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MODO FONTEVECCHIA
El editorial de Jorge Fontevecchia

Día 500: la escuela argentina en vez de la escuela austríaca

El papa Francisco dijo que "la muerte no es el final de todo, es el comienzo de algo". Quizás sea el comienzo de la incorporación de las ideas de Francisco a la construcción de un futuro postmileista.

El presidente Javier Milei junto al papa Francisco en el Vaticano en febrero de 2024
El presidente Javier Milei junto al papa Francisco en el Vaticano en febrero de 2024 | Presidencia

La muerte del papa Francisco hizo que se discutieran masivamente sus ideas y sus valores. Al hacerlo, uno puede ver de una manera antagónica en un clima de época a figuras como la de Trump, Bolsonaro y Milei, que le dan su impronta a un capitalismo cada vez más cruel.

A 500 días del inicio del gobierno de Milei -ya pasó un tercio de su mandato y le quedan 960 días más-, esta columna de Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio JAI analiza que se podrían incorporar las ideas de Francisco y construir con ellas un futuro postmileista o ultraderechista en nuestro país. Es decir, el encuentro con el distinto, la solidaridad, la misericordia y la justicia social en vez de como dijo el mismo Papa, el gas pimienta, la comunidad en vez del individualismo y la doctrina social de la iglesia versión Francisco en vez del libertarianismo. En resumen: una escuela argentina en vez de la escuela austriaca.

Existe el caso de un tal Diego, que quizás algunos no conozcan. Diego sintió que nació en un cuerpo equivocado, como si tuviese una carrocería de mujer y un cerebro de hombre. Esto no fue bien recibido por la sociedad en la España franquista de fines de los sesenta, particularmente en la ciudad de Plasencia, con su aire medieval, donde las ideas de respeto por la diversidad sexual no habían llegado con tanta fuerza, como podrán imaginarse. Sin embargo, Diego siguió siendo católico, a pesar de que su iglesia y sus autoridades lo despreciaban. En el 2007, el obispo de la localidad lo llamó “hijo del diablo”.

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Pero, en el 2015, Diego le escribió una carta a Francisco contándole la historia de profundo dolor que le provocó esta exclusión. El Papa lo llamó y tuvieron una reunión de 90 minutos, mucho más larga que con cualquier primer mandatario. "Si alguien te intenta apartar, piensa que el problema está en el que te aparta", le dijo Francisco y Diego, en diferentes entrevistas expresó que ver a Francisco fue como “estar en el cielo por un rato”.

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El lunes 21 de abril, en el barrio porteño de Flores, se celebró una misa de despedida al papa Francisco. Entre los asistentes había personas trans, gays y diferentes integrantes de la comunidad LGBTQ+. Evidentemente, algo de las ideas de Francisco, algo profundo de los valores de amar al distinto, al otro, empezaron a hacer capilaridad en la sociedad.

Una institución milenaria como es la iglesia católica, que había perseguido homosexuales, como uno de los tantos significantes de aquellos que están desclasados, hoy les abre sus puertas. No se les pregunta si son de izquierda, kirchneristas, woke o libertarios. Se trata de inculcar la misericordia, el encuentro y la humildad, que son sentimientos que no se imponen, sino que se sienten. Nos damos cuenta de la distancia que hay con los valores que representa el Presidente, que dijo que la ideología de género genera pedófilos.

No es solo el tema de género, que es solo uno de los significantes. Vamos a repasar todos los otros temas en los que los pensamientos son antagónicos entre la escuela austríaca con la escuela argentina que podría germinar de las ideas de Bergoglio.

Papa Francisco cárcel
Francisco en una de sus visitas a la prisión romana Regina Coeli en 2018.

Mientras que Milei dijo que el cambio climático es un invento de los socialistas y que la tibia agenda ecológica era una imposición de los organismos supranacionales, el Papa en su encíclica Laudato Si transmitió una idea tan potente como simple: la reflexión de la casa común.

"Hay que afirmar que existe un verdadero derecho del ambiente por un doble motivo. Primero, porque los seres humanos somos parte del ambiente. Vivimos en comunión con él, porque el mismo ambiente comporta límites éticos que la acción humana debe reconocer y respetar. Cualquier daño al ambiente, por tanto, es un daño a la humanidad", declaró Francisco ante la Asamblea General de la ONU en 2015.

Ahora, observemos los cuatro principios que según el papa Francisco se ordena la realidad y la vida humana. “Son cuatro principios: la realidad es superior a la idea, el todo es superior a la parte, el tiempo es superior al espacio, y otro principio. Los cuatro pautan la vida humana”, dijo en Periodismo Puro en marzo de 2023. El cuarto, que en ese momento no recordaba, era que “la unidad prevalece sobre el conflicto”.

“Los procesos se dan el tiempo no en el espacio y cuando se quisieran hacer procesos en los espacios ahí se fijó la historia y se llevó al fracaso. Esto es una interpretación mía, pero los totalitarismos graves que hemos vivido quisieron encerrar el tiempo en un espacio”, agregó el pontífice.

