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MODO FONTEVECCHIA
El editorial de Jorge Fontevecchia

Día 501: El humor de Francisco

Muchas personas poderosas ven a la risa como algo peligroso, sin embargo Francisco la convirtió en una herramienta poderosa para tender puentes y llegar a los demás.

Papa Francisco
Francisco, el Papa argentino y futbolero | AFP

En “El nombre de la Rosa", genial novela de Umberto Eco, Jorge de Burgos es un monje ciego, dogmático y siniestro que encarna el terror al humor como si fuera una herejía. Burgos cree que la risa es una amenaza. No por superficial o banal, sino porque desarma la autoridad. Si uno puede reírse del diablo, de la religión o de las Escrituras, entonces... ¿qué queda en pie? En su lógica, la risa no es inocente: es corrosiva, peligrosa, anarquizante.

Por eso es capaz de envenenar un libro de Aristóteles, el Segundo libro de la Poética, que hablaba —justamente— del humor, de la comedia. Una obra perdida en la historia real, pero en la novela es tan peligrosa que no puede permitirse su lectura. Es decir, era un ejemplar que el monje tenía en la biblioteca y no quería que nadie leyese.

Este monje representa esa parte del poder que teme a lo lúdico, porque el juego, la ironía, la parodia... no se pueden controlar. No obedecen, no se inclinan, no se toman en serio ni a sí mismas. Son, como diría Bakhtin, una forma del “carnaval”: desordenan jerarquías, burlan los mandamientos, hacen temblar los altares.

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Umberto Eco, genialmente, escenifica de esta manera la unidad entre poder y solemnidad, entre seriedad y autoridad. Lo serio, la ausencia de bromas, aparece como una suerte de performance política en el ejercicio del poder.

El papa Francisco fue una de las personas más influyentes del mundo y era inusualmente opuesto a esta forma de concebir el ejercicio del poder. Tenía un sentido del humor envidiable y conscientemente cultivado.

El papa entendía que el humor era bueno para el espíritu y además lo usaba como herramienta para llegar a los demás, para tender puentes, romper las distancias. Francisco, también recomendaba a sus fieles y a quien lo escuchaba que simplemente sonriera, que se permitieran el maravilloso acto de contar un chiste.

“Si me piden un ejemplo de belleza simple cotidiano que podamos tener para ayudar a los demás a que sean mejores y más felices, se me vienen a la mente dos: la sonrisa y el sentido del humor”, decía el papa Francisco.

Y agregaba: “La sonrisa es la flor del corazón, sobre todo cuando es gratuita y no está manipulada por intereses seductores”.

En esa entrevista, el papa habla de la oración a Santo Tomás, que dice así:

Concédeme, señor, una buena digestión,
y también algo que digerir.
Concédeme la salud del cuerpo,
con el buen humor necesario para mantenerla.
Dame, señor, un alma santa que sepa aprovechar
lo que es bueno y puro, para que no se asuste ante
el pecado, sino que encuentre el modo de poner
las cosas de nuevo en orden.
Concédeme un alma que no conozca el aburrimiento,
las murmuraciones, los suspiros y los lamentos y no
permitas que sufra excesivamente por ese ser tan
dominante que se llama Yo.
Dame, señor, el sentido del humor.
Concédeme la gracia de comprender las bromas,
para que conozca en la vida un poco de alegría y
pueda comunicársela a los demás.
Así sea.

También queremos recordar algunos chistes y momentos graciosos del papa que daban cuenta de su extraordinario sentido del humor. Por ejemplo cuando un niño se sube al escenario a jugar en presencia delpapa y lejos de ofenderse, el Sumo Pontífice pide que lo dejen jugar.

“Si quiere jugar acá dejalo, es argentino, indisciplinado”, dijo Francisco.

En otra ocasión, cuando un fiel le pidió que fuera de visita a México, el papa, rápido y pícaro le respondió: “¿Con Tequila o sin Tequila?”

Francisco pensaba que a él lo iban a liquidar antes

También es recordado el encuentro de Francisco con Sylvester Stallone en el que le confesó al actor haber crecido con sus películas y hasta hizo un gesto de boxear. También cuando recibió al youtuber argentino, Luquita Rodríguez y le agradeció por “hacer reír a la gente”.

Además, el papa también ha hecho chistes con temas que podrían ser tabú para un líder católico como él. Por ejemplo, cuando una pareja le anuncia que se va a casar y él responde: “¿Y cuando entran a la cárcel?”

Un papa haciendo chistes sobre el matrimonio, desopilante. En otra ocasión, el papa bromea sobre la muerte con una señora que le dice que no quería morirse sin verlo. “Pero no se apure, dentro de diez años vuelva”, le responde Francisco en tono de broma.

Si bien el papa estaba muy orgulloso de ser argentino, también tenía eso tan argentino de saber reírse de nosotros mismos. Era muy habitual escucharlo contar chistes sobre sus propios compatriotas.

En Reportaje al Pie del Cadalso, Julius Fučík cuenta cómo él, un militante comunista checoslovaco en 1942, fue detenido y aprisionado por los nazis. Obviamente lo que cuenta Fučík en esta enorme obra de la literatura universal es atroz, pero nunca dejó que lo ganara el desánimo. Tiene una frase muy linda que dice: “Por la alegría muero, por la alegría combato, que la tristeza nunca sea asociada a mi nombre”.

Tenemos otro caso, justamente se cumplen 80 años de la liberación de Auschwitz y aquella famosa película de un prisionero con su hijo que trataba de hacerle digerir esa situación por medio del humor.

Creo que se trata de eso, Francisco mantuvo su sentido del humor mientras había guerras que intentaba evitar, grandes problemas en la humanidad que lo atravesaban profundamente, odio creciente y avance de la extrema derecha.

El médico del Papa contó cómo fueron los últimos minutos con vida de Francisco

El papa seguía riendo y haciendo chistes. La risa como actitud ante la vida, como aliento diario, como acto de rebeldía e insubordinación ante el pesimismo y el desánimo. Otra de las enseñanzas que nos deja y de la que podemos servirnos para sobrellevar su partida lo mejor posible.

Es interesante una reflexión final. El papa tuvo ese sentido del humor y tuvo esa sonrisa permanente a partir de que fue papa. No lo era en Buenos Aires donde era conocido por tener un gesto siempre adusto, siempre preocupado, podríamos decir enojado.

¿Qué le dió esa sonrisa permanente al ser papa? Bueno, allí hay distintas interpretaciones: algunos creen que es el Espíritu Santo. Que hay algo que transforma a la persona que se coloca dentro de él, que sería el Espíritu Santo a quien le toca papa

Lacan decía que el hábito hace al monje, o sea que si uno está en esa situación, la tarea convierte a la persona en aquello que la tarea requiere y un papa lo que tenía que transmitir era alegría.

Por todo esto, nos vamos con una extraordinaria canción del conjunto musical y cómico Les Luthiers: Dilemas del amor.

MC/ff

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