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MODO FONTEVECCHIA
Semana santa

Jorge García Cuerva: "El Papa tiene muchas ganas y amor por su misión"

El arzobispo de la Ciudad de Buenos Aires dijo que mientras recupera su salud, el Papa Francisco quiere expresar "signos impactantes que hablen por sí mismos".

Jorge García Cuerva 20240420
El arzobispo de Buenos Aires, monseñor Jorge García Cuerva | NA

Jorge García Cuerva, arzobispo de la Ciudad de Buenos Aires, aseguró que el Papa Francisco busca “decir mucho con poco” y usar su fuerza para “signos impactantes”. También se refirió a la visita del Sumo Pontífice a la prisión Regina Coeli, en Roma, y destacó la importancia de “abrazar la fragilidad humana”. “Si todos tuviésemos conciencia de que somos pecadores, amados y perdonados por Cristo, seríamos más buenos entre nosotros”, dijo en Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio JAI (FM 96.3)

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El arzobispo Jorge García Cuerva es sacerdote, abogado, licenciado en Teología y en Derecho Canónico. Trabajó en la Villa La Cava, fue vicepresidente de Cáritas diocesana de San Isidro, asesor regional de la Pastoral Carcelaria, secretario de la Comisión Episcopal de la Pastoral Carcelaria de la Conferencia Episcopal Argentina y capellán de varios centros penitenciarios de la provincia de Buenos Aires. El Papa Francisco lo designó obispo auxiliar de Lomas de Zamora, primero en 2017; obispo de Río Gallegos en 2019, y en una carrera meteórica, en mayo de 2025 lo nombró arzobispo de Buenos Aires, el puesto que él dejó cuando se fue al Vaticano a ser Papa.

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Me impactó ver al Papa ayer, saliendo de haber ido a visitar los presidiarios, que sé que es lo que hacía siempre y lo que hacés vos. Con su voz apagada dijo: “Me pregunto, ¿por qué ellos y no yo? ¿Por qué ellos están allí y no yo?”. Me conmovió esa idea de que finalmente la clave son los pecadores, no los virtuosos. ¿Qué te enseña la cárcel? ¿Por qué creés que el Papa Francisco le pone tanto énfasis al tema de ir a ver a los pecadores?

Yo ayer también estuve en el Centro Penitenciario Federal de Devoto, haciendo el lavatorio de pies a la tarde. En este momento, mirá, estoy terminando una celebración en el Hogar Rawson, el hogar de ancianos que está aquí en el barrio de Constitución. Todo esto refiere fundamentalmente a lo que es abrazar la fragilidad humana. Cuando Jesús hace el lavatorio de los pies, en realidad está abrazando nuestro corazón, está abrazando nuestra humanidad, está abrazando lo que somos.

En general a uno le da como cierta vergüenza mostrar los pies, y mucho más si uno no se los lavó, mucho más si tiene una media agujereada, mucho más si tiene alguna infección. Entonces, de alguna manera, en ese símbolo de Jesús de lavar los pies, lo que está haciendo es abrazar nuestra fragilidad, nuestra vulnerabilidad. En ese sentido, también es abrazar a los últimos, a los discriminados, a los que nadie quiere, a los que todos olvidamos. En la cárcel están los que cometieron pecados como cometemos todos, pero pecados que están tipificados en el Código Penal, es decir, que se transforman en delitos. No es que los más pecadores estén en la cárcel. En general, los que están en la cárcel son los que cometieron pecados que al mismo tiempo se identifican con delitos.

Pero Jesús, cuando lavó los pies, no preguntó por qué caminos anduvieron esos pies o de dónde vienen. Jesús abraza toda la vida y abraza todas las vidas. Entonces, de alguna manera, nosotros lo que queremos es estar cerca de los que sufren, sin juzgar, sin condenar, simplemente diciendo: “Sos un hermano”. Y es verdad, quizá mis pecados no están tipificados en el Código, y por eso no estoy en la cárcel.

Yo siempre usaba una frase muy graciosa en la parroquia en la que iba y cuando me preguntaban del barrio por qué iba a la cárcel todas las semanas, y yo les decía: “Cuidado, porque si algún día el chusmerío llega a estar en el Código Penal, capaz que las tengo que ir a visitar a ustedes”. Es decir, era una frase graciosa, pero lo que quería decir es que en la cárcel están aquellas personas que cometieron un pecado que se transformó en un delito, pero no quiere decir que los más pecadores están adentro. A veces los pecadores están afuera de la cárcel.

Yo cometí de hablar de “los más pecadores”, porque aquellos pecados son los que están tipificados como dentro del delito penal. Y vos, al mismo tiempo, sos abogado, y acabás de decir que no necesariamente los más pecadores están en la cárcel.

