MODO FONTEVECCHIA
APERTURA DE MODO FONTEVECCHIA

Día 46: El peor de todos, paro y postergación

Las manifestaciones en las plazas de todo el país y las intensas discusiones son dos maneras de actuar que parecían quedar relegadas con la llegada de Javier Milei al poder. Ayer, tanto la rosca como lo masivo de la protesta abrieron un nuevo capítulo de condicionamientos a la gestión del oficialismo.

El Congreso, paralizado por la grieta
El Congreso, paralizado por la grieta | Télam

El día de ayer marcó un cambio de intensidad en la agenda política. La masiva marcha de la CGT y la indefinición en la Cámara de Diputados generó que el Gobierno consuma una cuarta parte del llamado a ordinarias durante el corriente mes y delata la dificultades que tiene la nueva gestión; lo que indica el regreso de la forma más ‘clásica’ de realizar en la práctica la política”, inició Jorge Fontevecchia la apertura de Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio Amadeus (FM 91.1) del jueves 25 de enero del 2024.

Según la CGT, se movilizaron más de 600 mil personas en el Congreso y más de un millón y medio en todo el país. La Plaza de Los Dos Congresos estaba llena, en las calles aledañas había mucha gente y desde allí hasta 9 de Julio también estaban repletas de manifestantes. Por su parte, según el Ministerio de Seguridad de Patricia Bullrich y la Policía Federal afirmaron que habían solo 40 mil personas. Otro de los regresos de ayer fue el del protagonismo de la grieta.

La concentración cerró con la alocución de los dos principales dirigentes sindicales y con la referente de Madres de Plaza de Mayo “Taty” Almeida. El secretario general de la CGT, Héctor Daer, en su discurso, marcó el tono pacífico que intentaron dar al paro nacional y expresó: “Venimos acá para decirle a los diputados y senadores que vamos a defender la patria. Venimos a reivindicar 40 años de democracia y a defender la democracia”.

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Pese a lo pacífico de la manifestación, no faltó el momento desafortunado que estuvo a cargo del dirigente camionero Pablo Moyano, que fue muy duro con el ministro Luis Caputo: “Si el ministro de Economía lleva adelante estas medidas, los trabajadores lo van a llevar en andas, pero para tirarlo al riachuelo”.

El Gobierno reaccionó con una estrategia que no es inusual: enfatizó la grieta, con el objetivo de polarizar con la CGT, dado que sus dirigentes no tienen la mejor imagen pública. El encargado fue Manuel Adorni, vocero presidencial, quien en su habitual conferencia de prensa marcó el tono del oficialismo: "La verdad que encontrar una vía de diálogo con gente que intenta complicar la vida de los argentina y que son un grupo minoritario, ¿qué es lo que se puede dialogar con gente que intenta frenar el país?".

En sintonía, la ministra Patricia Bullrich también se expresó e intentó disminuir el éxito del paro general y enfatizó el hecho de que en muchos lugares no se dio la retención del trabajo que buscaban sus organizadores. “Estuve recorriendo toda la zona de Flores, impresionante, todo el mundo trabajando y diciendo que quieren que el país avance. Me llegan imágenes de todo el país, está todo abierto. Todo el país está trabajando”.

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Sin embargo, pese a las declaraciones del oficialismo, la movilización abonó dos cambios concretos. El primero es que se postergó la votación de la Ley Ómnibus para el martes de la semana que viene. El segundo es que la jueza de primera instancia, Liliana Rodríguez Fernández, emitió un fallo contra seis artículos del DNU que prácticamente hacían imposible las asambleas en los lugares de trabajo, categorizaban como causal de despido la realización de una medida de fuerza y otros cambios que implican límites a los derechos políticos y sindicales.

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Tensión entre el oficialismo y la oposición dialoguista

En relación a la postergación de la votación, el Gobierno había obtenido un triunfo pírrico con la obtención de su dictamen de mayoría. De las 55 firmas, 34 eran con disidencias parciales. Esto hizo que cuando comenzaran las conversaciones se dieran cuenta que no se iban a aprobar aspectos muy importantes de la ley, inclusive parte del paquete económico. Cuando empezaron a circular estas versiones, el ministro de Economía Luis Caputo dijo en un tuit que si no se aprueba la ley, el Gobierno iba a realizar un ajuste aún mayor en las provincias para llegar a la eliminación del déficit fiscal. 

