Ante el avance de los líderes de ideología de derecha a nivel mundial, Myriam Bregman declaró que este movimiento debe ser “enfrentado duramente” y criticó la “complacencia” y la parcialidad que reciben las declaraciones del presidente Javier Milei sobre “el retroceso en políticas conquistadas”, como el cuestionamiento de la figura del femicidio. “Todavía hay muchos que creen que hay que seguir coqueteando con Milei”, dijo en Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio JAI (FM 96.3).
Myriam Bregman es dirigente del Frente de Izquierda y fue diputada nacional hasta junio pasado. Ha sido candidata a diversos cargos: en 2015 fue candidata a vicepresidenta, en 2017 fue legisladora por la Ciudad de Buenos Aires y en 2023 se postuló como presidenta. También fue diputada por la provincia de Buenos Aires. Además, fue letrada de Jorge Julio López, el testigo que desapareció en 2006 tras declarar contra el represor Miguel Osvaldo Etchecolatz.
¿Cuánto crees que va a durar esta ola de derecha en todas partes del mundo? Hay quienes hablan de 30 años a partir de la primera presidencia de Donald Trump, otros que hablan de 30 años a partir del Brexit…
Mis deseos son claros, no están en duda. Pero creo que lo que estamos viendo en los últimos años son más bien movimientos pendulares. Es una derecha que se radicalizó, se derechizó la derecha. De esa manera trata de ocultar la crisis profunda que está viviendo este sistema capitalista, y que elige todo el tiempo construir enemigos con los cuales antagonizar, como las mujeres y los migrantes, para así no poner el foco en los verdaderos problemas de la sociedad, que son los problemas económicos.
No porque lo otro sea menor. Una persecución a migrantes es grave, y que Milei diga que va a salir a cazar zurdos es grave también, pero con estos discursos tratan de llevar la discusión a otros terrenos donde creen que pueden ganar más adeptos. Imagínense si Milei hubiese ido a Davos a contar cómo crecieron las cifras de desocupación en nuestro país, de trabajo precario, o cómo le cuesta a la familia llegar a fin de mes. También, si miramos a América Latina, la mayor parte de los gobiernos que han llegado al poder en los últimos años, llegan con un discurso bastante distinto.
Entonces, me parece que es más bien pendular esta situación, aunque en esta coyuntura lo que estamos viviendo es un fuerte avance de estos gobiernos radicalizados por derecha, con un discurso misógino. Trump llegó, empezó a ser de la suya, con un discurso muy reaccionario, y Milei también se ha subido a esa ola, aunque cuando uno los mira en detenimiento, ve que no es lo mismo el fenómeno Trump que el fenómeno Milei o el fenómeno Meloni en Italia, porque responden a situaciones muy diversas. Nadie puede comparar nuestro país, totalmente subordinado al Fondo Monetario Internacional y a las decisiones de política económica que toma Estados Unidos, con el propio Estados Unidos, que además tiene su ejército para imponerlas.
Trump arrestó a "538 inmigrantes ilegales" y expulsó a otros "cientos"
Vos decís que invertir causa y consecuencia es una forma que tiene la derecha de tapar los problemas de insuficiencia del capitalismo. Podríamos irnos a la crisis de 2008, donde los mismos de Occupy Wall Street, que se quejaban de la regresiva distribución de la renta a partir de la caída del Muro de Berlín y de la concentración cada vez más de la riqueza del 1% más rico del planeta, ocuparon el Capitolio. ¿Se puede decir que hubo una genialidad por parte de personas como Trump de invertir causa y consecuencia y dar vuelta el reclamo por la no distribución de la renta, en una manera que cambió a los responsables y los puso como causa?
Das en la clave de una de las discusiones que nosotros, como izquierda anticapitalista que pelea por el socialismo, queremos hacer. Precisamente, esos movimientos tienen una gran explosión a partir de un punto de inflexión de este sistema que es el año 2008. Allí empieza la última gran crisis económica que estamos viviendo. Muchos de esos movimientos que surgieron, como algunos que llegaron al poder, como Podemos en España, tuvieron objetivos muy cortos que los integraron rápidamente a este sistema. Empezaron con discursos muy parcializados, discutiendo querer cambiar este sistema desde adentro, participando en los gobiernos, y no cuestionando profundamente las bases de este sistema, que son las que generan esa desigualdad. Hablaron mucho de la pobreza y tal vez menos de la riqueza, o cuestionaron menos a esa riqueza. Todo eso llevó a que fueran perdiendo rápidamente expresión y perdiendo valor.
Creemos que la discusión es bastante más profunda y que lo que hay que cuestionar son las bases de este sistema que sigue llevando a que el 30% de la comida que se produce en el mundo se tire y a que tres o cuatro personajes, como estos que le gustan tanto a Milei, como Elon Musk, concentren una riqueza que uno ya no puede ni denominar en números. Esa riqueza sólo es comparable solamente al PIB de un país, ya no se puede comparar con otra fortuna siquiera. Me parece que ahí están algunas de las discusiones profundas que se vienen. No es que Trump asume ahora y todo eso lo va a resolver con bravuconadas, todo eso se tiene que llevar a la realidad. Lo que hemos visto en los últimos años es trágico: es la guerra volviendo al centro de Europa y es el aumento del militarismo.
¿Vos no le reconoces a la socialdemocracia haber creado el Estado de bienestar y haber mejorado la calidad de vida de una enorme cantidad de la población occidental durante muchos años, fundamentalmente hasta la caída del Muro de Berlín? ¿No crees que ahí hubo una correcta salida de los problemas del capitalismo?
