Los anuncios del presidente Javier Milei y de su ministro de Economía, Luis Caputo determinan una nueva etapa en el gobierno libertario y tendrán un fuerte impacto en el futuro de los argentinos.
Los más prestigiosos economistas y analistas económicos del país se dividen entre los optimistas, quienes creen que la liberación del cepo y el desembolso del FMI generará un clima de estabilidad y confianza en nuestro país por parte de los inversores y los pesimistas, quienes creen que este es el principio del fin del Gobierno, que nunca un acuerdo con el FMI salió bien y esta no será la excepción.
Además, los más escépticos postulan que la devaluación que implica el nuevo esquema de bandas, con un máximo en 1400 pesos, e implícitamente la aceptación de una devaluación posible del 30%, es decir, al máximo valor posible antes que intervenga el Banco Central con los dólares del Fondo golpeará fuertemente en el índice inflacionario.
¿Cómo profesionales de alto nivel que estudiaron toda su vida la economía argentina y que atravesaron diferentes etapas de nuestra historia piensan tan distinto? ¿Son los enojos y simpatías por el Gobierno los que terminan modelando las posturas antagónicas o la complejidad de la economía hace que las múltiples determinaciones vuelvan cualquier pronóstico una quimera prácticamente imposible?
¿Son cuestiones del orden del corazón, de las emociones o finalmente tienen un apoyo racional cada uno de estos pronósticos?
Para analizar los diferentes mundos posibles que se abren a partir de las medidas del Gobierno, abrimos la columna de hoy con Principio de Incertidumbre de Ismael Serrano.
En 1927, el joven físico alemán Werner Heisenberg formuló uno de los principios más revolucionarios de la física moderna: el principio de incertidumbre.
El principio establece, en términos simples, que es imposible conocer con total precisión y al mismo tiempo la posición y la velocidad de una partícula subatómica. Cuanto más exactamente se mide una variable, más incierta se vuelve la otra. No se trata de una limitación tecnológica, sino de una propiedad fundamental de la naturaleza.
Esto cambió las reglas del juego. Hasta entonces, la física newtoniana asumía que, con suficiente información, se podía predecir el comportamiento de cualquier sistema. Heisenberg rompió esa ilusión: en el mundo cuántico, el azar y la probabilidad reemplazan a la certeza.
Las implicancias filosóficas no tardaron en aparecer. Si en el nivel más profundo de la realidad hay límites al conocimiento, entonces el futuro no está completamente determinado. La física dejó de ser una ciencia que describe lo que es para convertirse en una ciencia que predice lo que puede ser.
Imaginen que estamos hablando de una de las llamadas ciencias exactas. La economía, una ciencia social y en particular en Argentina, país, como dice Cristina Kirchner, en el que “mueren todas las teorías”, la predicción de los futuros económicos son prácticamente imposibles.
Por un lado, hay quienes plantean que este escenario es recurrente en Argentina. La economía no genera los dólares necesarios para el funcionamiento del país, se recurre a atraer divisas con altos intereses y luego cuando no se los puede pagar, se recurre al Fondo Monetario Internacional. Los dólares del Fondo son absorbidos por la demanda de los grupos de inversión y luego a los argentinos nos queda la deuda y la seguimos sin generar los dólares necesarios. Si esto fuese así en la actualidad, el destino sí estaría escrito. Sin embargo, el Gobierno plantea lo opuesto, que este es un escenario nuevo.
El 6 de marzo, el ministro de Economía Luis Caputo se expresó en este sentido: “¿Por qué pensar esto de que no nos puede ir bien porque somos argentinos? Yo estoy harto de escuchar esa estupidez”.
Las palabras de Caputo son interesantes. Según el Ministro, lo que cambia la ecuación es el orden macroeconómico. Sin embargo, el alto nivel de endeudamiento, ¿no podría hacernos suponer que se cambió un modelo altamente deficitario fiscalmente, que hacía que los gobiernos recurrieran a la emisión monetaria para tapar los agujeros de la economía, a un modelo que recurre al endeudamiento para hacerlo?