Caputo

Hay una célebre frase que se le asigna a Freud de un paciente que le dice “no es mi mamá doctor -refiriéndose al problema-” y el gran creador del psicoanálisis le responde “por eso mismo es su mamá”. Con el posteo del ministro se da una situación análoga, cuando aclara que no es una amenaza, algo innecesario, está diciendo lo que manifiestamente es. Quién salió a responder directamente es alguien que aparentemente es aliado del Gobierno, el diputado Miguel Ángel Pichetto, y la polémica siguió con una respuesta del titular de Hacienda.

Discusión Pichetto - Caputo

Es interesante subrayar el “tenía cosas más importantes que hacer” del ministro. También revela cuál es la posición, consciente o no, del Gobierno. Para sus funcionarios es más importante la negociación con el FMI que la discusión parlamentaria. En un reportaje, el jefe de la bancada de Hacemos Coalición Federal fue muy duro con Caputo y en Radio Rivadavia dijo: “No quiero entrar en un debate personal con Caputo, algún día lo voy a hacer porque recuerdo su renuncia en el gobierno de Macri. Yo ratifico lo que dije. Caputo, me la banco”.

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Hay una vieja historia detrás de este desencuentro. Pichetto fue el jefe de la bancada de la oposición en el gobierno de Mauricio Macri y en aquel momento criticó a Caputo en el Senado. En este contexto, ¿qué significa esta discusión entre Miguel Pichetto y el ministro de Economía? ¿Implica que no es tan sólida la relación entre Mauricio Macri y Javier Milei? ¿Es un aviso al Gobierno que debe incluir sus modificaciones porque si no, no va a tener aprobada la ley? Es difícil saberlo, pero lo cierto es que Pichetto se siente por arriba de Mauricio Macri y armó un bloque de diputados en el que se llevó 23 voluntades. 

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En el fondo la gran discusión es si estamos en presencia o no de un segundo tiempo de Macri. En el cual el Gobierno actual es meramente la continuidad del de Mauricio, que transitó por el interregno del gobierno de Alberto Fernández, y que para lograrlo usó a Larreta y Bullrich para colocar en su lugar a un outsider como Milei. Hay otros que consideran que no, que Javier Milei es absolutamente autónomo, como Pichetto, y que finalmente, lo que en realidad lo que existe, es una tensión entre el Presidente y la sombra que queda del líder del PRO. Son tales las rispideces que incluso hay discusiones sobre quién será el secretario de Deportes, ámbito de mucha importancia para el ex presidente. 

La calle y el palacio

Por lo pronto todo puede suceder y la movilización de ayer trae a colación dos elementos que pueden resultar interesantes para analizar el presente. El primero es el debate sobre la democracia que supone que una movilización condicione lo sucedido en las instituciones; y el segundo, es el carácter de sociedad movilizada y que guarda el pueblo argentino, desde tiempos históricos.

Según una de tantas concepciones de la democracia, las personas votan y una vez elegidas las autoridades, se las premia o las castiga en las urnas cada dos años. Esta es una visión en extremo representativa de la democracia. La que hace a la tradición argentina, incluye el derecho a la protesta y a la movilización

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De esta manera, la calle condiciona cada tanto al palacio. La política cotidianamente se hace en los palacios, por los funcionarios y los representantes electos. En momentos críticos, se entiende que la movilización puede ser un instrumento vital para hacer cambiar de posición a los políticos. 

Ayer durante la noche Javier Milei aportó su mirada sobre el paro general y también se situó en esta polémica: “Está claro que es un paro de características políticas nada tiene que ver con reclamos legítimos que pudieran tener los trabajadores. De hecho, los propios impulsores del paro lo han dicho de manera abierta”. 

Movilización en la CGT en Córdoba
Movilización en la CGT en Córdoba

Esto es posible también por parte del ADN político argentino. Hay algo de la idiosincrasia política del país que lo hace, desde tiempos inmemoriales, un país rebelde y movilizado. Siguiendo a aquel partido francés podemos decir “insumiso”. Hay un ensayo del fallecido politólogo argentino Guillermo O'Donnell titulado “¿Y a mí qué carajo me importa?” Donde hace un análisis sociológico del comportamiento anti jerárquico del pueblo argentino. Según O'Donnell esto se evidencia hasta en las pequeñas acciones de los mozos, los taxistas y las personas que brindan servicios, con las que con pequeñas actitudes siempre dejan en claro que ellos están trabajando, no te están sirviendo. 

