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MODO FONTEVECCHIA
El editorial de Jorge Fontevecchia

Día 485: ¿Quién es Axel Kicillof?

El gobernador bonaerense es un dirigente del peronismo distinto y los errores cometidos por Cristina Kirchner le dan argumentos para considerar que ella no debe elegir al próximo aspirante a la presidencia. 

Axel Kicillof
Axel Kicillof | Cedoc

Ayer el gobernador bonaerense Axel Kicillof terminó de emanciparse de su madre política, Cristina Kirchner. No sabemos si el inicio de esta autonomía total será una ruptura definitiva con el espacio dirigido por el hijo biológico de Cristina, Máximo Kirchner y tampoco parece ser la decisión de Axel Kicillfof. Veremos cómo responden las blancas y las negras en este juego de ajedrez.

Luego de desoír totalmente los planteos de la expresidenta y desdoblar las elecciones en la Provincia de Buenos Aires para el 7 de septiembre, ahora la pelota quedó en la cancha de Cristina Fernández de Kirchner. ¿Ella expulsará a su hijo político del kirchnerismo e intentará prohibirle al resto del peronismo la proximidad con el gobernador o entenderá que Kicillof tiene su peso propio y lo tomará como aliado? En este momento, la mente de Cristina debe estar disputada por dos fuerzas: su ego dañado por el cuestionamiento directo a su conducción hecha por parte de quien fue su protegido y el pragmatismo que muchas otras veces ha caracterizado a la ex presidente.

Kicillof, por otro parte, necesitaba golpear la mesa para autoafirmarse y construir un perfil propio. Luego de Alberto Fernández, evidentemente ya queda el más mínimo resquicio para presidentes delegados. Primero porque la sociedad no tolera ser gobernada por alguien que no tiene el poder y segundo porque tampoco los soporta el encomendado para la tarea.

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No solamente tenemos el ejemplo de Alberto Fernández y Cristina Kirchner. Podríamos decir que de alguna manera algo se repite hoy, Mauricio Macri y Javier, rebelándose el segundo a cualquier tutelaje por parte del anterior presidente.

Pero evidentemente Axel Kicillof no es Alberto Fernández, ni Daniel Scioli o Sergio Massa. Tiene atributos muy distintos. Kicillof no tiene denuncias por corrupción y, a diferencia de los dirigentes citados, posee amplias credenciales académicas ganadas en la universidad pública.

Kicillof es doctor en Economía de la UBA con varios máster y fue profesor en diferentes cátedras en esta institución. A diferencia de Javier Milei que hizo también una importante carrera académica, en el caso de Kicillof fue en la universidad pública y en el caso de Milei en la universidad privada. Y me parece que las credenciales académicas de Kicillof son superiores.

No es conocido por sus excentricidades, no sale con modelos y no es encontrado, al menos por ahora, en yates gastando cientos de miles de dólares, mientras los argentinos pasan privaciones. Llegó a la vida política partidaria a los 38 años, antes su militancia, como él mismo lo dijo fue “de base”.

Hoy tiene 52 años, por lo tanto hizo toda esta carrera en solo 14 años. En 14 años pasó de ser un desconocido a ocupar los puestos de ministro de Economía, gobernador de la Provincia de Buenos Aires, reelecto gobernador por la misma y aspirante a la candidatura de presidente.

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Obviamente no es el mismo caso, mucho más veloz de Javier Milei que pasó en dos años de desconocido, de diputado, a presidente. Pero en este caso hay un cursus honorum en el servicio público con puestos importantes. O sea, es un político profesional en el sentido de que tiene una carrera pero a una velocidad muy grande.

Para analizar las implicancias de esta apuesta de Kicillof y entender a la persona detrás del dirigente político, sus motivaciones y formas de ver el mundo, primero vamos a empezar la columna de hoy con una divertida canción de publicidad, cantada por un joven muy parecido a Kicillof: “Qué bueno vivir como esta gente”.

