciones. La Revolución industrial de 1765, originada en Gran Bretaña, marcó el inicio de una economía industrial y urbana. A partir de ella descendió una segunda, entre 1870 y 1914, que convirtió a Estados Unidos y Japón en potencias. Introdujo nuevas fuentes de energía como el gas y la electricidad y en esa misma época aparecieron los aviones y otros transportes modernos.
Podemos contar revoluciones más cercanas a la nuestra como la nuclear en 1969 y la de Internet en los años 2000. Entonces propongo pensar, al igual que otros contemporáneos dedicados a la Inteligencia Artificial, que esta tecnología también trajo consigo una nueva revolución.
Desde su irrupción en el ojo público en 2019, la IA es utilizada por un abanico de usuarios: estudiantes del colegio y la universidad, artistas, curiosos incluso personas que la consultan antes de sacar un turno médico. Al igual que sus predecesoras, es una revolución para el mundo laboral por la gran cantidad de puestos de trabajo que genera.
Pero a diferencia de las primeras revoluciones, la de la IA incluye y abraza a Latinoamérica. A nivel regional, los argentinos no debemos subestimar estos datos porque somos un país que rebalsa de talento humano. A lo largo del territorio hay empresas tecnológicas y startups especializadas en IA aplicada a sectores claves como salud, fintech, agroindustria y retail.
Según el último informe de la Secretaría de Innovación, Ciencia y Tecnología, Argentina tiene el potencial de convertirse en un referente en IA en la región en cinco años"
Además, existen iniciativas académicas y centros de investigación de gran prestigio, con reconocidas universidades que forman talento especializado. Como si fuera poco, se crean comunidades y organizan eventos de IA que promueven la interacción entre investigadores, empresarios y desarrolladores.
Los datos oficiales lo confirman. Según el último informe de la Secretaría de Innovación, Ciencia y Tecnología, Argentina tiene el potencial de convertirse en un referente en IA en la región en cinco años si “combina su talento en el desarrollo de software, su capacidad emprendedora y su ecosistema tecnológico”.
El documento destaca al sistema educativo nacional, con sus universidades públicas y privadas que forman ingenieros, programadores y especialistas en IA, ciberseguridad y big data. Y señala como un gran valor el ímpetu de su talento por seguir perfeccionando sus habilidades en cursos, bootcamps y certificaciones.
Sin embargo, hay un obstáculo en el progreso del país respecto a la IA y es la falta de inversiones que hay para el desarrollo de la herramienta. Existen algunos fondos de inversión y aceleradoras con foco en IA, aunque todavía no a la escala necesaria para generar un impacto masivo.
Así, lastimosamente, los estudiantes que depositan sus esperanzas en hacer una carrera en tecnología, terminan trabajando para empresas de afuera. Los sueldos para estas organizaciones son baratos, pero para nosotros, debido a la diferencia cambiaria, son importantes.
Frente a estas adversidades, el optimismo nunca viene mal. Creo que todavía hay tiempo para revertir la situación que sufren miles de talentos nacionales y así encaminarnos a la predicción del informe.
El grano de arena que aportamos desde el Instituto Argentino de Inteligencia Artificial (INARIA) es premiar proyectos innovadores, que piensen a la IA como una herramienta que puede hacer un mundo más equitativo y que mejore la calidad de vida de las personas. La convocatoria se abrió recientemente y está destinada a proyectos provenientes de instituciones académicas, empresas, organizaciones gubernamentales, ONGs y ciudadanos individuales.
A veces olvidamos que a raíz de las revoluciones industriales del siglo XIX y siglo XX se perdieron vidas de obreros y obreras que enfermaron por su trabajo en las fábricas y también que los patrones explotaban a los niños. Ni hablar del daño que hicieron al medio ambiente.
Por eso, al fomentar el desarrollo de proyectos responsables de IA que prioricen la ética, la transparencia y la sostenibilidad, creemos estar dando un paso hacia un futuro donde sea una herramienta al servicio del bien común y el desarrollo del país.
*especialista en Proyectos Estratégicos de Innovación y Transferencia Tecnológica; director de Formación Profesional de INARIA
