El economista Juan Carlos de Pablo analizó el impacto de los aranceles anunciados por Donald Trump y comparó al presidente estadounidense con Eduardo Duhalde, quien “piensa en la industrialización del país como un señor que fabrica vasitos de plástico en Luján”. “Los argentinos sabemos un montón sobre basar una industrialización en sustituir importaciones es la base de la protección”, declaró en Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio JAI (FM 96.3).
Juan Carlos de Pablo, el gran profesor de la economía argentina, egresado de la Universidad Católica, continúa su formación en Harvard. Es doctor honoris causa de UCEMA y profesor en la Universidad de San Andrés. Además, escribe columnas en el diario La Nación y ha publicado decenas de libros, entre ellos Política económica para decidir en tiempos difíciles, Economía seria pero no solemne y Nuevas conversaciones trascendentales sobre economía, entre otros.
¿Qué creés que le pasa a Donald Trump? ¿Hay un problema con un problema epistémico cognitivo? ¿Tiene malos asesores? ¿Le asignás alguna posibilidad de que le termine saliendo bien lo que está haciendo?
Vamos primero a la presentación que hizo el miércoles pasado. A mí me gusta trabajar en términos de política económica. Primero, dijo que le iba a aplicar un gravamen generalizado de 10 puntos porcentuales a todos los productos de todos los países. Segundos, sacó una tabla con una columna para el país; otra para un número, que según él es el tamaño de las barreras que tienen que enfrentar los productos americanos cuando quieren vender en el otro país; y la tercera, la represalia, que como él dice que es un tipo agradable, si un país le ponía una barrera del 80%, él le metía un arancel del 40%. Si un alumno mío me trae esa fórmula como indicador de las barreras lo rajo a patadas y le pregunto de dónde sacó eso. Pero no importa, esto es política económica.
Una nota de The Economist publicada este fin de semana decía que sería tan consistente como poner una barrera arancelaria contando la cantidad de vocales que tiene el nombre de cada país.
Hay que verlo en términos de política económica. Primero, lo miro desde Argentina. El numerador da déficit porque nosotros le compramos más de lo que vendemos, con lo cual nos alcanza el 10%, pero no hay represalia. Desde el Gobierno dicen que están negociando para bajar el arancel al 2,4%.
El dato más importante, que apareció ayer en la tapa de La Nación, es que 50 países le dijeron: "Donald, vamos a negociar". Cayeron las bolsas, y ahora están subiendo. Yo no voy a hacer una teoría ni de que están subiendo ni de que están bajando, porque se pueden dar vuelta mientras vos y yo estamos hablando. Pero empezó una negociación. ¿A qué velocidad? No tengo cómo saber. En el medio, metieron ruido asimétrico. Jerome Powell, el presidente del Fed, tiene dos pajaritos arriba de una cornisa, pero está muy separado y tiene una sola bala en el revólver. No sabe qué hacer porque mira la tasa de inflación y tiene ganas de subir la tasa de interés que maneja. Al mismo tiempo, mira el nivel de actividad y tiene ganas de bajarlo. Lo más probable es que, por ahora, no haga nada.
Si mirás la foto, es horrible. Si mirás la película, esperás que esto mejore en términos de negociación. Dejándome llevar por la imaginación, si a raíz de esto el resto de los países le baja los aranceles a Estados Unidos, y Estados Unidos también, capaz que terminamos con más comercio. Si los americanos consiguen que los polacos, por ejemplo, les bajen los aranceles, ellos también les van a bajar los aranceles a las importaciones de Polonia. Pero eso está por verse. Lo que digo es que me parece que hay una intensa negociación. Ese es el dato más auspicioso dentro de un despelote fenomenal.
