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MODO FONTEVECCHIA
El editorial de Jorge Fontevecchia

Día 376: Luis Caputo, el rockstar del ajuste y su máquina del tiempo

Luis Caputo y Javier Milei lograron convencer a la sociedad de la necesidad de un brutal ajuste vendiendo una expectativa de futuro, consumiendo lo acumulado del pasado y comprando tiempo. La incógnita es cuánto le queda al Gobierno antes de la inevitable devaluación. 

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Luis Caputo. El ministro se mantiene expectante por un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario. | AFP

El presidente Javier Milei, calificó a su ministro de Economía de “rockstar”, por eso, decidimos abrir la columna de hoy de Jorge Fontevecchia en el editorial de Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio JAI (FM 96.3) con Rockstar del cantante de trap Duki. 

El Presidente habla de la importancia de la honestidad intelectual y en eso estamos de acuerdo. Para hacer cualquier análisis hay que partir de los análisis que se confirmaron y los que no. Es decir, nada más y nada menos que de los hechos. El Gobierno anunció que iba a bajar la inflación y lo está logrando. Ese hecho, desde el punto de vista económico y político, tal vez sea el más importante éxito de la gestión y para entender la actual coyuntura. 

La inflación que estaba completamente desbocada en el gobierno anterior, empujaba a miles de argentinos bajo la línea de pobreza mes a mes y reducía en cada momento el consumo de la población. Actualmente, el Gobierno luego de haber pronunciado esa situación con una devaluación de un 118% de hace un año y un importante ajuste fiscal, logró estabilizar la macroeconomía y calmar a los mercados. 

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Vamos a analizar las primeras medidas de Caputo y si fueron correctas, e incluso si tenía alguna alternativa mejor, y explicar el por qué de la máquina del tiempo y el éxito de Caputo.

El 12 de diciembre de 2023, Caputo hizo su primera conferencia de prensa y declaró: "Vamos a estar unos meses peor que antes en términos de inflación". “Lo digo así porque, como dice el Presidente, es preferible decir una verdad incómoda que una mentira confortable”. 

Esto fue lo que conceptualizó inteligentemente Melconian, con su enorme capacidad de construir metáforas, como la licuadora. Gran parte del gasto público se logró licuar con esta devaluación y el aumento de precios del 100% de un día para el otro. 

Un día después de esta devaluación Caputo dijo algo interesante sobre la sostenibilidad social del ajuste. “La gente está muy contenta porque entendió la génesis del problema”, sostuvo en una entrevista y explicó: “El objetivo era que el mensaje llegara a la gente, que entendió la génesis del problema”. 

Luis Caputo
Luis "Toto" Caputo.

Luego de este ajuste se produjeron grandes movilizaciones y el paro general más rápido que tuvo un Gobierno desde la vuelta a la democracia. El 24 de enero, durante el paro de la CGT, el dirigente Pablo Moyano dijo la siguiente frase, poco feliz: "Si el ministro de Economía lleva adelante estas medidas, los trabajadores lo van a llevar en andas para tirarlo al riachuelo”. 

Esto no solo no pasó en sentido figurado, si no que más bien pasó todo lo contrario. El 25 de mayo, en un discurso en la provincia de Córdoba, Milei festejó la estabilidad económica y el trabajo de Caputo. “Estamos haciendo el ajuste más grande de la historia de la humanidad”, dijo el Presidente.  “Estamos subiendo en popularidad y mi ministro se convirtió en un rockstar”, declaró- 

Como siempre, una sarta de mentiras. El 54% de aumento de precios mayoristas no fue heredado, sino que se produjo por el propio Milei con la devaluación del 18%, lo que no quita que la inflación venía a un ritmo del 200%, pero que nada tiene que ver con el 15.000% o 5.000% como dicen desde el Gobierno. de cualquier forma, 200% es mucho, pero no es la mayor crisis en la historia de la Argentina, que llegó a tener un 5.000% de inflación. 

Cuando llega la estabilidad a la Argentina y se perpetúa a través de los años, se producen aquellas décadas políticas que marcan una era en la historia del país. Desde la vuelta a la democracia tuvimos dos de estos modelos: el menemismo y el kirchnerismo. En el primero, la estabilidad del tipo de cambio, conocido como la convertibilidad del uno a uno, se logró gracias a un gran ingreso de dólares vía la privatización de las empresas estatales, pero sobre todo, gracias a un endeudamiento fenomenal con el FMI. 