Me parece que hay que tener una visión más dialéctica al respecto. Que las condiciones mejoraron y que hubo un Estado de bienestar donde miles de personas accedieron a derechos que hasta ese momento eran innegables, es así. Ahora, el problema es que eso tiene límites. Incluso todos esos procesos surgen como respuestas a las revoluciones de principios del siglo pasado, como la Revolución Rusa y tantos otros procesos que se ven truncos en otros países y que terminan dando como lugar estos Estados de bienestar, como forma de contener, en la frontera del sistema capitalista, cuestionamientos muy profundos a lo que se empezaba a ver como un sistema muy desigual, que era el capitalismo.
Con el paso de los años, no es que esto fue mejorando y que la socialdemocracia progresiva y pacíficamente va dándoles más derechos a los ciudadanos con la caída del Muro de Berlín. Nosotros somos grandes críticos de lo que fue el estalinismo, no tenemos nada que ver con ese sistema. Más bien, Stalin ha perseguido a quienes integramos las corrientes trotskistas y al propio Trotsky, pero la caída del Muro de Berlín no provocó un auge de un capitalismo mucho más benévolo, con más derechos, sino que fue vista como una señal para avanzar contra los derechos, que es lo que estamos viendo. Es la ofensiva neoliberal.
Lo que queda claro es que la socialdemocracia produjo el mejor aumento de calidad de vida de la población en la historia de la humanidad, independientemente de que la caída del Muro de Berlín le dio a la derecha la oportunidad de regresar al pasado y destruir a la socialdemocracia. La pregunta es: ¿qué viene después de esto? ¿La salida es la de la socialdemocracia o la salida es el trotskismo?
Lo que venga después lo tenemos que construir. Lo que va a venir no está escrito. La historia de los pueblos la escriben sus luchas, sus peleas, y no está escrito qué es lo que va a venir. A mí lo que me preocupa es la complacencia. Voy a dar un ejemplo chiquito, pero creo que hay que empezar con ejemplos concretos. Milei ha dicho barbaridades estos días sobre el retroceso en políticas conquistadas, como la lucha contra la violencia de género, y la reacción es muy parcial. Todavía hay muchos que creen que hay que seguir coqueteando con Milei porque tiene un cierto apoyo social o, peor aún, porque creen que las políticas que ellos mismos impulsaron, como por ejemplo en relación a la violencia de género, fueron demasiado lejos.
Lo que tenemos que discutir hoy es qué construimos, por qué perspectiva peleamos y, fundamentalmente, cómo damos esa pelea. Ahora, esta pelea no puede ser una pelea de las redes sociales. Creo que hay que salir a enfrentarlo duramente, que hay que salir a enfrentar esta ofensiva derechista en el mundo, coordinando esfuerzos con otros pueblos del mundo, pero también tenemos que dar una respuesta. En este primer año de Milei, la respuesta ha sido muy débil.
Sí, la respuesta hasta ahora ha sido bastante limitada. Referentes como Cristina Kirchner o Mauricio Macri, que fue quien estableció el matrimonio igualitario en la Ciudad de Buenos Aires antes de la legislación nacional. Es llamativo que no se hayan expresado sobre cuestiones que parecían que los argentinos no teníamos en discusión.
Coincido con vos, son espantosas especulaciones. Yo lo titularía espantosas especulaciones por esto que digo sobre si es el momento de pelearse con Milei, si no es el momento o si a determinados sectores que lo apoyan les cae bien o no lo que decimos. Esas especulaciones son terribles para los derechos de los pueblos, para los derechos de las mujeres y de la diversidad.
Son cuestiones que parecían o creíamos que teníamos resueltas, y ahora tenemos que volver a discutirlas…
No sé. Las mujeres sabemos que, como decía Simone de Beauvoir, que toda lucha que abandonamos hace que vuelvan los mismos intereses a avanzar sobre nosotras. bastará una crisis, decía ella, para que vuelvan a intentar quitarnos los derechos que conquistamos.
Primero, durante el gobierno de Alberto Fernández, se produjo una fuerte institucionalización de muchas de estas peleas, de tratar de incorporarlas a los aparatos del Estado, y se prometió que las soluciones iban a venir desde arriba. Ese fue un gran elemento para que después la ultraderecha lo usará para decir que todos tienen un carguito.
Abandonar las calles fue el primer gran problema que tuvimos, y ahora son estas especulaciones. Está bastante desatado el año electoral, en el peor sentido de la palabra. Hay todo tipo de especulaciones, y es llamativo que no se esté diciendo: "¿Cómo vamos a eliminar la figura del femicidio?". Los números son claros.
Milei es bastante torpe. Yo digo que vive en un túper, porque además nunca se enteró que hubo luchas en Argentina. Es evidente que él vivía en un micromundo de canales de televisión donde hacía cosas muy estruendosas, pero sabía muy poco lo que pasaba afuera, pero alguien le puede contar que las cifras son contundentes. Los femicidios en Argentina son un problema grave. No es que se llegó a que la ley lo contemple porque sí, sino que la ley lo contempla después de largas peleas y de demostrar, año tras año, que la violencia machista genera muertes terribles en nuestro país, que deja a niños y niñas sin sus mamás cada año. No se puede negar todo eso. Ellos lo toman como parte de una batalla cultural. Sí, es una batalla ideológica, pero tiene consecuencias nefastas en la realidad.
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