La ministra de Seguridad Patricia Bullrich es una de las principales figuras del Gobierno. Hoy se presenta como un personaje de extrema derecha, pero en sus comienzos fue de extrema izquierda peronista. ¿Qué pasó para que en su carrera haya atravesado una docena de partidos? Para analizar sus derroteros, comenzamos la columna de hoy de Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio JAI (FM 96.3), con un clásico de Frank Sinatra, Thats Life, una canción que habla sobre los cambios en la vida y como se puede ser pirata, poeta o mendigo en el transcurso de los años.
En la última marcha LGBT y antifascista había carteles contra varios funcionarios. Sin embargo, hubo varios contra Patricia Bullrich, y uno de ellos llamó poderosamente la atención.
El cartel dice Bull Reich y tiene la cara de la ministra con un atuendo de oficial nazi. ¿Cómo alguien que militó en su juventud en la extrema izquierda peronista hoy es tildada de nazi? ¿Cuál fue el proceso que hizo desde ese punto, hasta el momento actual en el que como ministra de Seguridad de un gobierno de extrema derecha seguramente mandaría a reprimir a una joven idealista como ella misma lo fue en los 70?
Patricia Bullrich Luro Pueyrredón, como sus apellidos lo indican, es integrante de una familia patricia de este país. Una familia que se encuentra en Argentina desde antes de la conformación del Estado Nación. De hecho, su antepasado Juan Martín de Pueyrredón fue el director supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata desde mayo de 1816. Es decir, bastante antes de que nos llamáramos Argentina.
Por otro lado, Honorio Pueyrredón, tatarabuelo de Patricia fue ministro de relaciones exteriores de Hipolito Yrigoyen.
Una de sus abuelas, contó que cuando Patricia Bullrich tenía cuatro años se subió a un tren con ella y se paró en el medio del vagón y dijo: “Soy Patricia Bullrich Luro de Pueyrredón y algún día voy a ser la presidenta de este país”. Desde su linaje evidente hay una suerte de mandato, algo que configuró su propia personalidad a la hora buscar la trascendencia política, el poder. Vamos a tratar de explicar que hay cierto grado de coherencia entre todos sus pasos.
Por otro lado, su familia dijo que siempre fue muy rebelde. Su padre, un célebre médico, Alejandro Bullrich, contó que la iba a buscar seguido a la comisaría, cuando era detenida por su actividad política, y nunca lograba convencerla de que cese de militar porque estaba poniendo en peligro su vida. Cuando los policías le decían “es brava su hija, eh”. Él les pedía que la tengan un par de días más ”hasta que se le pase tanta bravura”.
Este podría ser el otro gran eje sobre el cuál Patricia Bullrich construyó su personalidad política. Bullrich no tiene jefes. Puede ser leal momentáneamente, pero en el instante en el que entiende que políticamente deja de convenir, rompe con quien fue su referente y se va a otro espacio. Bullrich nunca pudo liderar un partido grande, siempre estuvo a la sombra de alguien más, pero cambió de espacios y referentes una docena de veces aproximadamente. Se podría decir que la traición está en sus genes, para en cada uno de los momentos progresar en el sentido que le parezca que conviene progresar.
Además, este carácter rebelde le dio una impronta de dureza y de convicción que ha demostrado durante toda su vida. Bullrich ha defendido con la misma vehemencia una posición o la contraria, pero difícilmente encuentra en sus intervenciones políticas, lugar a la duda. Siempre actúa completamente convencida, aunque sea en el sentido contrario a lo que estaba convencida poco antes.
“Yo me acuerdo que una de las principales canciones que cantábamos era ‘No somos putos, no somos faloperos, somos soldados de FARP y Montoneros’”, decía la actual ministra en una entrevista, recordando sus inicios.
Hay quienes sostienen que Patricia Bullrich, en realidad traicionó a sus compañeros de militancia en Montoneros. Esa es la hipótesis del historiador Aldo Duzdevich, que, en una entrevista con el Gato Sylvestre en C5N, relata de este modo: “Hay un libro, que creo que es el primero que habla de esto, del año 2000. El libro ‘Galimberti’, que escriben Larraquy y Caballero, donde está el testimonio de un tal ‘Yuyo’, que cuenta que Patricia Bullrich participó en un operativo en el que iban a hacer un atentado contra un gerente, y mueren los cuatro que iban con ella, que se salva ‘milagrosamente’, porque huye al darse cuenta que iban a una ‘ratonera’”.
La realidad es que no hay pruebas para afirmar lo que se insinúa el Gato, pero el derrotero posterior de Bullrich sumado a este tipo de anécdotas hacen que haya quienes sostengan esta acusación.