El Papa dice “¿por qué ellos y no yo?”, y yo siempre me lo pregunto. El Papa ha utilizado esta frase en cada visita que ha hecho en sus viajes apostólicos a las cárceles, como en Palmasola, en Bolivia, en Ciudad Juárez, en México o en Santiago de Chile, en una cárcel de mujeres. Hay muchas justificaciones, explicaciones, pero creo que lo que tenemos que tener claro todos es que todos tenemos nuestra fragilidad, nuestra vulnerabilidad. A veces más maquillada, a veces más escondida o a veces hemos sido quizá preservados de cometer pecados mayores.

En este día justamente, Viernes Santo, contemplando la cruz de Jesús, viendo cuánto nos ama, viendo que entrega la vida por amor a todos, que no deja a nadie afuera, creo que está bueno que cada uno pueda revisar su propio corazón. Más que tener un dedo acusador hacia el afuera, hay poder hacernos cargo de la propia vida. Francisco siempre dice: “Todos tenemos el mismo carnet de identidad: pecadores, amados, perdonados y salvados por Cristo”. Yo creo que si todos tuviésemos conciencia de que somos pecadores, amados y perdonados por Cristo, seríamos más buenos entre nosotros, porque terminaría entendiendo que el otro anda por la vida tratando de curar sus heridas, como yo.

Esto tiene que ver con una discusión ética respecto de la meritocracia y la famosa discusión del velo de la ignorancia de John Rawls. Cuando vas a las cárceles y vos mismo te decís “¿por qué ellos y no yo?”, es porque vos tuviste padres que te ayudaron a que te desarrolles en determinadas circunstancias. ¿Qué te respondés vos de “por qué yo no y ellos sí”? ¿A qué lo atribuís?

Para mí me parece que es una explicación multicausal. Hay un montón de razones. En general, recuerdo siempre una frase de San Óscar Romero, obispo de El Salvador asesinado en 1980, que decía que la justicia es como las serpientes: muerde a los descalzos. Creo que hay mucho descalzo en la cárcel. Sin ánimo de generalizar, pero hay mucho descalzo de educación, mucho descalzo de posibilidades laborales, mucho descalzo porque está cargado de conflictos con la sociedad desde hace mucho tiempo.

Por supuesto que también eso no es una sola explicación, porque tampoco podemos justificar los hechos y los delitos que se cometen. Pero sí es real que hay gente que tiene más posibilidades que otras. Eso es absolutamente real. Yo creo que Dios me preservó, me cuidó. Me cuidó más. A veces es difícil y creo que cada caso merece también un análisis muy personal. En los 20 años de cárcel, y habiendo acompañado gente en situaciones muy límites, creo que no deja de ser todo también un misterio y cada camino de vida es absolutamente personal. Casi que me da miedo generalizar o buscar explicaciones que nos puedan servir a todos, porque también he conocido gente que no ha tenido ninguna posibilidad en su vida y, sin embargo, ha salido adelante. Por eso digo que no deja de ser un misterio, y cada caso es cada caso.

Papa Francisco cárcel
El Papa Francisco visitó la cárcel Regina Coeli en Roma el Jueves Santo.

Me contaba una amiga que su abuela inmigrante, que hablaba mal el español, le decía que uno tenía que tener “don o fortuna”. En cualquiera de los casos, el don y la fortuna uno no lo merece. Yo recuerdo haber entrevistado a uno de los filósofos más prestigiosos en el tema del utilitarismo, que ponía el siguiente ejemplo: si Messi hubiese nacido en el siglo XVI, a lo mejor sería carpintero, porque el fútbol no estaba inventado. Entonces, su talento no hubiese tenido ningún otro valor.

Estoy recorriendo el hogar Rawson. Acá hay un montón de abuelos que están internados, que son residentes. Hicimos la celebración de la cruz aquí y me encontré con historias impactantes. Por ejemplo, me encontré con un científico, con un músico, con una señora que fue azafata y conoció a grandes personalidades del mundo o con una señora que fue vedette en la época de Porcel y Olmedo. Uno ve entonces cómo gente que fue brillante, que descolló quizá en lo suyo en algún momento, ahora está en una cama, prácticamente solos, abandonados. Por eso están aquí.

Creo que también ese es el misterio de la vida. Cuando a veces las luces o los aplausos nos engolosinan, hay que tener cuidado porque todo pasa. Hay que asumir la propia fragilidad, no hay que creérsela, como dicen los pibes, y hay que animarse a hacerse cargo de la propia vulnerabilidad. Hoy, de este hogar, me llevo ese mensaje. Ver a estos abuelos solos en una cama, atendidos por una gente espectacular que trabaja en este lugar, pero habiendo tenido ellos momentos de mucho brillo, pero eso ya pasó. Así es la vida de todos también, a veces.

