Chistes, risas, complicidad y elogios. El telón de fondo en algunas cámaras, los instrumentos musicales. Ese es el clima que se vivió durante la entrevista que PERFIL realizó a La Máquina de Hacer Pájaros x FMSV. Hace 48 años, el grupo integrado por Charly García (teclado y voz), Oscar Moro (batería), Carlos Cutaia (teclado), Gustavo Bazterrica (guitarra) y José Luis Fernández (bajo) se despedía durante el Festival del Amor que tuvo lugar en 1977 en el Luna Park. Casi medio siglo después, sus temas volverán a ser interpretados, con uno de sus miembros originales en la formación, en lo que es un regreso "accidental" por el amor al repertorio de la banda de rock progresivo de los '70.
Tras la disolución de Sui Generis en 1975, Charly buscó crear un nuevo proyecto que le permitiera expandir y superar las fronteras musicales que había explorado hasta ese momento. De esa manera, nació La Máquina de Hacer Pájaros. Inspirados por Yes, Genesis y Emerson, y Lake & Palmer, la banda logró un sonido que rompía con las normas del rock nacional. Sus composiciones se distinguían por extensos pasajes instrumentales, cambios rítmicos inesperados y una atmósfera que oscilaba entre lo épico y lo melancólico.
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Tan solo dos años duró el grupo, tiempo suficiente para producir dos discos, uno homónimo (1976) y "Películas" (1977), así como realizar extensas giras por el interior del país y fuera de las fronteras, como en Montevideo, Uruguay. Aunque su popularidad fue breve, su impacto perduró: con una música sofisticada y enérgica, logró romper las barreras del rock progresivo y resistir el paso del tiempo.
Luego de su disolución en 1977, las pistas no volvieron a ser interpretadas, salvo en contadas ocasiones, como cuando Fernández las tocó en algunos medley durante sus presentaciones solistas. Sin embargo, en 2024, el otrora bajista reactivó la formación, ahora en el rol de guitarra líder, bajo la denominación "La Máquina de Hacer Pájaros x FMSV", junto con Juanito Moro (batería), hijo de Oscar Moro, Guido Spina (teclado) y Matias Vega (bajo).
El regreso no había sido planeado. En esa línea, Moro explicó a PERFIL que fue algo "accidental" que surgió a raíz de los ensayos que realizaban para otros proyectos, mientras que Fernández agregó que se "alinearon los planetas" para coincidir con sus compañeros "desde la química y la esencia de la música".
De esa manera, y con un énfasis en el respeto al repertorio original, buscan volver a poner en valor y darles vida a las quince piezas fundamentales de los dos discos. Después de agotar entradas en sus presentaciones en Club Lucille y ND Teatro, la próxima cita será el viernes 28 de marzo en Niceto Club y contará con la participación de Demian Sielecki en los teclados, en lo que prometen que será un "evento único e imperdible".
El regreso después de medio siglo en una época marcada por el "peso nostálgico"
—¿Qué los motivó a revivir La Máquina de Hacer Pájaros en este momento, después de casi medio siglo sin tocar?
Fernández: En realidad, lo que pasó es que nosotros empezamos a tocar juntos más o menos en la época de la pandemia. Empezamos a tocar porque teníamos ganas de tocar, entonces nos juntábamos en el estudio. Y un día alguien empezó a tocar algún tema de La Máquina y nos gustó cómo sonaba. Después se nos ocurrió empezar a tocar temas de La Máquina y así nos copamos. A todos nos gustaba ese tipo de música. Hace medio siglo que esa música no se escuchaba, no se tocaba, y nos pareció piola revivir esa música, esa época, ese estilo musical, que ahora no hay mucho de eso.
Spina: Es una música que está también muy idealizada y romantizada por el público. De La Máquina original no hay ni un video, por lo menos oficial. Están los discos, algunos audios. Hay un público muy ávido de escuchar y ver esa música en vivo, así que se nos ocurrió hacerlo, por supuesto, muy respetuosamente. Cabe aclarar que no es que esto es La Máquina de Hacer Pájaros de vuelta, sino que nosotros hacemos la música de La Máquina. La gente tuvo muy buena respuesta, se llenaron los lugares y nos dimos cuenta de que es algo que el público tiene ganas de escuchar, y nosotros de tocar.
Moro: El por qué nos juntamos en realidad fue casi accidental, no fue una cosa planificada. A mí me encanta porque fue una juntada muy genuina con ganas de tocar, pero adentro de una sala. Nadie estaba esperando que esto crezca. Por ejemplo, en la primera fecha que hicimos no teníamos ni nombre para la banda. La hicimos también para hinchar, porque ya habíamos sacado una cantidad de temas como para poder ya hacerlos en vivo. Está buenísimo, porque nació desde un lugar muy genuino musical.
