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MODO FONTEVECCHIA
El editorial de Jorge Fontevecchia

Día 394: Lanata, el periodista maldito del país populista

En el país en el que el periodismo es el oficio maldito, libertarios y kirchneristas se unieron contra Jorge Lanata por considerarlo de gran ayuda para la llegada de sus adversarios al poder. ¿No sería más fácil pensar que era un periodista haciendo su trabajo?

Jorge Lanata
Jorge Lanata | redes

Uno de los pensadores más lúcidos del peronismo, como fue John William Cooke, dijo que el peronismo era “el hecho maldito del país burgués”, en el sentido de ser el fenómeno molesto de los poderosos, pero que con el que, por su fuerza y masividad, deben lidiar. A días de la muerte de Jorge Lanata, podríamos parafrasearlo y plantear que Lanata es el periodista maldito del país populista. Al que el populismo de izquierda, representado en el kirchnerismo y el de derecha que hoy ocupa la Casa Rosada, con Javier Milei a la cabeza, destinan gran parte de su odio. 

Por eso decidimos abrir la columna de hoy de Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio JAI (FM 96.3), con Malditos, una canción que Andrés Calamaro compuso para un ciclo televisivo conducido por el periodista Lanata. 

En la década del sesenta, en la ciudad universitaria de Palo Alto, California se desarrollaron profundas investigaciones en diferentes ramas de la ciencia que resultaron totalmente innovadoras en distintas áreas del conocimiento. Gran parte de la terapia psicológica familiar viene de esa experiencia. En comunicación, el filósofo y psicólogo Paul Waslavick desarrolló la teoría de la comunicación radical. Entre sus muchos postulados, explicó que es imposible no comunicar. Con el silencio, con no decir nada, se están diciendo cosas, a veces, muchas más cosas que cuando se habla. 

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El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
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La muerte del periodista Jorge Lanata no suscitó demasiado silencio. Más bien todo lo contrario. Luego de su fallecimiento, las tapas de los principales diarios ubicaron su foto en un espacio central y dentro de los ejemplares las notas que reflexionaban sobre su trayectoria coparon generosamente las ediciones en papel. La radio, los programas de streaming y la televisión llenaron horas y horas de notas, entrevistas, informes especiales y editoriales hablando de él. En estos días, parece que todo el mundo tenía algo para decir acerca de Lanata. Todos, a excepción de los dos principales dirigentes políticos del país. El presidente Javier Milei y la líder del peronismo, Cristina Kirchner. ¿Qué diría Watzlawick de este silencio?

A diferencia de ellos, sus seguidores, comunicadores que los siguen y usuarios de redes sociales se dedicaron a lapidar la imagen de Lanata permanentemente. Por un momento, kirchneristas y libertarios se unieron en festejos de insultos contra una misma persona. Hay un viejo proverbio árabe que dice que el enemigo de mi enemigo es mi amigo. Esta máxima no parece aplicarse en la batalla cultural mileista ni en la lucha nacional y popular contra la Corpo que libra el kirchnerismo. Corpo y casta, los dos monosílabos que comienzan con C, son las dos palabras de un lado y del otro. ¿Por qué desde extremos ideológicos tan alejados se odia al mismo periodista? ¿Hay en este odio alguna clave para pensar la actual coyuntura argentina? 

Uno de los principales comunicadores digitales del libertarianismo, Nicolás Márquez, hizo un editorial en su canal de YouTube que vale la pena analizar para entender este encono tan importante que el Gobierno tiene con Lanata en particular y con el periodismo en general, y analizar si no estamos frente a la piedra rosetta, es decir aquello que nos permita entender todo un lenguaje que significan los libertarios y los kirchneristas y que mutuamente se terminan consumiendo en su propia salsa. 

“Hace pocas horas reventó en su ley Jorge Lanata”, dijo Márquez en un video que publicó esta semana. “Es lamentable como se le rinden tributos a mitos vivientes e históricos”, criticó sobre los homenajes al periodista y agregó: “Lo cargaban de títulos, honores y virtudes, pero la realidad es que todo eso es falso”.

Ernesto Tenembaum y Nelson Castro reprocharon a Cristina Kirchner y a Javier Milei el silencio sobre Jorge Lanata

“Reventó”, esa fue la palabra que utilizó, con profundo mal gusto, Nicolás Márquez, este ideólogo libertario. Es como si el objetivo fuese la destrucción de la credibilidad periodística de la figura de Lanata. Podríamos decir que mientras Milei en 2015 trabajaba para un think thank de Scioli junto a Guillermo Francos, Lanata estaba haciendo importantes denuncias contra la corrupción kirchnerista, que terminó en varios funcionarios en prisión y con la derrota electoral de, en ese momento, su propio empleador. Ahora se invirtieron los roles. Como siempre, la historia contada en términos de “malos y buenos” nunca explica correctamente los hechos. 