Las diferencias son hasta de fondo con las ideas de la escuela austriaca y Milei. Toda la metafísica del Papa, por así decirlo, se sintetiza en que el encuentro entre los distintos en el plano de la realidad, no solo de las ideas, genera una creación nueva. El Papa no niega el conflicto, lo incorpora como una parte necesaria del desarrollo de los procesos, pero la idea es la incorporación del otro para la síntesis. Milei habla como si el otro fuese el responsable de todos los males, como si tuviera que dejar de existir.

Obviamente, estas diferencias en el plano de las ideas y de los valores generaron que el Presidente antes de ser electo diga todo tipo de barrabasadas contra el Papa. “El Papa es el representante del maligno en la tierra” dijo en un reportaje con Viviana Canosa en 2020.

“¿Qué es la justicia social? Es la envidia, el odio, el resentimiento. Originalmente, la envidia era un pecado capital. Habría que informarle al imbécil ese que está en Roma que defiende la justicia social, que sepa que es un robo y que eso va contra los mandamientos“, dijo Milei sobre Francisco. Aunque el Milei actual es mucho mejor que el de ese fragmento, ¿cómo se pudo haber elegido a una persona así? Que mal que estábamos los argentinos para ver estas cosas y que nos resultaran indiferentes. Luego de esto, Milei se desdijo y fue recibido por el Papa afectuosamente. De hecho, Milei será parte de la comitiva argentina que despedirá a Francisco en Roma. Sin embargo, el rechazo al Papa y sus ideas no es solo por parte de Milei.

Otras voces de la fuerza libertaria también se expresaron en este sentido. En el cierre de la campaña de Milei, Alberto Benegas Lynch, referente intelectual del espacio libertario, dijo: “Por respeto a la religión católica, creo que habría que suspender las relaciones diplomáticas con el Vaticano”. Como respuesta, los seguidores presentes aplaudieron esa barbaridad que dijo un hombre inteligente, lo que demuestra que la inteligencia no es un antídoto para la estupidez.

Esto fue luego de que Milei empezara a desdecirse, pero más allá de la táctica del Presidente para con el Papa, en estos 500 días de gobierno mantuvo su combate contra el corazón de sus ideas y valores, como la justicia social que representa la Iglesia católica.

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Hay quienes creen que la justicia social es un concepto creado en el peronismo. En realidad, viene de la Iglesia Católica. El término empieza a tomar fuerza en el siglo XIX, pero se institucionaliza de forma clara en la encíclica Rerum Novarum de 1891, escrita por el papa León XIII, que marcó el nacimiento formal de la Doctrina Social de la Iglesia. Ahí se aborda la cuestión obrera, el conflicto entre capital y trabajo, la necesidad de un salario justo y el derecho a la propiedad privada, pero también su función social.

Se dicen muchas tonterías acerca de que el Papa era peronista, cuando el peronismo tomó la doctrina social de la iglesia. En esencia, la justicia social es el principio según el cual cada persona debe tener acceso a los bienes materiales y espirituales necesarios para una vida digna, y la sociedad tiene la obligación de garantizar condiciones estructurales que lo hagan posible.

Recordemos que piensa el Presidente al respecto de esto. Tras ganar las PASO en agosto de 2023, declaró: "Estamos frente al fin del modelo de la casta, el modelo basado en esa atrocidad que dice que donde hay una necesidad hay derecho, pero se olvida que alguien lo tiene que pagar”. “Su máxima expresión es la aberración de la justicia social, que es injusta porque implica un trato desigual ante la ley porque está precedida de un robo".

El problema del planteo del Presidente es que la justicia social no habla de la satisfacción de necesidades infinitas, plantea que hay que satisfacer las necesidades básicas, las que otorgan una vida digna. Hablamos de la vivienda, del alimento, de la salud. En palabras del propio Milei, el Presidente incurre en la falacia del hombre de paja. Inventa un adversario con ideas exageradas y mal fundamentadas con el que poder discutir mejor.

La idea de la justicia social se resume en que nadie tiene que pasar hambre, frío, dormir en la calle o sufrir enfermedades sin poder atenderse. Es tan básica y humana, que oponerse resulta totalmente incomprensible. Algo de estas ideas llegaron a Juan Grabois, que además de estar formado en política, tiene una formación católica. El dirigente social en el debate que tuvo con Milei y que tuve el gusto de moderar en el marco de la campaña presidencial en 2022, trató de sintetizarlas en su posición con el salario universal.

Milei Grabois
Juan Grabois y Javier Milei en 2022.

“El sentido de nuestras organizaciones es su autodisolución. Si nuestras organizaciones perduran en el tiempo, es sinónimo de un fracaso, porque la naturaleza de nuestras organizaciones es darle curso a la lucha de los excluidos y excluidas contra la exclusión. Entonces, el salario básico universal es una herramienta fundamental para resolver uno de los aspectos de la exclusión social, que es el ingreso de los que no tienen un ingreso estable”, dijo Grabois.