Vega: Lo que hace que esto funcione, tanto en la parte musical nuestra y del público, es el amor que sentimos por esta música. Porque obviamente, José Luis fue parte del grupo, Juanito nació en la época de La Máquina, y tanto Guido, Demián [Sielecki] y yo escuchamos toda la vida esta música. No es que dijimos: "Che, llamá a este que toca re bien, tenés que sacar estos temas". Todos ya conocíamos la música y ahí se da algo que es único. Toda la música la tenemos adentro ya. Eso es muy lindo y en el público se nota lo mismo. Se nota en el escenario, se nota cuando suena la música y la gente se vuelve loca.
—Hablando del rock progresivo, quizá hoy en día no es algo tan mainstream. Mismo cuando en los '70 arrancó La Máquina de Hacer Pájaros, estaban adelantados para lo que fue el género. ¿Sienten que ahora el público está más preparado para recibir este tipo de música?
Spina: Estamos en un momento en el cual hay una apertura mayor en general. Hay como otro respeto en los artistas más jóvenes y en esa movida entra el público que también se copa con La Máquina, que dice: "Guau, mira lo que pasó con esto, mirá lo que dijeron en este momento, las canciones que hicieron". Me parece como que es un momento bastante bueno para eso, porque ya es como música clásica, ni siquiera es retro. Ya pasó a ser repertorio clásico de nuestra música, como tanta otra música que existía en ese momento.
—Si bien mencionan que no son La Máquina de Hacer Pájaros original, es volver a temas clásicos. Incluso estamos en un momento en el que hay muchas bandas que están volviendo a los escenarios, por mencionar algunas: Los Piojos el año pasado, Illya Kuryaki hace unas semanas. ¿Ven una necesidad de reconexión con el legado del rock nacional?
Moro: Puede ser. Para nosotros, no es una vuelta esto y tampoco sería como una banda homenaje a La Máquina porque hay un miembro fundador. Por ahí, lo nuevo no llena el espacio que se está esperando y uno apela a cosas que pasaron antes. Y también hay músicas que merecen ser escuchadas de nuevo e interpretadas nuevamente. Por ahí este sería un caso. Tiene un peso nostálgico también.
Fernández: Creo que es un poco distinto a que, por ejemplo, se reúnan de nuevo Illya Kuryaki o Los Piojos, porque hay gente que seguramente los vio no hace tanto tiempo. En cambio, con La Máquina ya pasó tanto tiempo que un poco hace dos cosas. Por un lado, sí, para los nostálgicos que siguieron a esta música durante todo este tiempo. Y también para los chicos muy jóvenes nos vinieron a ver, lo cual despierta como una curiosidad, porque ven algo como se hacía antes, más musical, con más arreglos. Y eso yo creo que es un aporte que podemos hacer nosotros también a las nuevas generaciones.
La conexión con el público, "catedrales sonoras" y la esencia original de La Máquina de Hacer Pájaros
—En los comentarios de Instagram sus fanáticos dicen que su música suena como “catedrales sonoras” y que al escucharlos en vivo sienten que vuelven a su adolescencia. ¿Cómo viven esa respuesta del público?
Fernández: Es maravilloso que ocurra esto. La verdad que nos sentimos muy halagados de ver que podemos lograr eso, que es la idea. La idea que tiene un músico cuando compone o cuando toca es lograr que la otra persona reciba y sienta algo, porque si no, no tiene sentido la música. Si yo toco una música solo en mi casa y nadie la escucha, no tiene sentido. Entonces, cuando vemos que hace algo en el otro que lo está escuchando, es cuando vos te sentís realmente copado con lo que estás haciendo, te das cuenta que lo que estás haciendo llega.
Vega: Si esto sucediera y yo no tocara, yo iría a verlos también. Cuando por ahí terminaba de tocar y veía cómo se acercaban los pibes, incluso a saludarme a mí... Qué lindo eso que sucede, del amor que hay por la música. Había chicos de 14 años, muy chiquitos, que escuchan a La Máquina o gente que vio a La Máquina. En el momento en el que estaba tocando, vi gente llorando y cantando desde que empezó hasta que terminó el último tema, todos a los gritos. Yo nunca viví algo así desde el lado del escenario y es super emocional, super movilizante. Incluso en el primer show estaban mi hija y mi mamá, ambas fanáticas de La Máquina, y eso hace que te lata el corazón fuerte.
Fernández: Además, lo hacemos desde la química, la esencia de la música. Realmente sentimos que se lo podemos transmitir bien a la gente, que podemos llegar al otro, al que nunca escuchó a La Máquina y al que la escuchó, de una de manera sincera y real. Es algo que no pude evitar hacerlo.