Márquez continuó analizando la carrera de Lanata y sostuvo: “Se presenta a lo grande fundando un diario terrorista conformado mayormente por plumíferos que habían participado de las organizaciones guerrilleras asesinas que una década antes habían atacado al país matando niños, ancianos, policías, arrastrándonos a la guerra civil que, afortunadamente, ganaron las fuerzas armadas”. “De ahí viene Lanata”, agregó.

Con ese criterio, el Ministerio de Seguridad hoy estaría dirigido por una terrorista, algo que obviamente nosotros no creemos, pero decimos esto para intentar desandar esta forma de analizar la política que creemos es inadecuada para pensar el país. 

Otro de los ataques libertarios a Lanata fue un tuit de una cuenta atribuida a Santiago Caputo.  

Santiago Caputo
X (@MileiEmperador)

Habría que agregar que no es que creyeron que ser zurdos era ser inteligentes, sino que creyeron que ser zurdos era ser buenas personas. Pueden estar equivocados, pero el objetivo era que perseguían lo que creían que era bueno, no inteligente. Inteligente también es el mal. 

¿Por qué es interesante este tuit? Por varias cosas, en primer lugar, está el tema de la construcción del relato oficial sobre la década del 90. En la concepción libertaria de la batalla cultural, Lanata fue parte de la edificación de la derrota conceptual que tuvo el menemismo tras su salida y posibilitó el ciclo progresista que vivió el país. 

Además, la acusación a Lanata como el creador del antimenemismo cultural es como si se lo postulara como una suerte de Neustadt a la inversa. El periodista y conductor de televisión, famoso en los años ochenta, fue un comunicador esencial a la hora de construir la hegemonía del discurso menemista. Si construyeron desde el liberalismo una agrupación, parafraseando a La Cámpora, llamada “La Carlos Menem”, deberían hacer otra que se llame “La Bernardo Neustadt”, que fue quien llevó adelante el verdadero discurso anti-Estado. 

“Un taxista joven empezó a hablar del petróleo, y después de 10 minutos explicando que pensaba de los lobbies armamentísticos, me dijo ‘¿Y usted qué piensa? ‘Yo estoy preocupado por la Argentina, porque tenemos petróleo y hemos tenido que aumentar el precio de los combustibles’. Me preguntó por qué será, le dije: “Porque no habremos hecho lo necesario”, dijo Neustadt en 1990 sobre la privatización del petróleo. 

“Hace 30 años, a Frondizi se le ocurrió que el petróleo bajo la tierra no sirve para nada. Vinieron todas las empresas extranjeras y se extrajo todo el petróleo. El país era joven y pujante. Después llegaron mis amigos los radicales, dijeron que habían entregado la patria y dejaron sin efecto los contratos. Si hubiésemos seguido el plan de Frondizi, hoy estaríamos vendiendo petróleo al mundo entero”, agregó. 

Bernardo Neustadt
Bernardo Neustadt, conductor de Tiempo Nuevo

Además, durante esa época defendía el paquete fiscal del menemismo: “El Fondo Monetario Internacional nos guiñó el ojo y nos dijo que, si el Congreso se porta bien y vota el paquete fiscal, nos dará 5 mil millones de dólares”.

“‘¿A mí qué me toca de todo eso?’, dice doña Rosa. Si todo esto se cumple, si los empresarios pueden crear fuentes de trabajo, su hijo y su marido van a tener trabajo”, dijo. 

Aquí vemos los ciclos de la vida. Mientras Neustadt defendía las políticas del menemismo, es decir, dinamitaba el Estado y el minarquismo que hoy quiere llevar Milei, que primero fue llevado adelante por Menem en función de ese relato de los ochenta, Lanata criticaba desde Página 12 cuando los efectos de la convertibilidad generaron pobreza y desocupación, el periodismo opositor encontró una audiencia cada vez más grande. 

Además, la fundación de Página 12 despertó la vocación periodística de varias generaciones de colegas que hoy se sitúan en el espectro de izquierda progresista del arco político. Pero Lanata no era de izquierda. Hay una entrevista muy interesante en la que el periodista define su posición política. 

En diálogo con Mariano Grondona, el 7 de junio de 1990, Lanata dijo: “Yo no estoy dentro de la izquierda. Soy un liberal de izquierda”. “Este país está demasiado corrido a la derecha”, expresó.  

