Este miércoles, la Corte Suprema dejó firme la prescripción de la causa conocida como "Huevazos" contra Milagro Sala. La dirigente social aseguró que la decisión judicial es “una luz de esperanza” y aseguró que está viviendo una agonía: “parece que esto no va a terminar nunca”. Además, declaró que habló con Sergio Massa porque los demás políticos “miraron para el costado”. Lo que hizo él fue algo humanitario”, dijo en Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio JAI (FM 96.3).
Milagro Sala es dirigente social y referente de la organización Túpac Amaru. Fue parlamentaria del Mercosur y diputada provincial de Jujuy.
Tuviste una novedad positiva judicialmente…
Acá estoy, viendo una luz de esperanza por lo que decidió la Corte Suprema por la causa de los huevos. Todo este tiempo vengo pensando a quién le explico, con quién hablo y qué hago para que entiendan que yo no hice nada. No sé en qué juzgado me tengo que sentar para que, de una vez por todas, se termine la agonía que estoy viviendo.
Ya han destrozado a mi familia. No tengo vivo a mi hijo, no tengo a mi marido y mi familia está partida. Estoy haciendo rehabilitación en La Plata y me está costando mucho. Nunca me imaginé que iba a vivir lo que estoy viviendo y es una agonía que día a día me duele más porque parece que esto no va a terminar nunca.
¿En qué estado está tu situación judicial?
En la causa de Pibes Villeros, en la que la Corte Suprema ratificó la condena de 13 años, uno de los argumentos que presentaron es que ellos no pueden inmiscuir en las decisiones del poder Judicial de Jujuy.
La verdad es que es una vergüenza que no puedan inmiscuirse porque si nosotros hemos llegado hasta la Corte Suprema es porque hemos visto muchas irregularidades en la causa. No nos dejaron poner 111 testigos, sólo 9. Es por eso que acudimos a la Corte Suprema.
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¿Por qué en este caso la Corte si se puede inmiscuir y no en el otro caso?
Lamentablemente, uno hace un balance de lo que significa la justicia de Jujuy. La justicia a nivel nacional está puesta por los partidos políticos y toman decisiones de acuerdo a sus conveniencias.
También tengo una sentencia por la causa de las Bombachas. Yo estaba en Buenos Aires con mi hijo, que estaba muy enfermo en terapia intensiva, y yo todavía estaba en libertad. Una comisaria dijo que yo amenacé con poner una bomba, y eso nunca fue verdad. A la comisaria se le ocurrió decir eso, pero no hay ninguna grabación. Por supuesto, después la premiaron y la pusieron como jefa de una comisaría.
Los testigos de las distintas causas de la que me han inventado son testigos pagados o son funcionarios, como es el caso de Arellano, que en fue testigo en la causa de los Huevos y hoy es funcionario de Morales. Otros tienen contrato en Diputados o en el Senado, pero todos son premiados. El que no quiere declarar en mi contra tiene que pagar el precio, como en el caso de Graciela López o de Javier Nieva, que fue preso por no testificar en mi contra.
Hoy estoy muy mal de salud y no me puedo recuperar porque había dejado de tomar los calmantes para la pierna. Nunca tomé pastillas para dormir y ahora tomo. También tomo pastillas para estar un poco relajada durante el día. En total, tomo 7 pastillas por día. No solo me rompieron la familia, sino también la salud. Cuando me trajeron a La Plata para que me operen, tuve que hablar llorando con todo el mundo para explicarles que me dolía mucho la pierna por la trombosis. Me estaba por morir y los médicos judiciales de Jujuy decían que estaba bien.
En un momento se me ocurrió conseguir el número de Sergio Massa. Hablé con él y le dije que me estaba muriendo en Jujuy, y él intervino para que me trajeran a La Plata. Massa me ayudó, intermedió con la provincia.
Aún así, sólo tenían que sacarme los coágulos de sangre y la operación duró cuatro horas, cuando es una operación que dura una. El problema es que esa vena de aorta ya no sirve más y tuvieron que tratar de abrir otra vena para que me pudiera llegar sangre a todo el cuerpo. Me perjudicaron en salud y en todo.
Nunca voy a recuperar la libertad porque siempre hay una causa nueva. El 20 de junio, cuando todo el pueblo jujeño salió a la calle en contra de la reforma constitucional, Morales dijo que yo estaba tirando piedras en la legislatura. Sin embargo, los jueces y los fiscales verificaron que yo estaba en mi casa. Por cualquier cosa que pasa en Jujuy, me acusan a mí. Yo le digo a los psicólogos y psiquiatras que no es digno vivir como estoy viviendo. Ahora, con la decisión de la Corte, veo una pequeña luz de justicia.
Espero que de una vez por todas se termine esta causa porque fue una de las primeras de las que Morales me acusó, y nunca me lo voy a olvidar. Ese día estuve en Monterrico trabajando con mis compañeros de la cooperativa para construir viviendas, y no estuve en San Salvador de Jujuy. Por el solo hecho de que a Morales se le ocurrió que yo estaba ahí, me culparon. Nunca imaginé que en la política se pudiera ser tan sucio y tan visceral como lo están siendo conmigo.
Claudio Mardones: Gerardo Morales redobló las presiones como gobernador de la provincia. ¿Cambió algo ahora que la provincia sigue en manos del radicalismo pero en manos de Carlos Sadír.
No cambió nada porque Morales sigue gobernando en las sombras porque los funcionarios son los mismos, como el hermano o los amigos de Morales.
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CM: ¿Por qué recurrió a Sergio Massa?
Porque no me quedaba otra persona para hablar. Hablé con todo el mundo y todos me decían que iban a ver. Él me dijo que iba a hacer todo lo posible para traerme a La Plata para curarme, y lo que hizo él fue algo humanitario. Yo no he militado con él y nunca tuve relación, sin embargo, me abrió las puertas para que venga a curarme.
Todos los demás políticos miraron para un costado, o algunos ni siquiera me atendieron. En seis meses, la vida se llevó a mi hijo y a mi marido, y estaba desesperada y ya no aguantaba tanto dolor. En la clínica no me querían atender porque estaban amenazados y tenían que decir que yo estaba bien.
De hecho, cuando le mandaron los estudios a la Fundación Favaloro, los médicos dijeron que el informe decía una cosa y el estudio decía otra. El estudio decía que mi pierna izquierda estaba mal, o sea que les indicaron que cambiaran el informe para que diga que estaba bien.
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