MODO FONTEVECCHIA
RELACIONES INTERNACIONALES

Jorge Argüello: "Los premios que recibe Milei no mueven el amperímetro internacional"

El exembajador de Argentina en Estados Unidos sostuvo que los premios de las agrupaciones libertarias que recibe el Presidente están direccionados al posicionamiento personal de Javier Milei, pero "de ninguna manera potencian o mejoran la presencia de Argentina en los grandes debates" a nivel mundial. "Les diría que la mirada que hay sobre la Argentina es la de un país que está ordenando sus números", expresó.

Jorge Argüello
Jorge Argüello | NA

El presidente de la Fundación Embajada Abierta, Jorge Argüello, analizó el debate presidencial estadounidense y señaló que el estado y desempeño del presidente Joe Biden generó “pánico” en el Partido Demócrata, pero sostuvo que es uno de los candidatos que puede ganarle a Donald Trump. Por otro lado, criticó los gestos de Milei para con Lula da Silva, señalando la importancia de una cooperación estrecha entre los países latinoamericanos en el G-20. “La Argentina, en la situación de debilidad que tiene en este momento, necesita multiplicar vínculos, no achicarlos, y lamentablemente veo que estamos caminando en la dirección contraria”, expresó en Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio Amadeus (FM 91.1).

Jorge Argüello es presidente de la Fundación Embajada Abierta y fue embajador argentino en Estados Unidos, de 2011 a 2012 y de 2020 a 2023. Fue secretario de la representación oficial para la cuestión de Malvinas y Tierra del Fuego, entre 2018 y 2019, también embajador argentino en Portugal entre 2013 y 2015, embajador argentino ante las Naciones Unidas, entre 2007 y 2011 y diputado nacional, de 1991 a 1995 y entre 2003 y 2007.

La semana pasada Donald Trump y Joe Biden se cruzaron en el primer debate de la carrera presidencial que tendrá su punto culmine en noviembre para definir quién será el presidente número 47 de Estados Unidos. Había uno de esos clásicos chistes de los diarios americanos, que planteaba que el debate era entre un señor vestido con el clásico traje naranja de los presidiarios y esposado, con un policía detrás, que tenía la cara de Trump, y por otro lado, un señor sentado en una silla de ruedas, con sonda y una enfermedad detrás, que tenía la cara de Biden. ¿Qué hicimos para que esta sea nuestra elección? 

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Llegué ayer desde Washington, estuve una semana y pico trabajando en Georgetown University, donde dirijo un programa, así que pude ser un espectador de la primera fila del debate presidencial en los Estados Unidos.

Un debate que era esperado, más que para verlos discutir, para ver el lucimiento del presidente Joe Biden cuya capacidad para debatir en público se había puesto en cuestión. La verdad es que el resultado de ese debate sólo confirma las dudas que existían respecto del estado del presidente Joe Biden y ha significado un paso atrás en la campaña.

La palabra que dominó los medios en las 48 horas siguientes al debate fue la palabra “pánico”. Claramente esto era en referencia a la situación planteada dentro del partido demócrata.

Hay que entender que estos dos hombres son muy grandes, Donald Trump tiene 78 años y Joe Biden tiene 81 años, llegan a la recta final de la carrera presidencial en el marco de un país en donde la grieta es la que ordena y determina la realidad. Ellos son el emergente de una sociedad que está fracturada y polarizada desde hace mucho tiempo en un proceso de polarización creciente, y eso ha impedido también la renovación de los liderazgos, porque son liderazgos muy fuertes. Donald Trump arrasó a la interna del Partido Republicano y hoy prácticamente se puede decir que ese partido es el trumpismo, ya no es el viejo Partido Republicano con el que nosotros crecimos. Es un partido que ha mudado su identidad y que, más allá de la vida de Donald Trump, va a continuar trabajando en los ejes que el trumpismo ha establecido.

