OPINIóN
Investigación de UADE

Apuestas online: la adicción silenciosa que seduce a los jóvenes

Considerarlas un hobby juvenil y pasajero es subestimar la gravedad de un problema social que se expandió a un segmento autoaislado en el mundo virtual, ilusionado con la gratificación instantánea y que sobrevalora a gamers y streamers como ídolos y artífices de una vida fácil.

Apuestas online
Apuestas Online | Cedoc

Las fronteras del entretenimiento, la educación y el trabajo se difuminan por efecto de la vida digital. En ese contexto, y aún sin ser del todo conscientes de ello, los jóvenes enfrentan desafíos inéditos. Por ejemplo, su relación con las apuestas online, universo que emerge como un fenómeno colectivo que, en muchos casos, toma por asalto la vida cotidiana y sumerge en una suerte de “espiral del azar”.

Según un informe realizado por investigadores en Psicología de UADE, la denominada Generación Z, genuino producto de la cultura de la hiperconectividad, parece ver en las apuestas no solo una distracción sino una posible vía para resolver problemas inmediatos y obtener recompensas rápidas.

Los jóvenes crecidos con acceso constante a internet, redes sociales y, más recientemente, las plataformas de juegos y apuestas online que ya proliferan son verdaderos autodidactas, hábiles con las tecnologías y, sobre todo, demandantes de gratificaciones instantáneas. El resultado inmediato de una apuesta, del mismo modo que un like, satisface el deseo profundo de recompensas rápidas y visibles.

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Un 25% de los estudiantes de entre 12 y 19 años de colegios públicos y privados apostaron al menos una vez en plataformas digitales"

Los ídolos de esta generación ya no son los deportistas o actores tradicionales, sino los gamers y streamers, es decir, personas que juegan o distribuyen información en la esfera virtual. La fama se mide en seguidores, visualizaciones y, por supuesto, en patrocinadores. Esta figura del creador de contenido digital, que pareciera llevar una vida fácil y llena de lujos, se ha convertido en un modelo a seguir. Un modelo no exento de oscuras implicaciones, que alimenta el mito de que el éxito y la riqueza pueden llegar de manera fácil y rápida.

“Las apuestas en línea pueden ser tan adictivas como la cocaína”

No sorprende entonces que las apuestas online, que en su formato más básico permiten apostar desde una cifra mínima hasta grandes cantidades de dinero en segundos, hayan encontrado su lugar entre los adolescentes.

Según un informe de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires, entre julio y septiembre de este año un 25% de los estudiantes de entre 12 y 19 años de colegios públicos y privados apostaron al menos una vez en plataformas digitales. Este fenómeno no es aislado.

En España, las cifras son igualmente alarmantes: la inversión publicitaria en apuestas online se ha multiplicado por cuatro en los últimos cinco años, alcanza los 460 millones de euros anuales. Esta cifra refleja la magnitud del mercado, y, sobre todo, la capacidad de las plataformas para captar a los jóvenes.

Ludopatía en jóvenes: el 40% de los estudiantes universitarios apuesta en línea y el 22% tiene riesgo de adicción

El motivo detrás de este interés tiene varias aristas. En primer lugar, la búsqueda de dinero rápido. En un contexto económico incierto que presiona a los jóvenes para contribuir al hogar o lograr una independencia temprana, las apuestas se presentan como una opción que no demanda mayores esfuerzos o complicaciones.

A esta presión económica se suma la impulsividad propia de la adolescencia, esa búsqueda constante de nuevas sensaciones que forma parte de la construcción de su identidad.

Lo que para muchos adolescentes comienza como un simple juego o una manera de probar suerte, a menudo se convierte en una práctica adictiva. La rapidez del resultado, la facilidad de la operación y la ausencia de controles eficaces sume a los jóvenes en un círculo vicioso. La normalización de estas prácticas como parte del ocio -que incluso se comparte en familia o entre amigos- contribuye a invisibilizar el problema.

"¿Cuál es el problema?", se preguntan muchos jóvenes cuando las apuestas se presentan como una forma legítima de diversión. Pero es justamente esa falta de conciencia lo que agrava el cuadro. La publicidad que promete recompensas inmediatas, la facilidad para acceder a estas plataformas sin ningún tipo de filtro y la falsa sensación de control sobre el juego se combinan para crear un ambiente en el que el riesgo de desarrollar una ludopatía es más alto de lo que parece.

El entorno familiar juega un papel crucial en la prevención del fenómeno. En familias con pocos recursos o desestructuradas, la necesidad de obtener dinero rápidamente es clave. Sin supervisión, los jóvenes quedan a merced del riesgo del uso desmedido, como búsqueda de escape o de otros modelos de crecimiento y oportunidades.

La adolescencia es un terreno fértil para la exploración y la formación de identidad, pero también una etapa vulnerable a las gratificaciones instantáneas. Las apuestas digitales son un peligroso ritual de pertenencia, a cambio de costos incalculables. ¿Qué hacer ante un diagnóstico de semejante complejidad?

Se desprende la necesidad de pensar las plataformas como espacios seguros. La inteligencia artificial incluye en sus posibilidades la de crear algoritmos que identifiquen patrones de conducta asociados a la ludopatía y generen alertas tempranas. Por supuesto, las restricciones horarias específicas para menores siempre es una opción operativa y confiable, toda vez que los padres son capaces de establecer ese nivel de autoridad.

Otra clave, que involucraría medidas de alcance institucional, es la eliminación de tácticas de marketing que vinculen el juego con íconos culturales juveniles, como deportistas o influencers. Sustituir los "jingles pegajosos" y los "regalos de bienvenida" por mensajes que refuercen un uso responsable o directamente limiten la accesibilidad.

Las escuelas y comunidades tienen un rol crucial como espacios protectores frente al juego online. Una perspectiva crítica de abordaje de la ludopatía en las currículas escolares que vincule economía, psicología y ética, ayudaría a los jóvenes a reconocer los peligros y entender las dinámicas que subyacen en el juego.

La familia tiene un rol indelegable y es un potencial núcleo de prevención y apoyo. Pero para que los padres puedan actuar, primero deben estar informados. La advertencia revela que el conocimiento general sobre el tema es escaso. Hay una ausencia de conceptos medulares como riesgos de la ludopatía, recomendaciones para el diálogo con los hijos, función de las redes de apoyo y peligros del aislamiento social de padres e hijos.

Con claridad se observa que la intervención estatal es, cuanto mucho, reactiva y no anticipatoria. No se identifican inversiones en la creación de alternativas de ocio accesibles, desde talleres artísticos hasta eventos deportivos, que integren a los jóvenes en actividades que fortalezcan su autoestima sin recurrir a la adrenalina del juego.

En definitiva, el fenómeno impone un amplio pacto social. Normalizar las apuestas como un "hobby" juvenil o aceptar que su proliferación es inevitable es apostar a perder. ¿Estamos dispuestos a reinventar el cuidado de nuestros jóvenes en un mundo donde lo digital puede ser tanto un terreno de juego como un campo de batalla?