Yo nunca chapeé con La Máquina después de la separación. Seguí mi carrera musical, tocando otras cosas. Nunca volví a tocar esta música. Y ahora lo estamos haciendo con la convicción de que realmente podemos hacerlo bien y podemos transmitir esa música lo más fehacientemente posible. Tenemos una amistad, tenemos una química especial y yo soy testigo de que podemos transmitirlo prácticamente como era La Máquina.
—¿Qué puede esperar la gente de cara al show en Niceto Club?
Moro: Una banda sonando bien, principalmente. Nuestra satisfacción es que suene bien y realmente el laburo va por ahí, porque somos fanáticos de esta música y hay un respeto tal que este repertorio lo queremos tocar bien. También emocionarse, porque cada uno viene con su carga, su experiencia propia. O vienen chicos de algún lado, con un vinil en la mano porque algún padre, abuelo o lo que sea, les pasó ese legado de escuchar esta música. Lo que pueden esperar es llevarse un buen show. Vayan con ganas de pasarla bien.
Spina: Yo agregaría también que al tocar esta música con la misma formación que la original, la misma instrumentación, también hay algo de ver lo que está pasando para la gente, que eso a veces está un poco perdido. Cuando viene una parte de batería power, ves a Juanito que está cebado, cuando viene un solo de guitarra o una parte en la cual están jugando los dos teclados... Ves la sangre del nervio que tiene la música y eso genera algo. No hay una imagen de La Máquina original tocando, todo es una imaginación nuestra de cómo debía ser. Los podemos escuchar en un video en YouTube y en los dos discos, fin. Pero cómo se ponían ellos, cómo tocaban, cómo era el carácter de esa música, no. Entonces, acá un poco lo podés ver.
Vega: La puesta en escena es impactante. Antes éramos cuatro y cuando se planteó tocar solo el repertorio de La Máquina, sumamos a Demi porque necesitábamos otro tecladista y eso completa la formación original. La cantidad de teclados que llevan estos muchachos es una locura. Ver a todos tocando, cambiando, yendo y viniendo... Es un delirio, parecen científicos que están tocando.
Fernández: Si te gusta la música, no te lo podés perder. Además, ahí podés ver cómo lo hacíamos. Por eso tuvimos que buscar otro tecladista, porque en La Máquina había dos tecladistas. No escatimamos en nada, no reemplazamos cosas con pistas como se hace mucho ahora, sino que va todo ahí, a sangre. Y el resultado es completamente diferente. Así que estamos muy contentos de poder hacerlo y de que se hayan alineado todos los planetas.
Los motivos detrás de la vuelta y el impacto del legado
—José Luis, ¿cómo fue la transición y en qué cambia tu forma de interpretar estas canciones, si es que lo hace, pasar del bajo a la guitarra?
Fernández: La guitarra es algo que a mí me gusta también, sobre todo porque estamos más o menos los cuatro en la misma. Es decir, tuvimos que asumir un rol que nunca habíamos asumido. Yo ya venía tocando la guitarra desde hace mucho. De hecho, tocaba guitarras acústicas en la época de La Máquina, pero era el bajista. Y ahora soy el guitarra líder. Me parece genial volver a tocar todo este material desde otro instrumento. No sé si estaré a la altura, pero yo particularmente estoy re copado.
Además, a mi edad, es alucinante poder seguir tocando esta música y con estos amigos (Sus compañeros asienten, se escucha a Moro decir "Es un flash"). Yo creo que no es la primera vez que lo digo. Si no estuvieran Guido, Juanito y Mati, jamás hubiera vuelto a tocar el material de La Máquina, porque creo que ninguno de los integrantes originales quisimos tocar ese material así nomás: no lo quiso hacer ni Charly, ni Moro, ni Cutaia, ni Bazterrica, ni nadie. Yo me copé en hacerlo porque están Juanito, Guido y Mati. Son fantásticos, realmente yo cierro los ojos y es como estar tocando con La Máquina.
—Te pareció que la formación le hace honor a lo que fue como para traerlo de vuelta hoy en día.
Fernández: Claro, porque me pasa lo mismo que me pasaba en La Máquina. Para mí, un grupo es eso. Yo puedo tocar, pero si yo me imagino una batería, me lo imagino a Juanito; a un tipo cantando y me lo imagino a Guido, o un tipo tocando el bajo y me imagino a Mati. Es casi como algo matrimonial. Vos tenés que admirar a la gente con la que tocas, porque si viene una parte en una canción y a mí no me gusta lo que toca el baterista, no me conmueve, es como un laburo que se hace más pesado. No estás haciendo lo que a vos te gusta. Yo disfruto tocando y admiro a la gente con la que toco. Si no, no lo hago. Es así. Y eso la gente también lo recibe, me parece. Ve que nosotros estamos re copados. Y además que es una música muy difícil de tocar. No es una música que la podés tocar así nomás. Tenés que estar realmente compenetrado, copado y flaseando para tocarla, si no, no sale bien.