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En el Partido Demócrata pasó algo particular. En general los presidentes estadounidenses, sobre todo los que hacen buenas gestiones, y es el caso de Joe Biden, reeligen naturalmente y no hay, en el ámbito del partido, la voluntad, normalmente, de desafiar a un presidente que viene gobernando bien. Hay algunas excepciones. Truman no quiso reelegir, Lyndon Johnson, después de un periodo y medio donde sucedió a John Fitzgerald Kennedy en la segunda mitad de su mandato y completó su primer mandato, sin embargo cuando estaba todo dado para que él fuera el candidato a presidente dijo que ya que no había condiciones para que él liderara una victoria demócrata y la verdad es que después el Partido Demócrata termina perdiendo.

En el caso de Biden lo que yo vi, sobre todo el año pasado, fue que expresó una convicción que era la de Joe Biden. Él estaba y está convencido de que le puede volver a ganar a Donald Trump, está convencido que él debe asumir el rol de candidato para llevar a Trump a la derrota y en función de eso no hubo en el Partido Demócrata, a lo largo y a lo ancho de los Estados Unidos, una voluntad política que se antepusiera a esa voluntad política. Había otros buenos candidatos que fueron cediendo el lugar y eso nos trae a la actualidad, donde el 19 de agosto se hace la Convención Nacional Demócrata que es la que designará de modo definitivo el candidato a presidente de los Estados Unidos.

Redondeando, después del debate no está claro a quién va a terminar eligiendo la Convención del Partido Demócrata el 19 de agosto en la reunión que van a tener en la ciudad de Chicago.

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Una genialidad de los humoristas de Página 12, Rudy y Paz, que además son agudos analistas, fue una ficción de un llamado de Sergio Massa a Trump, donde le decía que tenga cuidado porque si bien él también había ganado el debate por amplia diferencia, terminó siendo lo inverso porque la gente se puso a favor del más débil. ¿Existe alguna posibilidad de que, finalmente, lo que analizamos como un triunfo categórico de Trump le termine jugando en contra?

A las pocas horas del debate, en la mañana del día siguiente, escuché al expresidente Barack Obama decir más o menos lo siguiente: “Todos tenemos alguna vez una mala noche de debate. Yo la tuve. Sin embargo, Joe Biden se va a reponer de esto”.

El debate abrió una discusión dentro del partido en donde un primer anillo se expresa en la familia. El domingo hubo una reunión familiar, los Biden se reunieron, y seguramente algunos amigos más allegados a la familia ratificaron la voluntad de que Joe Biden siga siendo candidato. Se abrió la discusión dentro del Partido Demócrata. Un amigo del presidente Biden, el que es el principal editorialista de New York Times, Tom Friedman, firmó una nota en donde le pide que dé un paso al costado y le pide a la familia que influya sobre él para comprender que es mejor apartarse. En paralelo con un presidente, Barack Obama, que hacía exactamente lo contrario. La discusión está abierta.

Mi opinión personal, Jorge, es que en la medida en que Joe Biden no resigne la candidatura va a ser muy difícil que la convención del Partido Demócrata lo tumbe y designe en su lugar a otro candidato. Hay otros candidatos, yo conozco a algunos de ellos, por ejemplo a Gavin Newsom, que es el gobernador del estado de California. Es un excelente candidato, tal vez con un perfil demasiado liberal o progresista para lo que el electorado estadounidense demanda hoy, pero si no también con un perfil distinto está el gobernador Pritzker, que gobierna el estado de Illinois, o Gretchen Whitmer, una mujer, que gobierna el estado de Michigan. Hay senadores como Tim Kaine o Chris Murphy. En fin, candidatos hay. Lo que pasa es que ninguno reúne la intención de voto que todavía reúne Joe Biden.

