Karina Milei fue la principal oradora en una reunión de la Libertad Avanza en Mar Del Plata y su armador, Sebastián Pareja, dice que en territorio bonaerense es capaz de ganarle a Cristina Kirchner sólo con el sello oficialista, es decir, sin el PRO. Vamos a analizar el surgimiento de una posible nueva estrella política y a preguntarnos si efectivamente la hermana del Presidente representa cambios más profundos en la sociedad bonaerense y más particularmente en los sectores populares. Por eso, decidimos abrir la columna de hoy de Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio JAI (FM 96.3), con el tema central del film Nace una Estrella, cantado por Lady Gaga y Bradley Cooper.
De vender tortas por internet a la Casa Rosada sin escala, en tres años, Karina Milei se ha transformado en una de las personas más poderosas del país. No solamente es la secretaria del Presidente, aquella persona que lo cuida y sin la cual no puede resolver prácticamente ninguno de sus problemas prácticos, desde comer a dormir o alimentar a sus perros. Karina, o “El Jefe”, como al Presidente le gusta llamarla, es la dirigente del partido libertario en construcción, la armadora del andamiaje político electoral y uno de los vértices de la tríada de poder en Balcarce 50.
La novedad es que, desde su entorno encabezado por el armador bonaerense Sebastián Pareja y el presidente del Congreso, Martín Menem, están decididos a impulsarla como candidata a senadora para la Provincia de Buenos Aires. Según Pareja, las encuestas que consulta el Gobierno dicen que la hermana de Javier Milei podría ganarle nada más y nada menos que a Cristina Kirchner, la principal figura del peronismo en su principal bastión. ¿Qué significa este dato de la realidad? ¿Karina solo arrastra los votos de su hermano o su figura representa algo en particular? ¿Qué cambios políticos hubo en los bonaerenses para que uno de los bastiones del peronismo, en el que había perdido Javier Milei, ahora se dé vuelta y vote a su hermana?
Alguien dijo alguna vez que la política es el arte de vender futuro. Para los pobres, la clase baja y la media baja es muy importante, como es de esperarse, poder tener la perspectiva de estar mejor económicamente y que sus hijos ascenderán directamente a otra escala social. Es decir, no solamente es necesario tener políticas de ayuda o mitigamiento del padecer de los pobres, además los políticos deben tener políticas de ascenso social o al menos poder convencerlos de que es posible.
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En varias de estas columnas reflexionamos acerca de las identificaciones y aventuramos la hipótesis de que uno se identifica con lo que quiere ser y no con lo que ya es.
El kirchnerismo tuvo resuelto durante gran parte de su década de hegemonía esta ecuación. Los altos salarios producto de una economía subsidiada gracias a los dólares que entraban por el boom exportador de materias primas, la construcción de universidades en el conurbano, el conectar igualdad y las notebook a los jóvenes de los sectores populares y otras políticas de inclusión cambiaron millones de realidades en el segmento social medio bajo y bajo de la población.
Sin embargo, a medida que este modelo se fue quedando sin dinero por el cambio en la situación internacional y el hastío del campo de financiar con el dinero de las exportaciones un modelo con el que no estaba de acuerdo ideológicamente, fue limitándose a políticas de asistencialismo, que inclusive empezó a desmontar en la última etapa del gobierno de Alberto Fernández, con las bajas de Victoria Tolosa Paz a miles de beneficiarios del Potenciar Trabajo.
Ese proceso económico y político de declive del peronismo K fue configurando un relato distinto, en los barrios populares en general y en las barriadas bonaerenses en particular. Es como si trabajadores informales con cierta trayectoria, empleados en relación de dependencia, pequeños comerciantes y obreros empezaron a mirar con recelo a los beneficiarios de planes sociales que no progresaban, que no salían de su situación. “Planeros”, fue el significante que emergió a medida que descendían los salarios, y se empezó a calcular que un hogar con un beneficiario de plan social y las asignaciones que se cobraban por hijo, era un monto similar a un salario cobrado en una pyme. Estas realidades distorsionadas y narradas por la oposición al kirchnerismo, llenaron de odio a amplios sectores contra la política social kirchnerista.
Se fue construyendo la idea de que había una argentina meritocrática, que se esfuerza, que trabaja e intenta salir adelante y otra que es planera, vaga, que vive del Estado para sostener a un conjunto de políticos corruptos a través del voto.
La falta de crecimiento de la economía argentina fue frenando el ascenso social, y esto seguía volviendo la vista de los sectores medios bajos contra el segmento bajo. Una guerra de pobres contra pobres.
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Quizás el primer quiebre entre el kirchnerismo y estos sectores fue la victoria de María Eugenia Vidal en la provincia de Buenos Aires. Sin embargo, en donde más se empezó a ver este divorcio en el conurbano bonaerense fue en el 2021. “Al kirchnerismo se le rebelaron los pobres”, dijo Lilita Carrió, alguien que nos tiene acostumbrados a definiciones tan concisas como profundas.