Un “liberal”, en el sentido estadounidense del término, quiere decir alguien de izquierda. Esta noción no tiene grandes correlatos políticos en Argentina. Particularmente, en la Argentina son los más atacados por Milei. Ernesto Tenembaum se ubica en este lugar, como María O’Donnell y tantos otros, muchos de los cuáles fueron discípulos de Lanata, en ese sentido, el tuit atribuido a Santiago Caputo tiene un punto. 

Parte del radicalismo también puede ubicarse en este lugar, la Coalición Cívica y Horacio Rodríguez Larreta. Es interesante en este sentido el desplazamiento significante de este último apellido. Tanto libertarios como kirchneristas llamaron al ex jefe de Gobierno porteño como “Larrata”. De esta misma manera llamaron a Lanata. “Las ratas” para Milei son los diputados que no votan sus leyes, muchos de los cuales son los “liberals” del radicalismo y la coalición cívica.  

Tal vez, este lugar político sea el verdadero blanco del Gobierno detrás del ataque al periodismo en general y a Lanata en particular. El liberalismo que es tan liberal en lo económico, como en lo cultural y en lo político es desafiante para el Gobierno evidentemente. En Brasil, estos espacios se aliaron a Lula y terminaron derrotando a Bolsonaro. En Argentina si este espacio se fortalece podría forzar una renovación en el peronismo y protagonizar un frente opositor altamente competitivo. 

Por otro lado, si el gobierno libertario acusa a Lanata de formar parte del discurso oficial de la década de los noventa, el kirchnerismo lo acusa de haber contribuido a la victoria del macrismo en el 2015 por las denuncias de corrupción contra la gestión de Cristina Kirchner. 

Consultaron a Javier Milei por la muerte de Jorge Lanata, pero fue Yuyito González quien contestó

Así como Neustadt asoció Estado a lo malo, Lanata asoció político a corrupción. Por lo tanto, el discurso que Neustadt instaló en los años ochenta fue útil para que viniera Menem, luego Macri y luego Milei. Aquella construcción logró formar ese imaginario, que como todos, tiene una parte de razón y una de exageración. Luego, Lanata construyó en los noventa el imaginario de que todos los políticos son corruptos. Casualmente, fue este imaginario el que le permitió a Macri ser presidente y el que se lo permite a Milei.

Si la política es corrupta, esa es la casta, Probablemente estemos frente a la piedra rosetta para entender la política argentina, donde se juntan los kirchneristas y los libertarios en una confusión ideológica en dónde cada uno acusa al otro de haber construido una parte del relato, sin darse cuenta que el relato no lo construyó solamente el pobre Lanata. Lo construyó también Lilita Carrió, el radicalismo, otros progresistas, los que quedaban del alfonsinismo y tantos otros medios de comunicación.

Esta hipótesis de que ciertos relatos hacen posible la llegada de determinados presidentes tendría que ver que tanto Neustadt como Lanata fueron los constructores de los relatos que se sintetizan en Javier Milei. 

¿No sería más fácil pensar que era un periodista haciendo su trabajo? Si ambos bandos de la grieta hoy lo critican por ayudar a llegar a sus adversarios al poder, ¿no será que su intención no era ayudar a nadie sino, sencillamente, contar lo que sucedía? ¿No es más fácil criticar al menemismo por la corrupción, la pobreza y la desocupación y al kirchnerismo por la corrupción, la inflación y el desorden macroeconómico, que a un periodista que lo señala tanto de uno, como de otro? 

Evidentemente, acá hay algo que molesta especialmente a los libertarios. En un reportaje en este programa, Milei afirmó que, para él, “es peor un socialdemócrata que un comunista”. “Son personas que vieron el problema del Estado”, explicó. Aquí está la piedra rosetta a la que me refería. 

Hay dos momentos de Milei candidato que van a cobrar más valor con el tiempo. Uno es el momento cuando la periodista Luciana Geuna le pregunta si cree en la democracia y él le responde con el teorema de Arrow, es decir que no cree, y cuando aquí se le pregunta si es mejor un comunista que un socialdemócrata y él dice que sí. Los verdaderos opositores de Milei son la democracia y la socialdemocracia. 

Evidentemente, para el populismo tanto de derecha como de izquierda, la culpa es siempre del otro. En este caso, de Lanata, pero como hemos desarrollado en estas columnas, de todo el periodismo. Si Lanata es el periodista maldito del país populista, el periodismo es el oficio maldito de ese país, en el que la crítica y la libertad de pensamiento parecen un pecado imperdonable, ni siquiera en el momento de la muerte. 

Producción de texto e imágenes: Daniel Capalbo, Pablo Helman y Matías Rodríguez Ghrimoldi.

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