Simplemente una pregunta para intentar entender lo que sucede. Por otro lado, están los interrogantes que se abren en relación al precio del dólar. Como sabemos, el gobierno combinó el sistema de la suba del 1% mensual, con las bandas entre los 1000 y los 1400 pesos. Si el dólar toca cualquiera de los dos límites, el Central interviene para mantener el tipo de cambio en esos valores.
Javier Milei festejó la salida del cepo: "Somos más libres, hemos roto otra cadena más"
Lo lógico me parece es plantearse que si el techo es un 40% del piso y un 30% por arriba del precio actual y el piso es solamente un 7% por debajo del precio actual, la banda está asumiendo que el dólar está atrasado porque el medio de estos dos da un atraso del 18%.
Es decir, en la elección de piso y techo de la banda se asume que el dólar estaba retrasado un 18% y si el dólar, como decíamos, toca cualquiera de estas, el banco intervendrá, pero finalmente estas son simplemente un faro, no un puerto, un faro que ordena el camino.
Esto presupone una estabilización cambiaria y por lo tanto económica del país o simplemente una nueva devaluación, si se llegara a los 1400 que dará lugar a otra escalada de precios y otro nuevo atraso.
Porque por ejemplo si se trasladara a precio exactamente todo lo que aumenta el precio del dólar sobre el peso, finalmente el dólar volvería a quedar atrasado exactamente igual, si seguimos con un crawling peg en este caso, no del dólar sino de la banda en su conjunto del 1%.
O sea, el éxito de todo esto es si finalmente a un aumento del precio del dólar, supongamos del 20% se trasladara a precio solamente 4%. Mientras que si se trasladara el mismo 20% que se devaluó estaríamos en la misma situación dentro de un par de meses.
¿De qué depende que suba el dólar hasta 1400 pesos en un sólo día o que se mantenga estable? La respuesta se encuentra en la palabra mágica de la economía argentina actual: confianza. Confianza en la Argentina actual, confianza de los bonistas.
Si entienden que este desembolso del FMI es suficiente y que representa un fuerte apoyo de Estados Unidos, probablemente decidan seguir reproduciendo su capital en el país. En cambio, si entienden la ayuda del Fondo como síntoma de un plan económico que se desbarranca, comenzaría una huída de dólares del país.
Además, con el nuevo préstamo, el FMI se transformó en el principal acreedor de la Argentina. Esto puede interpretarse como un problema para los bonistas y los ahorristas. Probablemente, los ingresos de dólares, tengan, como siempre, primero que satisfacer los compromisos con privados y la deuda con el Fondo, acreedor preferencial, quede.
La coyuntura actual, se parece a lo sucedido con el 2018, durante el macrismo. En las redes, estuvo circulando mucho la tapa de Clarín del 27 de septiembre de 2018 que muestra el evidente parecido de estos dos escenarios.
Por otro lado, el periodista Iván Schavrosky hizo un tuit interesante al respecto.
Como pueden notar, no es nada fácil aventurar cualquier pronóstico. La cantidad de determinaciones hace muy complejo entender por dónde puede venir el desenlace de la situación. Esto es una constante en la historia de nuestro país.
En el 2001, pocos días antes del estallido, el análisis económico que hacían muchos economistas y medios de comunicación era optimista. Veamos algunas tapas de diarios de aquellos años.
Dos meses antes de la caída del Gobierno, esta era la tapa de Clarín el sábado 3 de noviembre de 2001: “Señales positivas del Fondo Monetario y los países ricos”. Esto fue 55 días antes del colapso.
Luego, el 4 de diciembre de 2001, un par de semanas antes del colapso, Clarín titulaba: “La gente con dudas, los mercados mejor”
Un análisis demasiado crítico de los medios implicaría pensar que estas tapas son operaciones de prensa a favor del Gobierno. Pero la realidad es que la economía es mucho más compleja y que en realidad, hay accidentes, imprevistos y todo tipo de elementos que hacen que una situación pueda ir de un lado al otro.