De manera tal que me parece que esta semana va a ser importante, porque las encuestadoras estadounidenses están trabajando desde la hora cero del día del debate, y creo que entre hoy y mañana van a empezar a aparecer las primeras mediciones de las consecuencias del debate. En función de la intensidad negativa de esas mediciones, yo calculo que habrá una parte de los dirigentes del partido que se inclinará a tomar una u otra decisión. Pero hoy te diría que en la medida en que Joe Biden no renuncie a la candidatura, sigue siendo candidato.

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Dejame llevarte a Brasil. Estás organizando el 10 de julio una reunión de Embajada Abierta, analizando el camino del G-20 en Río de Janeiro este año. ¿Cómo te imaginas que va a influir la relación cada vez más tirante entre nuestro presidente Milei y el presidente Lula? Incluso el viaje que va a hacer Milei para ver a Bolsonaro, desairando a Lula y no participando de la próxima reunión del Mercosur.

La única certeza que tengo es que eso no le sirve a la Argentina, no le sirve a Brasil, no le sirve a la relación bilateral y no le sirve a la región, eso lo tengo muy claro.

He sido el Sherpa de Argentina en el G-20 los últimos cuatro años. El G-20 es hoy la instancia multilateral más significativa que tiene el planeta, sobre todo teniendo en cuenta el proceso de debilitamiento que las organizaciones multilaterales generadas en la posguerra, a partir de los acuerdos del Bretton Woods, están en declive, como Naciones Unidas, el Consejo de Seguridad, la Asamblea General de la ONU. Es decir, todas las grandes instancias, sobre todo las responsables de preservar la paz y la seguridad internacional. A partir de la crisis del 2007-2008 vimos surgir esta cumbre de jefes de Estado y de gobierno que una, dos o tres veces, inclusive cuando ha hecho falta, por año se reúnen y ordenan las situaciones de crisis que se insinúan en nuestro planeta.

Yo creo que claramente la Argentina, en la situación de debilidad que tiene en este momento, necesita multiplicar vínculos, no achicarlos, y lamentablemente veo que estamos caminando en la dirección contraria, es preocupante. Nosotros necesitaríamos llegar a la cumbre de jefes de Estado y de gobierno del G-20 con una sintonía lo más perfecta posible, por lo menos entre los tres presidentes de América Latina, de los 20 países miembros del G-20, hay tres de América Latina que son México, Brasil y Argentina.

No podemos estar subordinados a las tensiones que genera la mala o buena o regular relación personal entre los líderes, nosotros necesitamos que los intereses de Brasil, de Argentina y de México converjan en un punto de negociación que lleve a los tres presidentes a coincidir y empujar las mismas definiciones en el ámbito multilateral del G-20. No tengo la impresión que estemos caminando en esa dirección.

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Nosotros, desde la Fundación Embajada Abierta, estamos organizando una serie de eventos. Yo vengo de Washington, como te decía, y allí me entrevisté con Daleep Singh, que es el Sherpa del presidente de los Estados Unidos, estuve con Christopher MacLennan, que es el Sherpa del primer ministro Trudeau, he estado conversando con el Sherpa del presidente AMLO, estoy en contacto permanente con el Sherpa del presidente Lula y estoy en contacto con Federico Pinedo.

La idea que tenemos es generar un consenso entre los países de las Américas, prepararnos, ordenar nuestros intereses y sentarnos a la mesa de negociación. ¿Sabes por qué? Porque yo tengo cuatro años trabajando, como te decía, en el G-20 y yo veo que, por ejemplo, cuando los países desarrollados hablan, no hablan siete países, habla uno solo y nada más, y los demás se escuchan, porque ya discutieron previamente cuáles son sus intereses y por dónde pasa su pronunciamiento, entonces no hace falta que hablen siete. Nosotros necesitamos achicar el número de oradores de la región, porque en la medida que seamos capaces de achicarlo, vamos a estar mostrando que estamos de acuerdo y que uno puede hablar por todos.

