OPINIóN
Redes

Amor y validación instantánea

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Likes. Necesitamos la aprobación inmediata de lo que tenemos. | cedoc

El otro día estaba en una cena con amigos. La charla fluía, las risas también, hasta que llegó la comida y uno de mis amigos sacó rapidísimo su teléfono para fotografiar el plato. “Para Instagram”, comentó casi de manera automática, como si fuera parte del ritual. El nuevo amén. Lo curioso no fue la foto, que ya es algo cotidiano, sino lo que pasó después: él seguía mirando la pantalla, esperando los likes, como si la experiencia misma no estuviera completa hasta recibir esa validación externa. Ahí me pregunté: ¿cuándo empezamos a medir nuestras experiencias y nuestras relaciones a través de la respuesta digital? ¿Cuándo dejamos de disfrutar el momento por lo que es y comenzamos a buscar la aprobación instantánea?

Vivimos en tiempos donde muchas veces la validación se mide en likes, stickers, comentarios y emojis. El amor, como tantas otras cosas, parece estar atrapado en esa lógica de gratificación instantánea. Lo que antes era un proceso íntimo y lento, donde las relaciones se construían a través de tiempo y dedicación, hoy parece que se mide en KPIs o indicadores digitales. Una foto juntos, un comentario público, una story en las redes…, todo se ha convertido en una vitrina de lo que debería ser privado.

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Es interesante cómo esta necesidad de validación se vuelve adictiva. Nos acostumbramos a esa pequeña dosis de dopamina que llega con cada notificación, y cuando no la recibimos, sentimos que algo nos falta. No es casualidad que, en lugar de buscar conexión genuina, busquemos aprobación externa. Es más fácil medirnos a través de las métricas digitales que a través de la intimidad real, esa que no se puede cuantificar ni compartir en redes.

Pero esta lógica tiene sus trampas. Nos encontramos en una paradoja: queremos amor, pero lo queremos ya, con la validación constante que nos han enseñado a desear. Nos hemos convertido en espectadores de nuestras propias relaciones, preguntándonos constantemente si lo que estamos viviendo es lo suficientemente “bueno” para ser mostrado, para ser aprobado por los demás.

Las redes no solo han transformado la manera en que nos comunicamos, sino también cómo medimos el éxito de nuestras relaciones. Si no obtienes suficientes likes en una foto con tu pareja, ¿significa que tu relación no es querida? Si tu pareja no publica fotos contigo, ¿significa que no le importas lo suficiente? Estas preguntas, que antes no existían, se han vuelto comunes en un mundo donde el amor se mezcla con la validación pública y la presión por ser “vistos”.

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Lo más curioso es que esta necesidad de validación no es innata; es aprendida. A medida que la tecnología ha avanzado, también lo ha hecho nuestra dependencia de ella para confirmar nuestra valía. Pero en ese proceso, nos hemos alejado de lo que realmente importa en una relación: la conexión humana. Hemos permitido que las métricas digitales definan nuestra autoestima, en lugar de basarla en experiencias reales.

¿Cómo recuperamos la autenticidad en un mundo que nos empuja hacia la validación instantánea? Quizá la respuesta esté en aprender a desconectar, en encontrar momentos de intimidad que no necesiten ser compartidos, en recordar que el amor no se mide en likes, sino en gestos, en palabras, en tiempo compartido.

El desafío está en aprender a vivir más allá de las notificaciones, a valorar lo que realmente importa, a construir relaciones que se sostengan en lo que somos, no en lo que mostramos. Porque al final, el verdadero amor no es una cuestión de números en una pantalla, sino de la conexión profunda que creamos cuando dejamos de buscar la validación externa y nos enfocamos en lo que realmente importa.

* Autor y divulgador. Especialista en tecnologías emergentes.