¿Qué hubiese pasado con la convertibilidad si el precio de la soja no hubiese descendido a 180 dólares? ¿Qué hubiese pasado con la larga hegemonía kirchnerista si el precio de la soja hubiese bajado a los 180 dólares como le tocó a De la Rúa?
Pero la confianza es la clave que transforma un plan económico en exitoso o fracasado y la relación de la economía con la política. Hay quienes creen que este Milei se parece a Macri de 2018 cuando fue al FMI y quienes creen que se parece más a Macri del otoño de 2017, que pudo mantener el dólar atrasado hasta las elecciones, pero tras ella comenzó a desbarrancarse para hacerlo definitivamente en 2018.
Y también hay quienes, los más optimistas, creen que Milei es el Menem en 1991 cuando, agotado su primer plan económico parecía hundirse, pero Cavallo lanza la Convertibilidad en el otoño previo a las elecciones de la primavera. Entonces tenemos en otoño planes económicos y en primavera, elecciones.
La clave entonces se verá en las próximas elecciones de octubre cuando la sociedad vote sobre si estas medidas, que generan inicialmente una caída de la capacidad de compra y del consumo de los argentinos, se revierten y la inflación vuelva a bajar y llegue a las elecciones nuevamente con una inflación a la baja que reencienda la esperanza.
Si la inflación después de marzo, abril y mayo con más de 3% baja en junio a 2% y llegara a septiembre comenzando con 1% delante y si eso solo alcanzara para paliar la caída de la capacidad de compra, que inicialmente los salarios volverán a perder contra la inflación, quizás el resultado de las elecciones sea otro .
Este domingo, en el diario PERFIL Carlos Fara escribió: “¿El timing fue el adecuado? Nunca se sabrá hasta que llegue el diario del lunes. Raúl Alfonsín puso sobre la mesa el Plan Austral en junio de 1985 y ganó en noviembre, cinco meses después.
Carlos Menem alumbró la convertibilidad en abril de 1991 y ganó en septiembre, también cinco meses después. En Brasil, Fernando Henrique Cardoso inició el Plan Real hacia abril de 1994 y en octubre arrasó también cinco meses después.
Y en ese caso, Milei mete el cambio en abril. ¿Cuándo es la elección? En octubre: seis meses después. Inestimable ayuda memoria del profesor Ignacio Labaqui para este párrafo. ¿Cómo se llama la obra? Entre cinco y seis meses podés estabilizar y ganar una elección.”
Me parece muy agudo esto de recordar los abriles. El abril de 1991, el abril de 1985, el abril de 1995 en Brasil. Es decir, siempre un abril, en otoño, se lanza un plan económico.
Porque, obviamente, hay que lanzarlo para que deje un tiempo suficiente para que el resultado esperado afecte a las elecciones que suelen ser entre 5 y 6 meses después. En líneas generales se plantea un otoño político y económico con la expectativa de tener una primavera política o económica.
Se menciona que el acuerdo con el FMI, y esto ha sido tapa de la mayoría de los diarios del domingo, incluye una reforma tributaria, laboral y previsional. Muchos podrían decir que esto es “humo”, porque nada de eso se podría plasmar si el Gobierno no triunfa en las elecciones y obtiene el apoyo en el Congreso que requiere más legisladores.
¿De qué vale que se ponga que va a haber reformas que luego no se puedan consustanciar porque no se tienen los legisladores? Finalmente, el tema central no va a ser el Fondo Monetario Internacional y lo que disponga, sino lo que dispongan los argentinos con su voto en la próxima primavera.
Hoy no podemos tener más certezas, podemos seguir ofreciendo dimensiones de análisis. En el extenso reportaje al filósofo italiano de la “hipnocracia”, Andrea Colamedici, que publicamos en el diario PERFIL decía que “la vida es un navegar en un océano de incertezas haciendo cada tanto en archipiélagos o islas de certezas”.
La cautela epistemológica que nos devuelve otra vez a la incertidumbre, no sabemos qué pasará hoy, qué pasará mañana, ni qué pasará en octubre. Por todo esto, nos vamos con la misma canción con la que abrimos la columna de hoy, Principio de incertidumbre de Ismael Serrano.
MC CP