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Alejandro Gomel: Quería consultarte sobre lo que algunos en Casa Rosada llaman la diplomacia de los premios. Que Milei va por el mundo recibiendo premios de algunas agrupaciones libertarias. ¿Qué consecuencias puede tener para la Argentina este tipo de diplomacia?

La consecuencia puede ser la falta de consecuencias. Yo no veo que sean movidas que en la arena política internacional mejoren la posición de la Argentina, o que definan un marco de alianzas, e insisto con la palabra alianzas, porque Argentina sola no puede, el peso específico de nuestro país es chico. Necesitamos ir al encuentro de otros países que tienen situaciones parecidas a la nuestra para aunar esfuerzos, armar bloques y presentarnos colectivamente, seamos dos u ocho, pero presentarnos, no solos, a la discusión de los grandes temas que están en la agenda internacional.

La verdad que no sé qué decirte con esto de los premios, son premios que no mueven el amperímetro de la política internacional, en todo caso están más direccionados al posicionamiento personal del Jefe de Estado de Argentina, pero eso de ninguna manera potencia o mejora la presencia de Argentina en los grandes debates.

AG: ¿Sería más un interés personal que lo que tiene que ver con política internacional?

Es que no creo que nadie piense lo contrario a eso. No veo que haya una agenda estratégica pensada para estos premios, de manera que me parece que es un tema que no merece mayores comentarios.

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Elizabeth Peger: ¿Cuál es la mirada que hay en el Gobierno, en los distintos sectores institucionales y en el establishment en Estados Unidos, respecto de la gestión del Gobierno de Milei?

Estados Unidos es un país que privilegia sus intereses, esencialmente. Hay algunas cuestiones en que, más allá de la grieta que divide esa sociedad y que divide a la política de ese país, tienen una mirada común, porque, en definitiva, lo que hacen es expresar el interés del país, el interés de todos. 

Hecho este comentario, yo les diría que la mirada que hay sobre la Argentina es la de un país que está ordenando sus números, eso es un dato que he recogido en las múltiples conversaciones que he tenido. No se termina de entender el proceso político argentino, pero como las relaciones entre Estados Unidos y la Argentina están normalizadas hace rato, ya son varias gestiones de gobierno sin sobresaltos, en donde la agenda se viene desempeñando de modo eficiente, con visitas recíprocas del más alto nivel, con reuniones entre los jefes de Estado.

Recordemos que el año pasado el presidente Fernández se reunió con el presidente Biden y el año anterior el presidente Macri se reunió con Donald Trump. Es decir, hay ya una estabilización en la relación bilateral y no se ve afectada por cuestiones circunstanciales.

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EP: ¿Tampoco por la figura de Milei y gestos que ha tenido hacia Trump?

Yo le diría que a la administración demócrata no le agradan ese tipo de jugadas, pero eso no determina la actitud que Estados Unidos va a seguir con relación a la Argentina, no termina de afectarlo. Yo veo que el ciclo de visitas recíprocas y de acuerdos continúa con la misma normalidad con que se ha desarrollado en los últimos años.

Cuando leen en los diarios que el presidente argentino ha decidido unilateralmente ubicarse detrás de Estados Unidos e Israel, si yo fuera Estados Unidos me quedaría calladito y le daría la bienvenida. Esto no es consecuencia de una gran negociación entre los dos países sino que es la expresión unilateral de un jefe de Estado. Eso obviamente no debería producir un rechazo por parte de Estados Unidos, sino en todo caso como ocurre ahora, un silencio.

No está bien visto que los jefes de Estado se involucren en los procesos electorales en ningún país, pero en Estados Unidos tampoco está bien visto que los presidentes extranjeros se involucren en sus propios procesos políticos domésticos. En ese sentido, yo creo que lo que tendría que hacer el Gobierno argentino es evitar volver a involucrarse expresando sus deseos de que tal o cual candidato llegue a la Casa Blanca a fin de año.

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