La respuesta de Milei es asombrosa. “Hay muchas cosas que llevan al ser humano a hacer cosas contra su libre voluntad", sostuvo el dirigente, a lo que Milei respondió: "¿Por qué va a ir en contra de sus propias preferencias? Quién soy yo para determinar que no es lo suficientemente capaz para saber qué es lo que quiere". “No es un problema de capacidad. Si tenés que elegir entre no comer y ser explotado durante 18 horas, o 14 horas o diez horas, yo elegiría ser explotado. Pero esa no es mi voluntad”, replicó Grabois, lo que provocó la insólita respuesta del actual mandatario: “¿Cómo que no? También podés elegir morirte de hambre”.

Lamentablemente, las ideas del Papa aún no tienen quien las encarne en Argentina. Son ideas en búsqueda de un cuerpo. Hegel podría decir que hay un espíritu que está buscando un cuerpo que lo represente. No porque nadie quiera encarnarlas, sino porque, todavía nadie tiene la autoridad para hacerlo.

El peronismo por estar más enfrascado en su interna que en estar cerca de quienes sufren por las políticas de Milei y por haber protagonizado un Gobierno que fracasó, debe renovarse si quiere poder encarnarlas. Aún no queda claro si el resto de las fuerzas políticas son opositoras y oficialistas. Hay dirigentes valiosos en todo el arco político, tal vez las ideas de Francisco puedan significar un marco común de unidad en algún momento futuro.

Como bien decía Freud, y repito a partir de la muerte del Papa, el padre muerto es introyectado y está más presente que nunca dentro de cada uno. Todos aquellos que tuvimos la mala fortuna de perder a nuestro padre sabemos lo que digo, de cómo se lo recuerda más que cuando estaba vivo y se lo tenía presente o se lo visitaba y como su presencia se transforma en omnipresencia. La mayor presencia es la de la presencia de la ausencia, como dice Laca. Cuando aquello que falta se hacer notar, emerge su presencia, aún mayor que cuando se lo tenía.

En un texto de una edición especial del diario PERFIL escribí: “El cuerpo de Bergoglio quedó en Roma, pero Francisco está ahora en Argentina, comenzando a sanar la grieta que nos separó. Ese padre que al morir pasamos a llevar dentro para siempre representa la ley, el límite que nunca es más fuerte que cuando es impuesto no por la autoridad de un tercero sino por nuestra propia convicción. La muerte de un padre nos obliga a redefiniciones y transformaciones, nos obliga a ser más adultos. Y Argentina tiene una historia de orfandad de padres confiables con su consiguiente conflicto con la autoridad”.

La muerte de un padre puede significar la caída de un (des)orden, de un sinsentido, que podría ser la grieta. Tenemos ejemplos en el mundo: la muerte de Mandela en 2013 unió a los sudafricanos enfrentados por décadas de apartheid; y en Polonia la muerte de Juan Pablo II en 2004 cerró definitivamente la grieta entre comunistas y anticomunistas.

Frente al caos que produce la emergencia de líderes autoritarios y antidemocráticos, la pérdida del papa Francisco como muro contenedor puede generar una sensación de vacío. Pero es todo lo contrario porque no lo estamos perdiendo, ahora, trasformado en legado, su influencia podrá ser más más grande. Y el vacío simbólico que genera siempre a los hijos quedar sin guía puede dar lugar a su reinvención.

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La figura de los padres de la patria evoca a los guerreros que hicieron posible la independencia, pero uno podría decir que el padre de los argentinos es Francisco doblemente por ser el Santo Padre y connacional. Y la desaparición de un padre espiritual, arquetípico y protector puede producir una forma colectiva de reactivación emocional: con los otros, con la sociedad, con la patria, y finalmente una revisión del vínculo con la fe.

Su muerte, en lugar de la búsqueda de otro padre, quizás pueda permitir liderazgos que faciliten emanciparse y crecer porque Argentina no vive una crisis económica sino una crisis crónica de confianza de la cual la economía es uno de sus síntomas, igual que la inseguridad.

La desaparición física de Francisco es mucho más que la muerte de un líder religioso: es un evento político y cultural. La de un líder moral internacional cuyo legado aumenta el capital simbólico de la Argentina en el mundo. Su voz seguirá incomodando dentro del sistema y resonando como un eco con más fuerza con el paso del tiempo.

Quizás la muerte de una persona, pero a la vez el nacimiento de un mito pueda en Argentina reorganizar las relaciones de poder, activando mecanismos apropiación simbólica apolítica que generen unidad frente al orgullo nacional compartido ante el primer “argentino universal”.

Esta columna tiene un poco de reflexión, otro poco de propuesta y mucho de deseo. Dijo el papa Francisco que "la muerte no es el final de todo, es el comienzo de algo". Quizás sea el comienzo de la escuela argentina en lugar de la austriaca. Recomiendo el video Crónicas blancas en homenaje a Francisco que destaca que antes de ser el representante de 1.300 millones de fieles, el Papa fue Jorge, “el Jorge que viajaba en subte, tomaba mate con bizcochitos y se preocupaba por las mujeres golpeadas”.

Producción de texto e imágenes: Matías Rodríguez Ghrimoldi

TV/ff

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