Para entender a Kicillof, hay que entender el medio del que proviene, el segmento social del que surge: la clase media progresista porteña. Sus padres, importantes psicoanalistas de origen judío son parte de un sector muy definido en la Ciudad de Buenos Aires: profesionales e intelectuales con ideas de izquierda, pero a quienes no les gusta el peronismo, por su verticalismo y su tendencia autoritaria. Este sector, ha tenido importantes gestos electorales con la candidatura de Luis Zamora, Pino Solanas y en menor medida el Frente de Izquierda.

La ciudad de Buenos Aires, además, es una de las capitales culturales de Latinoamérica. Tiene una clase media ilustrada, que también existe en la universidad del litoral, la Universidad de Córdoba, y obviamente las Universidades de Cuyo y Tucumán, pero en la Ciudad de Buenos Aires se concentra una proporción mucho más alta por metro cuadrado.

Este sector, está caracterizado por un alto nivel intelectual, valores ideológicos muy arraigados y posiciones políticas que no están directamente vinculados a sus intereses inmediatos. El kirchnerismo se nutre de este sector, pero no termina de representarlo por completo. Hay algo del personalismo de Cristina, de su confrontación con docentes, periodistas y sus alianzas electorales que no termina de conformar a la clase media progresista de la Ciudad de Buenos Aires.

Con todo este bagaje en la cabeza, Kicillof fue al secundario en otro medio hiperideologizado: el Colegio Nacional Buenos Aires. A los trece años, Axel Kicillof fue elegido delegado de su curso. Desde ese momento, su actividad política fue ininterrumpida hasta la actualidad.

En otra división, a un par de aulas de distancia, también hubo otro adolescente, que luego sería amigo de aquel joven Axel Kicillof, que fue votado por sus compañeros para que los representara: Mariano Recalde.

CFK con axel

Recalde viene de una familia peronista y mantuvo un debate con Kicillof sobre las posiciones del justicialismo histórico. En ese momento, Alfonsín estaba a la izquierda del peronismo y luego, cuando Kicillof egresó del colegio en 1989, el peronismo fue encarnado por Menem. En esos años, Kicillof no se hizo peronista y tenía sus fuertes razones para no hacerlo.

Recalde, sin embargo, años después dijo que en realidad “Axel siempre fue peronista, pero el contexto no ayudaba”. Aquella idea de que todos son peronistas aún sin autopercibirse tales o sin saberlo.

Kicillof, fue parte de un corriente de pensamiento impulsada en mitad de los 90 y luego masificada en el 2001, la construcción de una izquierda no dogmática, democrática y no partidaria. En la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, fundó la organización TNT, acrónimo de Tontos Pero No Tanto. Este grupo se enfrentaba a la Franja Morada, histórica conducción del Centro de Estudiantes y brazo estudiantil de la UCR.

Escuchemos al propio Kicillof hablar sobre esos años. “Cambié de la secundaria a la universidad en un cambio de etapa histórica, empiezo la facultad con el menemismo”, dijo en 2023 en Futurock.

“En el 92 empezamos a militar en una agrupación independiente antineoliberal, en los noventa había mucha mucha antipolítica desmovilización y decepción con lo que ocurrió con la etapa alfonsinista”, afirmó.

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Bueno, TNT, Tontos, pero no tanto, no tenía financiamiento partidario y estaba compuesta por estudiantes independientes liderados por Kicillof que utilizaban las críticas inteligentes y el humor para desbancar a los radicales. Esto finalmente sucedió, aunque la Franja nunca reconoció el resultado.

Luego, Kicillof y sus aliados, se aliaron a otras organizaciones y vencieron al radicalismo en la Federación Universitaria de Buenos Aires. Esto sucedió en el 2001, el contexto tampoco ayudaba a los radicales en aquel momento ni en la universidad pública ni en ninguna parte del país luego de la caída de De la Rúa.

Para ese momento, Kicillof seguía al frente de la agrupación a pesar de ya haberse recibido y estaba dando clases. El y los suyos, para estar más tranquilos, se reunían en las oficinas del estudio jurídico de los Recalde. Luego, los ayudaban con asesoramiento contable. A pesar de las discusiones ideológicas, él y Mariano Recalde seguían siendo amigos y compartiendo debates, ambos ya egresados.

