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MODO FONTEVECCHIA
DENUNCIAS CONTRA ALBERTO FERNÁNDEZ

Juan Monteverde: "Tener un presidente anarco capitalista y un ex como Alberto es tocar fondo"

El concejal rosarino por Ciudad Futura sostuvo que el Partido Justicialista debe tomar las denuncias contra Alberto Fernández para "generar un cambio y legitimidad moral". "Si no, pasamos de la hipocresía de levantar determinados valores y vivir con otros al cinismo absoluto que representa Milei", declaró.

Juan Monteverde
Juan Monteverde | Capturo de video

El concejal Juan Monteverde sostuvo que el caso de Alberto Fernández no es un “problema de violencia de género”, sino que es “un problema de cultura política” que es “verticalista, machista, clasista y porteña". “Cualquier grupo dirigente que aspira a conducir el destino de una sociedad tiene que tener una legitimidad moral”, explicó en Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio Amadeus (FM 91.1).

Juan Monteverde es concejal de Rosario por la coalición Ciudad Futura y licenciado en Comunicación Social. En las últimas elecciones disputó la intendencia de la capital santafesina, quedando a pocos puntos de su rival. 

En una nota para Página 12 junto con la concejal Caren Tepp, planteaste que la derrota electoral y política del Frente de Todos, se siguió con la derrota moral por las acusaciones contra Alberto Fernández por violencia de género y consideraste que tiene que haber una renovación general en el peronismo. ¿Creés que lo de Alberto Fernández es un punto de inflexión como fueron los bolsos de López?

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Creo que las cosas que suceden tienen un impacto y depende de nosotros que sean puntos de inflexión y generen un cambio. Tranquilamente esto puede pasar como una noticia más. El problema que nos trajo hasta acá es que la rueda siempre sigue girando y nunca hacemos transformaciones de fondo. 

Intenté sistematizar algunas sensaciones que intentan salir del shock y de la tristeza en el que estamos muchos. Mucha gente está en la misma situación porque de buena fe acompañó un proyecto, algunos muy convencidos y otros porque era lo menos malo, y se ven traicionados.

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Hay que entender que esto no es un hecho más y no se soluciona haciendo a un costado a Alberto Fernández, que ya estaba en un costado. Si hay algo que nos enseñó el feminismo en los últimos años es que la violencia de género no es un problema de monstruos, no es un problema de gente mala: el problema es una cultura machista que sustenta estas prácticas. 

En la política pasa lo mismo. Esto no es un problema de violencia de género en la cúspide del poder: es un problema de cultura política. Nosotros tenemos una cultura política en Argentina que hegemónica y transversalmente en distintos partidos es verticalista, machista, clasista y porteña. Esa cultura es el caldo de cultivo para que sucedan cosas como estas.

Si después de esta derrota electoral, política, y moral, no nos encargamos de hacer las transformaciones estructurales de esta cultura, mañana va a pasar lo mismo con otros personajes. Estas cosas tienen que servir para algo y no dar vuelta simplemente la página. Esto no es solamente un problema de cambiar de dirigente, hay que cambiar una cultura política que está naturalizada.

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¿Percibiste una intención de Cristina Kirchner y personas cercanas a ella a convertir en chivo expiatorio monstruoso a Alberto Fernández para justificar la distancia que ella tuvo en cuatro años con el gobierno? 

De alguna forma, es más tranquilizador decir que la culpa es de una sola persona, y la culpa nunca es de una sola persona. Esa es la forma de sacar el problema de encima y no revisar lo que se hizo mal ni cómo todos sostenemos o ayudamos a sostener esa cultura política.

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Sobre el comentario de CFK, Monteverde sostuvo que "es más tranquilizador decir que la culpa es de una sola persona" aunque no hay que "buscar un chivo expiatorio". 

Lo que hay que hacer es, por un lado, creer más que nunca en nuestras ideas. No porque las causas sean manchadas por gente indigna que no está a la altura no sirven las banderas. Tenemos que creer en el feminismo, en la igualdad, en la justicia social y revisar profundamente nuestras prácticas porque todo esto se basa en un silencio cómplice del día a día. La esperanza es que una nueva generación política pueda hacerse cargo de estas cosas. Hay que discutirlas y no ponerlas debajo de la alfombra o buscar un chivo expiatorio

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Antes de este hecho, veníamos planteando que lo que obtuvimos no fue una derrota electoral sino una derrota política por las cosas que estaban en juego. No estábamos de acuerdo con esa idea de que Argentina, de la noche a la mañana, se fue a dormir progresista y se levantó libertaria. Lo que hay en realidad es una crisis de representación política. Con ese diagnóstico, la culpa no es de la sociedad que se derechizó, sino de la política que no estuvo a la altura y tiene que cambiar.

El hecho de Alberto Fernández viene a reafirmar esta hipótesis: hay una crisis de un paradigma que es discrepante. Es fundamental qué tipo de diagnóstico hacemos para ver qué herramientas construimos para no volver a cometer los errores en el futuro. Para nosotros es muy importante que hoy todo el campo crítico, como nos gusta decirle y no la izquierda o el peronista, sino todos los que creemos que hay cosas por cambiar. El campo crítico se tiene que dar un debate muy profundo porque tocamos fondo.

Tener un presidente que se reivindica anarcocapitalista y un expresidente como Alberto, que se fue y que levantaba las banderas que levantamos nosotros termine de esta manera, es tocar fondo. Si tocar fondo no nos hace cambiar, va a ser difícil encontrar respuestas de otra manera.  

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Lo primero es ser sinceros con nosotros mismos. Hay que terminar con la idea de la exculpación por comparación, como cuando ante la denuncia de violencia de género se responde que del otro lado visitan genocidas. Aparecen casos de corrupción y se responde que Macri hizo su fortuna en base a negocios con el Estado.

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Nosotros tenemos que ser como tenemos que ser independientemente de cómo sean los otros. Cualquier grupo dirigente que aspira a conducir el destino de una sociedad tiene que tener una legitimidad moral de cuáles son los horizontes que se plantea. Tiene que haber una relación de esa sociedad que se propone y cómo vive hoy en el presente. Nadie nos va a creer un mañana distinto que no seamos capaces de mostrar en nuestras prácticas de hoy. Tiene que haber una correlación entre las políticas que impulsamos y la forma en la que vivimos. Si no, pasamos de la hipocresía de levantar determinados valores y vivir con otros, al cinismo absoluto que representa Milei donde no hay ningún valor

Es momento de dejarnos de conformar con los proyectos que nos quieren hacer creer que eran los únicos posibles y empezar a construir los que realmente queremos, con los problemas de hoy y con los dirigentes que merecemos y no los menos malos que supuestamente ganan elecciones. Hay dirigentes a lo largo y ancho del país que quizás no son diputados ni gobernadores pero están en sus clubes de barrio o en las vecinales y tienen valores más grandes e importantes que los de la política actual que está en decadencia. 

Tenemos que juntarnos aquellos que creemos que la política no es una carrera individual sino que es una voluntad y una forma de vida. Para eso, hay que cortar con determinadas lógicas y prácticas instaladas. Esta nueva generación, que no es solamente una cuestión de edad, puede construir una alternativa. Este es el momento para animarse a decir otras cosas, debatir a fondo y cuestionarnos lo que hacemos todos los días. 

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