El periodista y filósofo Miguel Wiñazki se refirió al fallecimiento de Jorge Lanata y al significado de su evolución a través del tiempo. “Ahora le marcan a Lanata sus mutaciones y demás. Pero el que no cambia no entiende”, sostuvo en Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio JAI (FM 96.3).
Miguel Wiñazki es periodista, escritor y licenciado en filosofía. Es fellow en Periodismo de la Knight Wallace Foundation de la Universidad de Michigan. Además de ser miembro de la Global Editor Network. Escribió diez libros, entre otros: Ataque de pánico, Periodismo, ficción y realidad, El último feudo, Sobremonte, Moreno, el fuego que inventó la Patria, y La noticia deseada. En 2013 publicó La dueña, junto a su hijo Nicolás.
Miguel, ¿qué te dice que, al mismo tiempo, critiquen a Lanata con la misma dureza tanto los kirchneristas como los libertarios? ¿Hay allí algo que, de alguna manera, revela, desnuda lo que estaba cubierto, que son iguales?
Mirá, yo creo que hay un cierto fenómeno, por lo menos en alguna dimensión de este oficialismo, que podríamos denominar kirchnerismo mileista. Por las estrategias y las estratagemas. Una de tantas es desacreditar al muerto, sobre todo al muerto que los ha molestado. Nisman, asesinado según la justicia. Lanata, muerto de muerte, digamos, antinatural y por sí mismo, pero con una voz que no se calla. De forma que yo observo una continuidad, curiosamente lógica. Ilógica, pero una lógica que se continúa de un gobierno a otro, que parecen antagónicos. Luego hay otras diferencias, por supuesto.
Me gusta ese “con Lanata, no”. Me gustaría que lo compartieras con la audiencia.
Si, la verdad que es un guiño también a Beatriz Sarlo y su frase “conmigo no, Barone”. Cada uno que diga lo que quiera y lo que piensa, y serán se apología o rechazos. Pero con Lanata no, porque no se puede. No se puede refutar sus investigaciones. No han sido refutadas. Ahora le marcan a Lanata sus mutaciones y demás. Pero el que no cambia no entiende. La vida es precisamente esa transformación. Entonces, ¿por dónde herirlo? ¿Por dónde acallarlo? No, no se puede.
Y además, estos liliputienses… Hay algunos que, siendo milicianos del gobierno de turno y obedeciendo órdenes, buscan por dónde herir y cortarle la lengua a alguien. Y no, no se puede. No van a poder. Lo que digo es simplemente recordar que hay gente con la que no se puede. “Conmigo no, Barone”, dijo Sarlo. Y con Lanata, no.
Hablabas del tema del cambio, como evolución. Contanos tu propio cambio de perspectiva a lo largo de los últimos 30 o 40 años. ¿Qué te fue pasando a vos con el progresismo, con el peronismo, con los libertarios?
Mirá, te agradezco la pregunta. Hay sobre todo un lenguaje que yo, en principio, rozaba algunos dogmas y traté de desembarazarme de los mismos. Ese es un cambio positivo. Sin embargo, hay otras continuidades que yo pondero muchísimo, que ni siquiera las he construido yo mismo. Pero la mística que tuvimos en esos años en Noticias, yo traté de conservarla. Trato de estar todos los días con los mismos ojos abiertos, esté allí donde esté, más allá de los soportes de los cambios.
Y en lo profundo, creo en la información. Yo creo en la información, Jorge. Creo que la información es lo que transforma, no el insulto. Recién escuchaba un slogan y lo comparto: "la rebelión de la moderación". La moderación como rebelión. La información es lo que transforma y no la altisonancia.
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Déjame apelar al filósofo. Yo creo que uno podría decir que hay un cambio que es imprescindible para ser el mismo, como plantea Heráclito. Hay cierto tipo de cambio que es una evolución en el recorrido de un carácter que, con las experiencias de la vida, va descubriendo verdades y mentiras, pero siempre con el mismo carácter. Las experiencias de la vida te van enseñando. Al mismo tiempo, la realidad en su conjunto también va mutando a lo largo de las décadas. Pero es ser el mismo, no es ser otro. Pero también está el cambio oportunista, es decir aquel que cambia para estar al abrigo del humor de época, y se hace kirchnerista en el kirchnerismo mileista, en el milésimo, etc.
Sartre calificaba a quienes capitalizan la oportunidad para simular un cambio como “cerdos”. Es una palabra que Lanata usaba mucho. Yo he pensado en ese término. El cerdo es el que, con tal de comer, cambia su pelaje, pero lo que le importa es mantener su plato de lentejas. De tal forma que es un cambio sin cambiar.
