Según relató Irene Bauer, La vida de Edith Stein estuvo marcada por el ascenso del nazismo y la persecución a los judíos. Su decisión de ingresar al convento no fue una huida, sino un acto de resistencia espiritual y entrega. "En ningún momento pensara que eso la iba a salvar", porque su compromiso trascendía la supervivencia personal, afirmó la escritora en Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio JAI (FM 96.3).
Irene Bauer es doctora en Letras de la Universidad Nacional de La Plata, magíster en Sociología de la Cultura y Análisis de la Cultura por la Universidad de San Martín, y en Literaturas Comparadas por la Universidad de La Plata. Es autora de varios libros, el último de ellos “Edith Stein: Judía, filósofa y santa”, personaje canonizado por Juan Pablo II. Además, escribió “Virginia Woolf: La vida por escrita”, en 2014, y “Victoria Ocampo” en 2021.
En el último tiempo, el papa Francisco se encargó de que el Vaticano empiece a tener reconocimientos de los colectivos LGBTIQ+ y también a nombrar mayor cantidad de mujeres en cargos clave para la organización eclesiástica. por otra parte, encuentro cierto punto de contacto en el libro que recomienda el Papa, que es “Síndrome 1933”, como una especie de regreso a hace 100 años, cuando surgió el fascismo, primero en Italia y después en Alemania, con la historia de Edith Stein, judía, filósofa y santa, que es su libro. Me gustaría, si usted pudiera compartir brevemente con la audiencia la historia de Edith Stein y luego, a partir de ella, ver qué puntos de contacto hay con lo que está sucediendo hoy en día.
Sí, parece mentira que estamos en una época en la que vuelve a resurgir mucho de lo que fue esa situación que se dio después de la República de Weimar y el advenimiento del nazismo, ¿no? Y por otra parte, como usted bien decía en la presentación, toda esta cuestión del Papa, que está tratando de dar dentro de lo que es el catolicismo, más protagonismo a las mujeres. Justamente, creo que fue hace muy poco que el Papa nombró a Simona Brambilla como una de las primeras mujeres que tienen un cargo máximo eclesiástico. Es una religiosa de 59 años. Entonces, sí, es mucho lo que está en juego y que trae ecos en esta época.
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Edith Stein fue la menor de una familia judía, con padres comerciantes. El padre vendía madera, una actividad muy de hombres, ¿no? El padre muere y a la madre le dicen que venda el aserradero y que compre una casa para alquilar habitaciones para así mantener a la familia. Pero la madre dice que no, que se va a dedicar a esta profesión tan masculina. Y realmente saca adelante el negocio. Los hijos mayores la tienen que ayudar mucho, pero a las dos menores, a Erna y Edith, les da la posibilidad de seguir estudiando. Y es más, es justo cuando ellas llegan a terminar lo que sería nuestra escuela secundaria que se les da ingreso a las mujeres a la universidad. Entonces, las dos entran en carreras universitarias.
Edith quiere hacer filosofía, una profesión que en ese entonces no estaba recomendada para los judíos, ni hombres ni mujeres, porque en Alemania tenían prohibido ejercer muchos de los cargos más importantes, o al menos se los limitaba. Pensemos que Husserl, el creador de la fenomenología moderna, era judío también de origen, aunque se convirtió al protestantismo. En Alemania hay más cantidad de protestantes que de católicos. Y él se convierte por convicción, pero con ese origen judío se le complicó muchísimo, aun siendo el filósofo más importante de Alemania en ese momento, obtener un cargo en la universidad. Les daban cargos como privatdozent, es decir, que los alumnos les pagaban si querían estudiar con ellos, pero no la universidad.
Entonces, en ese contexto, le dicen a Edith Stein, siendo además mujer: "¿De qué vas a vivir?". Pero la madre, justamente, le dice: "No le debemos nada a nadie, hacé lo que quieras", y la habilita en esa carrera filosófica.
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Es tan brillante que obtiene el doctorado con summa cum laude con su tesis sobre la empatía. Y lo hace en época de la Primera Guerra Mundial. Entonces, la mayoría de los discípulos de Husserl, los más aventajados, como Adolf Reinach, que realmente fue una personalidad excepcional, estaban en las trincheras, en la guerra. Entonces, Husserl necesita un asistente, y esa es Edith Stein. Así que es la primera doctora en Filosofía de Alemania con un summa cum laude, asistente de Husserl, pero no consigue cargos universitarios.
En ese camino, que está siendo paralelo a la fenomenología, como muchos fenomenólogos, llega a la experiencia religiosa. Se convierte al catolicismo y quiere entrar como monja al Carmelo, porque se convierte leyendo a Santa Teresa de Ávila. Tiene una vida activa. Hay un sector que se lo conoce como la "Primavera Católica Alemana", que fue desde la República de Weimar hasta el auge del nazismo, un movimiento muy progresista que tiene que ver con lo que fue después el Concilio Vaticano II, y allí la reciben con los brazos abiertos. Están formando las primeras generaciones de profesoras, y ven en ella una personalidad excepcional y brillante.
Ella quería entrar al Carmelo, pero en consideración a la madre, que era muy grande y que no veía con buenos ojos la conversión, pensaba que si ella quería seguir una espiritualidad mejor siga la propia, por eso no entra. Sin embargo fue muy importante en la formación de mujeres católicas.
En 1933, cuando llegan los nazis y prohíben cualquier actividad pública a los judíos, ella ingresa al convento carmelita.
Pero eso tampoco la salvó, ¿no es así?
No. En ningún momento pensara que eso la iba a salvar, porque ella elige como nombre religioso Santa Teresa Benedicta de la Cruz. Santa Tereza por Santa Teresa de Ávila, con quien ella tenía una gran afinidad, digo yo, a través de lo no dicho y del secreto, porque Teresa de Ávila tenía un abuelo judío que se había convertido, e incluso lo habían obligado en Toledo a cargar el San Benito, porque bueno, así se hacía con los judíos que se acusaba de no haberse convertido honestamente. Entonces deciden irse a Ávila para cambiar su modo de vida. Esas cosas Teresa no las dice en su autobiografía, porque la está escribiendo en tiempos de la Inquisición. No podía decir que tenía un abuelo judío.
Cuando Edith lee la autobiografía de Teresa de Ávila todavía tampoco se sabía eso del abuelo de Teresa. Y Teresa hace una gran defensa de que no importa de dónde venís, sino tus obras, tu honestidad y tu trabajo. Ahí es que Edith conecta tanto con Teresa de Ávila, elige ese nombre, pero también elige el patronímico "de la Cruz", siguiendo a otro de los fundadores del Carmelo, San Juan de la Cruz. Cuando ella elije ese nombre "de la Cruz", sabe lon que significa. Desde un punto de vista católico, el seguimiento de Cristo en la cruz. En su caso, llega al final de su vida a hacer un ofrecimiento vicario, es decir, a cargar la cruz por la conversión y salvación incluso de los alemanes que estaban apoyando al nazismo y de los propios nazis. En ningún momento se quiere salvar.
FM