En ese año, Kicillof se presentó como candidato a rector de la Universidad de Buenos Aires y sacó cero votos. Él sabía el resultado de antemano, pero lo hizo para poder tener el espacio y denunciar un conjunto de políticas que consideraba nocivas para la universidad.

Como ven, hay una suerte de eticismo en Kicillof, un componente muy proveniente de su origen social hiperideologizado. Hay un concepto del bien, que no se adapta totalmente al pragmatismo extremo de la política.

Luego de la asunción de Néstor Kirchner, Kicillof, al principio desconfiaba de este hombre traído por Duhalde y crea su propio Think Tank, en donde escribía artículos críticos hacia el nuevo presidente. Sin embargo, con los años, algunas de las medidas sociales del kirchnerismo le empezaron a parecer correctas. Recalde empezaba a avanzar en atraerlo hacia posiciones más cercanas al peronismo.

Este proceso de años, llegó a su culminación cuando, en el 2011, su amigo le ofreció ser subgerente general de la recién reestatizada Aerolíneas Argentinas. En ese mismo año fue nombrado director de Siderar en representación de las acciones que el Estado argentino.

Cristina Kirchner quiso conocerlo y desde ese momento nació una fuerte relación política. La expresidenta lo ahijó políticamente, pero también Kicillof logró influirla fuertemente en su pensamiento económico. Esta fuerte relación política, que en otros años parecía indivisible, se acaba de romper.

Acá es importante rescatar los orígenes sociales de Kicillof, su paso por la universidad y sus rasgos provenientes de este sector tan característico de la clase media argentina. Lo que Kicillof le impugna a Cristina es el uso monolítico de la lapicera. Es decir, el verticalismo peronista, el culto a la personalidad y en sus propias palabras, la lógica de “sometido o traidor”.

Kicillof no es peronista en un sentido clásico. Es decir, comparte con cierta parte del peronismo una base común económica cercana al pensamiento de Keynes, pero no comparte la liturgia, la mística, ni la impronta verticalista. En eso, sigue siendo el mismo chico idealista de la Facultad Económica de la UBA. El mismo joven brillante, hijo de psicoanalistas progresistas y con una inquebrantable autonomía intelectual.

Es peronista todo aquel diga que es peronista”, dijo en una entrevista que le hice en Periodismo Puro en 2019.

“Es un movimiento, una fuente de inspiración, la doctrina peronista, las experiencias del peronismo, tan amplia que ha permitido que haya peronistas de diferentes orientaciones. Pero me parece que sí hay nortes, hay banderas, hay ideas de fuerza que un keynesiano tiene”, agregó.

En ese mismo reportaje, también dijo: “Me han acusado de pagar mucho al Club de París, entonces era una entreguista, pero al mismo tiempo ser recontra estatista y recontra de izquierda”.

“Son discusiones que tienen su importancia, pero yo no me defino de una manera o de otra. Y ya he tenido tanta actuación pública y en papeles bastante de mucha responsabilidad. Y entonces yo creo que me definen mis actos, lo que hice, lo que no hice”, agregó.

Bueno, este reportaje fue hecho en plena campaña, él estaba en campaña para ser gobernador en 2019. Y después de este reportaje, Cristina Kirchner copió el link del reportaje y lo elogió diciendo “es un lujo tener un candidato así”. Vueltas de la vida.

Kicillof, indudablemente es un dirigente del peronismo distinto. Tiene derecho a hacer su experencia. Y los errores cometidos por la elección de Cristina Kirchner, quien candidateó a Daniel Scioli, hoy en las huestes libertarias y a Alberto Fernández, de quien se desentendió totalmente, le dan argumentos para considerar que ella misma no tiene que tomar la decisión.

Y siguiendo el consejo que ella misma dió, que cada uno tome el bastón de mariscal, tomarlo. Nos vamos con la misma canción con la abrimos esta columna, cantada por un actor muy parecido a Axel Kicillof.

MC

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