¿El Papa está exagerando? ¿Está tomando riesgos de más? ¿Está saliendo de más? Yo miraba ayer cuando le ponían el micrófono en la boca y me asustaba. ¿Qué te genera ver la fragilidad que él tiene, y al mismo tiempo la fortaleza con la que lleva adelante su tarea como si estuviera perfecto y sano?

Por supuesto, sobre razones médicas no me animo a esbozar una opinión, porque no es lo mío, no es mi ciencia. Lo que sí creo es que tiene muchas ganas, mucho impulso, un amor profundo por su misión y quiere, con la fuerza que tiene en este momento, que es mucho menor que en otro tiempo, poner signos impactantes, signos fuertes que hablen por sí mismos y nos expresen mucho más. El Papa tiene muchas ganas y amor por su misión

Fíjense que fueron unos pocos minutos los que estuvo en la cárcel de Regina Coeli, allí en Roma, y fueron pocas las palabras que dijo, pero su presencia y esas pocas palabras fueron impactantes. Creo que está cuidando sus energías en ese sentido, en poder, con poco, decir mucho. Y ojalá se siga cuidando, porque lo necesitamos mucho.

Claudio Mardones: Esta semana, los sacerdotes del equipo de villas de emergencia se movilizaron en Parque Lezama para cuestionar al gobierno porteño por el nuevo diseño de los contenedores de basura antivandálicos. ¿Qué piensa usted?

Estamos en diálogo con el Gobierno de la Ciudad y con el jefe de Gobierno. En este momento se están revisando las medidas y reconsiderando todo esto, porque es verdad que aquí hay una colisión de intereses y de derechos.

Por un lado, está la demanda de los vecinos por contenedores limpios. Yo vivo en Flores Sur, y frente a mi casa hay un contenedor que todos los días está desbordado de basura afuera, porque se revisa y se sacan cosas. Ya sabemos lo que es la situación de la gente en calle. Y también está la necesidad de los recicladores de buscar aquellas cosas que les sirven para poder hacer su trabajo. De hecho, hay candidatos que apuntan contra el Gobierno de la Ciudad, insistiendo con la suciedad y la desprolijidad.

Por otro lado, están estos trabajadores, recicladores, que ayudan y que también ordenan toda esta cuestión. Son sus legítimos derechos. Y también está la realidad de la gente en situación de calle, de la que no podemos dejar de hacernos cargo. En este diálogo con el Gobierno hemos alertado sobre esta problemática, y sé que el jefe de Gobierno, porque así me lo expresó personalmente el miércoles, se está ocupando para revisar la decisión.

Día 495: El Papa Metafísico

Enviá el mensaje que te parezca que corresponde enviarle a nuestra audiencia.

El mensaje es el mensaje de la Pascua. Ayer lo veíamos a Jesús lavando los pies, y yo decía: Jesús abraza toda nuestra fragilidad. Sintamos cada uno de nosotros que Dios abraza nuestra vida, que no nos juzga, que no nos condena, que no pregunta por dónde anduvieron esos pies sucios ni por qué caminos equivocados. Simplemente, nos ama, y lo demuestra con los hechos, no solo con palabras.

Hoy entrega la vida. Hoy es el Vía Crucis. Hoy a las 20 horas, si quieren participar, hacemos el Vía Crucis de la Ciudad. Es en Avenida de Mayo, desde la 9 de Julio hasta la Catedral. En realidad, abrazamos la cruz de todos los crucificados de hoy: los enfermos, los que sufren, los que están solos, los angustiados, los que están en la cárcel. Todos tenemos algunas cruces pesadas que llevamos. Algunos las llevamos de manera un poquito más prolija, pero a todos nos duele. No nos quedemos solamente en el Jesús de la cruz. Confiemos en que Dios no nos abandona. Él es nuestra esperanza y Jesús resucita.

Yo planteo en el mensaje de Pascua de este año que Jesús venció a la muerte para siempre con su resurrección. La muerte no tiene la última palabra. Entonces, más allá de los dolores cotidianos, los sufrimientos, los problemas y los conflictos, me parece que tenemos que seguir viviendo con esperanza, porque creemos en un Dios que está vivo. Es un Dios que está vivo y que es padre de todos. Con “de todos” me refiero a todos.

Vivimos momentos muy complicados, en los que nos descalificamos con mucha facilidad, en los que nos bastardeamos todo el tiempo, en los que entramos en conflicto, en los que vemos al distinto, porque piensa otra cosa o porque vive de otra manera, como un enemigo y así no vamos a poder construir una Argentina mejor. Que el Jesús que muere por todos, que resucita por todos y que nos hace hermanos, nos toque el corazón. Ojalá podamos tratarnos mejor los unos a los otros.

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