Primero, Bullrich militó la campaña de Luder a la vuelta de la democracia, pero luego, tras la renovación peronista, se acercó hacia Menem. Vamos al fragmento de Bullrich menemista. La youtuber Ale Marín cuenta sobre esa etapa que “Pato fue candidata a diputada nacional por la capital Federal en la lista del peronismo que apoyaba al ‘patilludo’ y así obtuvo su primer ’trabajo’ en la política, en el Congreso de la Nación, desde donde defendió las políticas del menemismo, cargo que mantuvo durante 4 años”.
Patricia Bullrich es prima de Fabiana Cantilo. Este parentesco hizo que Patricia le pidiera ayuda a su prima para hacer un jingle electoral para su postulación como diputada menemista.
Un divertido dato de color es que formó “La Bullrich Band”, una banda de twist formada junto a su prima Fabiana Cantilo, para lanzar su candidatura de diputada en 1998.
Luego de su paso por el menemismo, al no encontrar una propuesta de cargo que considerara apropiada, se fue a su oponente, La Alianza. Bullrich fue ministra de Trabajo y de Seguridad Social en el gobierno de Fernando de La Rúa. Ella llevó adelante el recorte del 13% a los jubilados.
“¿Qué posibilidades tenemos?, avanzar al abismo o decir ‘la cortamos acá’. Si la seguimos un día más la situación de la Argentina puede ser realmente terrible”, explicó.
En octubre del 2001, Bullrich debe renunciar al cargo por la indignación que generó la medida. Esto fue una especie de derrota con suerte, porque dos meses después fue el estallido social de diciembre del 2001 que terminó con el Gobierno. Tal vez, el destino para Bullrich hubiese sido otro si la sociedad, además de exigir que se vaya De La Rúa y Cavallo, pedía que se vaya ella también, si el “Fuera Bullrich”, se transformaba en una consigna popular.
Comparando el caso de cuando se salvó de aquel operativo policial milagrosamente con este hecho, en el que salvó milagrosamente su carrera política yéndose meses antes de que caiga el gobierno de De la Rúa, se confirma aquella enseñanza de Maquiavelo: el príncipe necesita fortuna y voluntad, pero sin fortuna, por más voluntad que haya, no hay príncipe. Aparentemente, ambas características le son propias a Patricia Bullrich.
En el 2003 creó su propio partido, Unión por Todos, y compitió por la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. En ese momento, Bullrich tenía una fuerte oposición a un candidato que venía empezando a mostrarse: Mauricio Macri, a quien trató de corrupto en aquella campaña.
“Macri está sentado junto a Juan Ferrari”, dijo en un programa televisivo, mostrando una foto de ambos dirigentes. “Hombre de la campaña, procesado por el delito de administración fraudulenta. Frente a este señor, Mauricio Macri dijo que quería un Estado transparente”.
En esa elección, Bullrich sacó el 9,6%. Esto hizo que entienda que con su propio espacio no alcanzaba para competir por lugares decisivos en el poder. Esto la llevó a aliarse con Lilita Carrió en el 2007 y ser candidata a diputada nacional por CABA. Una vez en el Congreso, empezó a tejer alianzas, pero durante el auge del kirchnerismo, Bullrich permaneció en las sombras. Fue a partir del triunfo de Cambiemos que tuvo un lugar preponderante como ministra de Seguridad.
Veamos una declaración durante su etapa macrista, justo antes de jurar como ministra de Seguridad: “Nos preparamos con toda la fuerza y la alegría para la responsabilidad que el Presidente nos ha otorgado a quienes vamos a estar en su gabinete, en el cumplimiento de las tareas que nos ha asignado y muy contentos, porque la ciudadanía hoy da un salto hacia un nuevo presidente y hacia una nueva oportunidad“.
Quien antes era un corrupto, años después es “el Presidente que nos ha dado grandes responsabilidades”, y en la actualidad es “quien pone trabas al gobierno del presidente Milei”, quien anteriormente fue un político sin experiencia que iba representar un “salto al abismo” que terminaría en una crisis con retorno al peronismo inmediato.
Groucho Marx, un brillante comediante estadounidense decía: “Estos son mis principios, si no les gustan tengo otros”. Podríamos decir que Bullrich en realidad es marxista, pero de Groucho. Una política on demand, que tiene una plataforma y un discurso distinto para cada momento político del país.
Durante el gobierno de Macri tuvo una actuación muy destacada frente al Caso de Santiago Maldonado, un joven activista que acompañaba a las organizaciones mapuches en un reclamo en Chubut. Luego de un operativo de desalojo de Gendarmería se hiciera presente, el joven estuvo desaparecido 78 días hasta que fue finalmente hallado muerto.