El 20 de septiembre de 2021, en pleno proceso electoral, Carrió dijo, en una entrevista en TN: “Hay un hartazgo, sobre todo en la rebelión de los pobres”.
En el mismo sentido, en una entrevista en Radio Dos, la dirigente de la Coalición Cívica afirmó que “el kirchnerismo hizo negocio con los pobres. Dejó que los pobres, en vez de ser de clase media, fueran esclavos”.
La consultora política y referente peronista Mayra Arena, explicó este fenómeno genialmente en este mismo programa el 19 de septiembre de 2022. “Al kirchnerismo le costó lograr una identificación política con los anteúltimos”, sostuvo. “El kirchnerismo tuvo históricamente un gran problema para hacer parte de su modelo de gestión a aquellos pobres, o aquellos que todavía no son clase media aunque no sean extremadamente pobres, que no quieren abrazar el Estado”. “Una política que sobreactúa el lugar que ocupa los últimos, de alguna manera hace que los que no se sienten últimos, los anteúltimos, ¿a dónde se quedan?”.
El ideólogo libertario Agustín Laje, con quien tenemos pocas coincidencias, agregó una arista muy interesante en el análisis de este fenómeno. “El kirchnerismo dejó de ser el partido nacional y popular”, sostuvo. “Sufrió los embates de la ideología woke. Es decir, hubo una época en que los kirchneristas se asumían como el partido nacional y popular de la Argentina, tomaban esa idea de la filosofía de gramsciana, pero esa época pasó. Ahora ellos desde hace algún tiempo han apuntado ya no al pueblo, sino a las minorías, han cambiado su sujeto político”, explicó el académico.
Este proceso de alejamiento entre los pobres y el kirchnerismo se vio fundamentalmente en los últimos años, pero tiene una historia previa. Quien primero derrotó al peronismo en el territorio bonaerense fue un total outsider sin experiencia política, Francisco De Narváez, quien con un discurso centrado en el problema de la inseguridad, al que el kirchnerismo no daba respuesta, logró propinarle una fuerte derrota nada más y nada menos que a Néstor Kirchner.
Luego de su triunfo legislativo en 2009, De Narváez dijo: “Quiero agradecer a la persona que me inspiró y me entusiasmó para que hoy esté con ustedes, Mauricio Macri”.
Recordemos además que el kirchnerismo venía del conflicto con el Campo, que lo había desgastado fuertemente.
Por otro lado, en el 2017, Estaban Bullrich, en ese momento una figura de segunda línea del PRO y Juntos por el Cambio, logró derrotar a Cristina Kirchner. “Somos la generación que vino a cambiar la provincia para siempre”, afirmó tras su triunfo en las elecciones legislativas.
Impresiona ver cómo, de manera repetida, el kirchnerismo perdía en la provincia de Buenos Aires con candidatos ignotos hasta ese momento. Estos candidatos, ¿representaban valores concretos de los sectores que se opusieron al kirchnerismo o solo fueron canales de expresión electoral? ¿Karina representa algo en sí misma o es vista por quienes contestaron la encuesta como una garantía de que no vuelvan “los k”?
Es interesante pensar a Karina Milei como una contracara de Cristina Kirchner. Si la ex presidenta es una genial oradora, alguien con ropa sofisticada y una evidente impronta personal de los sectores altos de la sociedad, Karina no tiene dotes de oradora, se ve y se muestra como una mujer sencilla, de clase media, y tiene rasgos de ama de casa.
Por otro lado, es una mujer dura. Según fuentes de La Libertad Avanza, Karina logra generar miedo entre los distintos funcionarios y teje hábilmente su influencia dentro del Gobierno. La periodista Victoria de Massi escribió su biografía no autorizada. El 5 de diciembre la definió como “despiadada, implacable, muy perceptiva, y su manejo del poder pasa por esos lugares”.
Quiénes deben estar muy preocupados por el ascenso de Karina Milei como posible estrella electoral bonaerense son Mauricio Macri y el resto del PRO.
En primer lugar, la tarea de Karina Milei de estructurar a la Libertad Avanza como partido nacional para dejar de depender del PRO, está dando sus frutos. La tarea de la secretaria del Presidente fue construir las condiciones de posibilidad para prescindir del PRO y ahora, si efectivamente es candidata y le gana a Cristina Kirchner sin su ayuda, sería quien le quite todo el espacio político al partido amarillo.
Seguiremos analizando la proyección de esta nueva figura de la política argentina, mientras tanto, cerramos esta columna con la canción con la que comenzamos, Nace una estrella.
Producción de texto e imágenes: Daniel Capalbo, Pablo Helman y Matías Rodríguez Ghrimoldi.
FM