Antes de la constitución del Estado Nación había viajeros que contaban en sus crónicas sobre un dicho popular en el Río de la Plata que les llamaba la atención: “Naides es más que naides”. Si bien Eduardo Galeano le atribuyó la frase a Artigas, la frase era un dicho popular de Castilla que se fue haciendo popular en el Río de La Plata. Además de esta frase, un viajero inglés en sus crónicas contaba cómo los pobres no se sacaban el sombrero para saludarlo y no se hacían a un lado para dejarlo pasar.

La reapertura de la grieta

Ayer reapareció la calle como condicionante político y la rosca, la negociación, como otro eje necesario. También la grieta mostró uno de sus peores aspectos: entre política y grieta, una vez más, se define el futuro político del país. Esa grieta es construida, reconstruida y potenciada por la labor que hacemos los medios de comunicación. Por ejemplo, en las tapas de los diarios se pueden ver distintos títulos. En líneas generales hay equilibrio y podemos leer en Clarín “Un paro a medias y un acto fuerte que no cambia nada”; en el Cronista “La marcha fue masiva pero el Gobierno cree que la CGT pasó a ser un enemigo ideal para Milei”; Crónica “Primer paro contra Milei”;  Ámbito financiero “Paro nacional: se manifestaron más de 1,5 millón de personas”; Página 12 “Quien quiera oír, que oiga” y La Nación “La CGT movió su aparato y amenazó al Gobierno, en un paro con poca fuerza”. Cuando mira la cantidad de personas en la manifestación evidentemente la fuerza era la manifestación en sí misma y no el paro

En esta idea de hacer de acuerdo a sus intereses las interpretaciones, la hermenéutica de la hermenéutica, es interesante recordar el testimonio de Javier Milei en un paro que Moyano le hace a Macri. El mismo señor, en 2018, en otro paro al cual adhirió y participó, expresó: “El motivo por que vengo a la marcha es porque este gobierno quiere reproducir el Estado fascista de la década del ‘30 donde era una alianza entre políticos y empresarios”. En ese momento, el ministro de Economía era Luis “Toto” Caputo y la posición de Javier Milei era diametralmente opuesta

Si llegamos aquí es porque todos somos responsables de esto. Luis Majul explicó las controversias del primer mandatario y el periodismo de la siguiente manera: “Milei considera que si deja pasar el más mínimo dato falso sobre lo que hace, dice o decide van a empezar a esmerilarlo y en algún momento no van a poder detenerlo más. Como pasa con cualquier líder político de distintos signos. Él piensa que si empieza reaccionando, como reacciona, ante aparentemente dichos de poca relevancia y los desmiente genera una discusión muy fuerte alrededor del tema va a tener más éxito en término de adhesión, comunicación y apoyo político”. 

Javier Milei fundamentó su posición con la Teoría de las ventanas rotas. Esta teoría fue introducida en un artículo de 1982 por los científicos sociales James Q. Wilson y George L. Kelling1​ y fue popularizada en la década de 1990 por el comisario de la policía de la ciudad de Nueva York William Bratton y el alcalde Rudy Giuliani, cuyas políticas policiales se vieron influidas por la teoría.

La teoría se convirtió en objeto de un gran debate tanto dentro de las ciencias sociales como en la esfera pública. La política de ventanas rotas se ha asociado a prácticas policiales controvertidas, como el elevado uso de la detención arbitraria y cacheo en la ciudad de Nueva York hasta el año 2013. En respuesta, James Q. Wilson y George Kelling han escrito que la teoría de la ventanas rotas no debe ser tratada como "tolerancia cero" o "con fanatismo", sino como un método que requiere "una cuidadosa formación, directrices y supervisión" y una relación positiva con las comunidades, vinculando así a la policía comunitaria.

Es cierta la existencia, atávica y antropológicamente, de que los pequeños vicios llevan a los grandes vicios. De cualquier forma, lo que ocurre en la Argentina es de otro orden y la pregunta es si la Teoría de las ventanas rotas se va a aplicar al DNU y a la ley ómnibus. 

MDP DC JL