Patricia Bullrich, como puntal de lanza del gobierno de Cambiemos, logró instalar que “Maldonado se ahogó solo” y defendió el accionar de la Gendarmería. Esto fue un momento clave de la política argentina, porque luego de lo que fue el asesinato de Kosteky y Santillán que anticipó la salida de Duhalde, las muertes a las manifestaciones eran una suerte de línea roja que se presumía que la sociedad no toleraba que se cruce. Una línea roja que podría terminar con la carrera de un político o generar un estallido social.
Santiago Maldonado, foja cero | Perfil
Probablemente, desde Santiago Maldonado, el accionar represivo en las manifestaciones fue empezando a mover está línea roja hasta desdibujarla parcialmente. "No voy a hacer lo que siempre hizo la política, que es tirar gendarmes o policías por la ventana cuando no está probado absolutamente nada", declaró en su momento, defendiendo a la fuerza.
Llegamos a la Patricia Bullrich actual, a la Bullrich libertaria, a quien fue señalada como Bull Reich en Plaza de Mayo durante la marcha antifacista.
Veamos el balance que hace del primer año del gobierno de Milei, en una entrevista con Facundo Chavez: “El país del 10 de diciembre del 2023 es totalmente distinto al país del 10 de diciembre del 2024. El país del 10 de diciembre del 2023 era un país donde la gente vivía en una angustia existencial permanente, veía al país como perdido, como que no se iba a recuperar nunca más, que íbamos a tener que vivir en el empobrecimiento diario, que la corrupción no se iba a erradicar, que los piquetes se iban a seguir, que la inflación era parte de la Argentina. Y creo que en este año, votando al presidente Milei y a un Gobierno que tenía y tiene una decisión de cambio profunda, no de un cambio cosmético, de un cambio de fondo, se empieza a ver los resultados claros de cómo el Estado le ha devuelto poder a la sociedad.
Patricia Bullrich, una mujer rebelde, dura, sin jefes, con una extraordinaria ansia de poder. Toda una vida haciendo lo imposible por llegar al poder. Sin embargo, hasta ahora nunca llegó a ser presidenta. Tal vez, algo de todo este derrotero imparable de cambios de bando le pusieron algún techo electoral, por generar una imágen de política poco confiable. Tal vez, estos cambios bruscos fueron buenas movidas tácticas, pero una mala estrategia a largo plazo.
Por lo pronto, si tuviéramos que encontrar vasos comunicantes entre la Bullrich montonera y la “Bull Reich”, como se la acusa en las pancartas que vimos en la marcha antifascista LGBT, haya sido que siempre su protocolo fue la palabra “violencia”, ya sea con los Montoneros, o como ministra de Seguridad.
Tal vez la palabra “facho”, que se desprende de “fascista”, pero que implica algo distinto a lo que es el fascismo, (fundamentalmente una categoría, podríamos decir “violenta” y “de derecha” para quien impone sus ideas por la fuerza y no puede lograrlo a través del convencimiento político) le pueda llegar a caber.
Se podría decir que fue tan “facha” cuando quería, según lo dice el libro de Galimberti, secuestrar a gerentes o poner bombas en los setentas, como ahora que reprime, como dijo el Papa, a quienes reclaman trabajo y no tienen para comer, gastando dinero en gas pimienta. Por eso, analizando su lógica y su carrera se desprende que no habría contradicciones, sino consistencia: lo que sea para llegar al poder a través del convencimiento político de ideas —las que considera más adecuadas para este país en cada momento—, lo hizo a través de traiciones, mentiras y a fuerza de violencia. Por eso, tiene merecido el cartel que sostenían en la marcha antifascista y, por eso, si bien no le pueden decir “fascista”, porque esto sería una vulgarización, sí pueden sostenerse que es “medio facha”.
Otro punto que la caracteriza, podríamos decir, es que ha sido la “sicaria” de cada uno de sus jefes coyunturales. Algo que vale para De la Rúa, Macri y los Montoneros. ¿Valdrá también para Milei? Quizás la ventaja que tenga el actual presidente es que generalmente tiene alrededor de 15 años menos que la ministra. Por lo tanto, tiene la posibilidad de sobrevivirla y cobrarse cualquier eventual traición.
El otro punto que vale la pena mencionar, y que Milei debería tener en cuenta, es que cada uno de sus antiguos jefes y adversarios la subestimó.
Se decía que no podía ser ni administradora ni de un consorcio porque, cuando hablaba de economía, se confundía. Es conocido que Mauricio Macri le pidió a Lacunza, cuando ella ya era la candidata oficial de Juntos por el Cambio para la presidencia, que por favor la ayude porque “no entiende nada de economía”.
Probablemente ella no tenga unas ideas consistentes pero sin ninguna duda tiene una voluntad consistente, y como dice Maquiavelo, una virtud necesaria para cualquier príncipe: hasta ahora, la fortuna siempre la ha acompañado.
Producción de texto e imágenes: Daniel Capalbo, Pablo Helman y Matías Rodríguez Ghrimoldi.
FM