Y después está el tiempo. La identidad se sostiene en esa mutación permanente. La verdad es que ni vos, ni nadie somos los mismos que fuimos hace 10 minutos, ni ayer. Pero, como decías, eso sostiene dinámicamente una identidad. Porque la identidad es dinámica, la identidad es esa mutación en la medida en que sea auténtica. Después está la inauténtica. Estoy repitiendo un poco lo que decís con otras palabras, pero estamos diciendo lo mismo, ¿no? Pero es muy importante porque hay una ética y una falta de ética. La inautenticidad es la falta de ética, y en la autenticidad uno cambia. Incluso uno se equivoca, naturalmente, desde luego, y Lanata también, y cada uno de nosotros. Pero en la medida en que sea auténtico tiene esa moralidad que le falta tanto.
Esa crítica que se le realiza respecto a virajes a Lanata, yo los interpreto como una continuidad en un proceso que me parece natural y que, de alguna manera, también habla de la Argentina.
Hay un proceso de aprendizaje social en el desarrollo de la política, en creer en determinadas ideas que luego se comprueban que no eran tan eficaces una vez que se las lleva a la práctica. Es más, la ciencia acepta como verdad algo que es siempre coyuntural, porque nuevos elementos de medición permiten descubrir que aquello que se creía absoluto era relativo. Es, finalmente, un problema epistémico. Ese cambio es inherente al crecimiento.
Exactamente. Solo es verdad lo falsable, lo que puede ser refutado por los hechos. Son las magníficas contradicciones de Lanata, es magnífico que se haya transformado. Cada tiempo necesita un gran cronista, y Lanata fue un cronista de las transformaciones argentinas. Así como Roberto Arlt lo fue en su momento. Y Ricardo Piglia, creo que en Respiración artificial, dice: "¿Quién era Roberto Arlt?". Bueno, era un cronista del mundo. Porque, además, literalmente era cronista, y publicaba sus aguafuertes en el Diario del Mundo. Lanata fue un cronista de este tiempo, y este tiempo fue un tiempo de cambio. Desde Página 12 hasta PPT las cosas cambiaron. Y afortunadamente, magníficamente, Lanata tuvo la lucidez de cambiar.
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Ayer lo decía Martín Becerra, de ninguna manera Lanata fue un titere de Clarín, como plantea el kirchnerismo. Y yo decía: "Bueno, el que cambió fue Clarín" y no lo digo peyorativamente, porque me imagino también la transformación a lo largo de los años de una organización como Clarín. Yo me acuerdo que el célebre director de Clarín, él me definía Clarín como popular. Y de ese Clarín nacional y popular al Clarín de AEA, a una empresa que tiene telefonía, tiene conectividad, tiene internet. Obviamente, hay una transformación. Y hay también una transformación desde la perspectiva. No solamente hay un cambio en Lanata, sino también hay un cambio en Clarín, y que, a lo mejor, en determinado momento, confluyeron esos cambios.
Claro, hay un cambio en las diversas organizaciones que conforman una sociedad. Yo lo conocía a Lanata, como vos, desde hace mucho tiempo. Él siempre, igualmente, era un tipo que era un emprendedor. Por lo tanto, como a todo emprendedor, a veces lograba un gran éxito y a veces todo lo contrario. Pero me parece que la filosofía del emprendedor es precisamente la de la adecuación y la asimilación de las nuevas variables que determinan un tiempo. Y vale eso para los individuos y para las organizaciones. Y las organizaciones que no cambian, fenecen.
Nuestro común amigo Jorge Fernández Díaz, dice que la verdadera Perfil era aquella de Noticias cuando teníamos 30 años. Que ahora nos convertimos en unos aburridos moderados. Y que la verdadera potencia estaba allí, cuando teníamos 30 años y hacíamos una forma de periodismo mucho menos moderada que la actual. Pero también vale el cambio de Perfil. La moderación fue un proceso de descubrimiento, de incorporación de conocimientos, de relativizar verdades, de dudar, de ser menos asertivos. Es un proceso que también dan los años, eh, si se envejece bien, para decirlo de alguna manera.
Sí, sí, antes tirábamos el puntín al arco. Y fue muy bueno. Fue muy divertido y muy costoso también porque se padecía, pero se disfrutaba. Y después, uno empieza a jugar y a mantener la pelota.
Y mantener esa irreverencia. Probablemente hoy sea ser moderado. Probablemente hoy lo transgresor sea eso. Entonces, volviendo a Heráclito, para ser el mismo, hay que cambiar. Te agradezco mucho este tiempo, un placer comenzar el año hablando con vos. Te mando un abrazo fraterno muy, muy grande.
El enorme abrazo de siempre, querido Jorge. Gracias.
MC