—Tenías apenas 16 o 17 años cuando formaste parte de La Máquina. Hoy, con 65 años, ¿cómo es volver a tocar este repertorio con toda la experiencia acumulada en el camino?
Fernández: Lo que hacía en algunas cosas me ha asombrado, dije: "¡Guau! Tocábamos esto, que es re difícil". Aparte como guitarrista tuve que ponerme a estudiar, porque no es algo que es muy fácil de tocar. La experiencia, qué sé yo. La verdad, no sé muy bien lo que es la experiencia. Te puedo hablar más de que por ahí un día me duele un dedo o me falla. Más de esas cosas que de la experiencia (Risas).
Yo creo que más que la experiencia, lo que vale es la conexión que vos tenés con la música. Sentir eso. Yo no podría tocar esta música con un tipo que se toque todo, y que yo agarre una partitura y la toque de otra manera. Tiene que estar conectado con la música desde que se levanta hasta que se acuesta. Si no, hay cosas que no se pueden hacer.
—En tu caso Juanito, ¿cómo es para vos seguir con el legado de tu padre en esta nueva etapa de La Máquina?
Moro: Después de años de terapia... No, mentira (Risas). Lo bueno es que yo además de ser hijo de Moro, soy fanático de esta música también, como humano individual. "Hijos de" está lleno. Lo bueno es lograr hacer ese laburito de sacarte la mochila y vivirlo de otra manera. Creo que yo tengo que seguir buscando al baterista que hay en mí y no seguir queriendo ser Moro. Hay una parte que es imposible, lo que se hereda no se hurta. Hay algo que ya crecí entre parches y palillos escuchándolo a él. Entonces, sería ridículo decir que no estoy totalmente influenciado por su baterismo. Influencia va a haber obviamente, además de lo genético, pero tengo que seguir mis propios pasos. Y yo lo hago con amor y con alegría.
Fernández: Yo tuve una premonición hace muchos años, justamente el papá de Juanito me dijo: "Vas a ver que vas a terminar tocando con Juanito". Yo me cagué de risa en su momento, porque Juanito era chico y yo lo veía como el hijo de Moro. Además, pensé que era un cholulaje de todo padre que dice: "Vos no sabés, mi hijo está tocando muy bien". Pero después el destino hizo que efectivamente termináramos tocando juntos.
—Mati, Guido, a lo largo de la charla mencionaron su fanatismo por La Máquina de Hacer Pájaros. ¿Qué se siente formar parte de un grupo que tanto admiraron, con el agregado de tocar junto a uno de sus miembros originales?
Vega: Yo me acuerdo que cuando fue el homenaje a Moro, yo fui y José Luis tocó. Yo tenía el primer disco de La Máquina y José Luis me lo autografió. O sea, ese nivel de fanatismo. Y de pasar de eso a tocar con él, imaginate la emoción que puedo llegar a sentir. Para mí tiene como algo extra y es que yo toco y tengo a José Luis al lado.
Me acuerdo de la primera vez que tocamos un tema de La Máquina, fue Obertura 777. Yo estaba tocando y veía que él me miraba y pensaba: "Por ahí estoy tocando cualquier cosa, la puta madre. ¿Será que no son las notas? ¿Será que lo saqué mal?". Terminamos el tema, se saca la guitarra y dice: "Hijo de puta, lo sacaste igual". Y ahí dije: "Listo, ya está". (Risas).
Spina: A mí con La Máquina, lo que me pasó fue que, en mi crecimiento musical, me voló realmente la cabeza, porque no podía entender cómo acá había sucedido algo tan genuino, tan contemporáneo con lo que estaba pasando en el mundo, pero a la vez tan argentino, algo que te atraviesa de una manera porque está en nuestros genes. En ese momento de la historia de la música, los músicos y las músicas querían transmitir algo a través de sonoridades y complejidades. Había un mensaje detrás de esas notas, de esos sonidos, de esas letras.
Cuando uno habla del amor en la música excede cuántas entradas vendiste, si desafinaste una nota, es ir a ensayar, sacar el tema, tener la posibilidad de esta emoción, que yo también tuve cuando lo conocí a José Luis o a Juanito por primera vez. Tiene que ver con un crecimiento humano. Y eso al final de cuentas, es lo mejor. Es lo único que queda. Después, todo lo demás, vendés o no entradas, te va mejor o te va peor... Eso es el random de la vida. Pero si no le sacás nada a eso, más bien, ¿para qué lo hiciste?
Gi