Esperanzas de acuerdos comerciales impulsan un nuevo rally bursátil
Vos decís que, desde el punto de vista económico, la fórmula y el planteo de encerrarse sobre sí mismo es un error. Ahora, desde el punto de vista político, puede ser una herramienta para amedrentar, asustar y obligar a negociar desde una posición de fuerza…
Yo no sé qué pasa del punto de vista político. Del punto de vista económico, lo que precipita la negociación es la fórmula. Entonces, si a Alemania le da 80, le pone 40. Entonces, los alemanes se quieren sentar a negociar, y vamos a ver en qué termina. Lo que tenemos que saber es que los mercados bursátiles y los mercados de títulos públicos funcionan con una velocidad que no tiene nada que ver con la velocidad con la cual se producen naranjas, franjas de vidrio o tractores. Son dos cosas completamente diferentes.
¿Todavía sos optimista de que esto pueda terminar saliendo bien para el mundo?
No terminar, pero sí empieza a reencausarse después de lo que fue un anuncio que generó un jueves negro, un viernes negro y un lunes complicado. Pero parece que se empiezan a calmar las aguas. Ahora, la historia te dice una cosa elemental: ni las cosas andan tan bien cuando creo que andan bien, ni tan mal. No hay oscilaciones tan grandes sin tener ruido a corto plazo. Es fácil imaginar que un señor que fabricaba chombas en Vietnam y mandaba a Estados Unidos esté preocupado. No está para nada claro que un señor en Boston hoy se ponga a fabricar chombas que antes vendían de Vietnam. Va a querer ver porque capaz en 48 horas Donald Trump corrige la política arancelaria.
En una la hipótesis más optimista, Europa le propone cero, Estados Unidos da cero, terminan con menos aranceles que antes todavía y el comercio mundial crece, favoreciendo tanto a los europeos como a los norteamericanos.
Ojalá sea así. Ahora, en relaciones comerciales, la letra chica es fundamental. Uno puede tener, como economistas académicos, la discusión en condiciones ideales. Pero en la práctica, hay 32 barreras no arancelarias y cuestiones ambientales. Cada una de esas regulaciones puede tener una razón de ser o puede ser proteccionismo encubierto. Entonces, cuando Europa le dice “cero por cero", te tenés que hacer preguntas. Sobre la negociación Mercosur-Unión Europea, los franceses van a ser muy duros cuando le digamos que le queremos vender carne vacuna. Esas cosas no cambian de la noche a la mañana.
A veces trato de imaginar la cabeza de Trump y veo algo parecido a Eduardo Duhalde. Trump me hace acordar a Eduardo Duhalde. Eduardo Duhalde piensa en la industrialización del país como un señor que fabrica vasitos de plástico en Luján, y me parece bárbaro. Yo creo que Trump tiene en la cabeza un Detroit que no existe. La tasa de desempleo en Estados Unidos está en 4%, no veo ningún problema de desempleo estructural. No veo cómo el salario real del americano va a aumentar si empiezan a sustituir importaciones. Mi imaginación es limitada, no veo cómo lo va a hacer. Pero él piensa de esa manera y, por supuesto, tiene tipos que lo aplauden. El otro día, en medio de la conferencia de prensa, hizo subir a un obrero de una fábrica automotriz a decir “¡Viva Donald, esto es de vida!”. Yo entiendo eso, pero los argentinos sabemos un montón sobre basar una industrialización en sustituir importaciones es la base de la protección. Le podemos dar lecciones sobre esto.

¿Cómo hacés, si tenés un 4% de desempleo, para generar la mano de obra que permita fabricar eso y, al mismo tiempo, combatir la inmigración?
Te felicito por la pregunta, es elemental lo que vos estás diciendo. Si no tengo desocupación, pero rajo a no sé cuántos tipos, tengo un problema, no. Después hablan de la robótica, y capaz que tiene razón, pero no es fácil. Esta es la típica argumentación. No tienen, como en la década del treinta, una tasa de desocupación de 20% y la gente agolpándose.
Por otra parte, el americano se compra todo a crédito. Compra la casa a crédito, el auto a crédito y ahorra poco. Ahora, dentro de lo que ahorra, las acciones son un activo muy importante. Tengo entendido que más de la mitad de las familias americanas tiene acciones, con lo cual, la caída del Dow Jones o el Nasdaq es un tema que tiene componente político en Estados Unidos, algo que en Argentina no pasa.
Me da la impresión de que Trump tiene unos diagnósticos desactualizados. No sé con quién habla o quién lo asesora, pero estamos en un mundo mucho más interdependiente. En los cursos de comercio internacional, los países son un punto, pero si mirás la geografía, tenés miles de kilómetros de frontera entre Estados Unidos y Canadá. Canadienses y americanos cruzan todos los días la frontera y los productos van para un lado y para el otro. Si le metés un arancel de 30% a la galletita, no me digan que el ciudadano americano no se va a enterar. ¿Te parece que el danés que fabrica las galletitas se va a comer un arancel como ese?
Vamos a suponer que Europa negocia, que fundamentalmente es su gran tema fuera de China, porque a Rusia no le puso arancel, y Sudamérica es insignificante en términos de comercio internacional. Lo que queda claro es que con China va a haber aranceles muy importantes. Inclusive está la apuesta de que, si los chinos no bajan, va a redoblar la apuesta y aumentar. Evidentemente, los chinos no van a poder bajar porque aquí hay una batalla por el liderazgo mundial y la geopolítica. ¿Cómo modifica el mundo una batalla comercial entre China y Estados Unidos de esta envergadura?
Vos siempre tenés que decir “todo por ahora”. Que yo sepa, ni los chinos ni los americanos se quieren suicidar, están peleando. En economía siempre se habla de la importancia de ser poco importante. Si la batalla arancelaria la quiere presentar República Dominicana, que haga lo que quiera. China tiene que cuidar el sistema, igual que Estados Unidos. Si se manda un movimiento para destruir, el sistema también lo devora. ¿Esto va a presidir las decisiones finales? Espero que sí. No tengo cómo saberlo, pero no me dejo llevar por lo que pasa en cada momento. Por ahora están jugando a ver quién la tiene más larga, pero quiero ver.
Tras el lunes negro, las bolsas europeas y asiáticas se recuperan pero alertan por más turbulencias
Lo que decís es que, así como en los años sesenta o setenta, con la ex Unión Soviética, cada uno podía destruir al otro con armas nucleares, lo que era en la guerra hoy es económico. Cada uno podría destruir al otro económicamente y eso mismo garantiza que finalmente ninguno vaya en serio y que en algún momento frene. ¿Sería correcta esta interpretación?
Es una hipótesis plausible que no es mía, es de Thomas Schelling, Premio Nobel de Economía, cuya conferencia se llamó “¿Por qué no hubo bombas atómicas arriba de poblaciones después de Hiroshima y Nagasaki?”. La respuesta es porque cada líder le dice al otro: “Mirá, vos tirás primero y a mí me vas a volar por el aire. Pero hay un primo mío que tiene instrucciones de tirarte cuando vea que me matás”. Entonces, el primero no empieza pensando en lo que le va a pasar a él porque existe ese primo. Eso no es garantía. Lo que quiero decir es que podés tener pulseadas, amenazas, y junto con eso, alguna idea de cuidar el sistema. La historia dice que los grandes, en las crisis, pierden, ponen en el nombre de no romper todo y recuperar cuando la cosa se normalice. No me imagino que vayan a una guerra hasta el final.
¿Cómo afecta esto a la Argentina?
El impacto directo es chiquitito porque le compramos a los americanos más de lo que les vendemos, así que somos amigos de ellos. Ahora, el indirecto es muy difícil de saber.
Dado que las exportaciones argentinas son fundamentalmente de commodities, y el precio de las commodities bajó, ¿creés que la baja del precio de las commodities es coyuntural y se van a recuperar? Porque significaría un problema para las exportaciones argentinas que se reduzca el precio en promedio un 30%.
No tengo cómo saberlo. Ahora, sí le hablo al señor que está reteniendo, no porque sepa lo que va a pasar con el precio mundial, sino porque está esperando un salto devaluatorio que venda. No hay que tomar decisiones sobre un salto devaluatorio. Si viene, te jodés. Pero si vos tomás decisiones sobre que viene, y no viene, también te jodés. Entonces, no tengo nada que ver sobre lo que pase con el precio mundial de la soja en los próximos 10 días, pero no tomaría decisiones en base de que haya un salto devaluatorio a raíz de esto.
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