En el kirchnerismo, la estabilidad fue menor y tuvo más fluctuaciones. Sin embargo, hasta el 2010 tuvo cierto grado de equilibrio gracias a un ingreso masivo de dólares gracias al boom del precio de las materias primas que Argentina exporta. Luego, el kirchnerismo emitió gasto público para poder sostener un nivel de vida subsidiado que empezó a tener sustento real, y terminó con todo lo contrario, en la medida que se desaceleraban los precios de las commodities. 

La novedad de la era Milei es que parte de la estabilidad no se está logrando por los dólares que entran necesariamente, aunque ingresaron muchos por el blanqueo, si no por el ajuste fiscal que generó. Esto hace que los tenedores de bonos y el mercado en general no estén apurados en cambiar sus letras para llevarse el dinero del país, porque entienden que, gracias al ajuste que hizo el Gobierno se podrá pagarle y han tenido una tasa de retorno, que se llama crawling peg, que no tienen en ninguna otra parte del mundo. Esto, en combinación con la sintonía fina que el ministro Caputo logró con crawling peg, hace que la situación se vaya llevando, por decirlo de algún modo. 

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Analicemos cómo Caputo reflexiona sobre la importancia de Milei para convencer a la sociedad sobre el ajuste y sobre su estilo directo a la hora de encarar políticas que generan resistencia en la oposición. Por ejemplo, en junio de este año, el ministro declaró ante el Economic Forum que “si Milei no tuviera esta personalidad, no tendríamos la oportunidad histórica que tenemos”.

El periodista Carlos Boyadjian, jefe de redacción de Economía en MDZ, observó el año económico del Gobierno en general y del ministro Caputo en particular y afirmó que “el principal logro es la baja de la inflación”. “La cuestión que aparece ahora es el fortalecimiento del dólar y el impacto en monedas regionales, como el real de Brasil, que tiene un impacto en Argentina”, explicó, y agregó: “La estrategia del Gobierno hacia adelante, que era reducir el ritmo de la devaluación, quedó en carpeta”. 

Según Boyadjian, como cualquier devaluación o modificación del tipo de cambio en Argentina termina en precios, el Gobierno “no quiere dar esa batalla por perdida en su intento de mostrar resultados positivos”. 

En este sentido, el economista Camilo Tiscornia sostuvo que “el balance del primer año del ministro es Caputo” debido a la baja de la inflación y a la reducción de la brecha del tipo de cambio porque son las señales más “perceptibles” para el común de la gente. A su vez, Tiscornia consideró que “queda pendiente la resolución del cepo” pero advirtió que tiene riesgos. 

Por su parte, Nicolás Dapena expresó que el logro más importante de la gestión económica es que “ha quedado la idea conceptual de la “razonabilidad del equilibrio fiscal”. “No hay país que pueda crecer gastando más parte de la que le entra de forma indefinida”, dijo. “Lo que debería venir ahora es un reacomodamiento salarial que acompañe el crecimiento económico que se está vislumbrando”, agregó Dapena.

Miguel Ponce, otro especialista en economía, declaró que Caputo va a colocar la inflación, el superávit fiscal y el dólar quieto y barato en el haber del balance de fin de año, y en el debe, la economía real. “Salvo energía, minería y algo del agro, los jubilados, la salud, la construcción, la educación y la obra pública están en rojo”. “Se borraron del diccionario de Caputo las palabras ‘producción’, ‘crecimiento’ y ‘desarrollo’ y ha pasado a ser una blasfemia hablar de justicia social”, lamentó. 

La palabra japonesa "Bimyô" se utiliza para referirse a algo que no termina de estar bien ni tampoco mal del todo. Aunque no sabríamos identificar cual es la pieza que no termina de encajar en el conjunto. Probablemente, quienes no estaban de acuerdo con el triunfo de este Gobierno y ven la estabilidad de la inflación, sientan algo así. 

Es interesante analizar la baja de la inflación en combinación con otros indicadores que puedan dar una idea más completa de la situación. 

En primer lugar podemos hacer un breve mapeo de los números del mundo del trabajo, algo que es un dato esencial para entender cómo están viviendo los argentinos.

En una excelente nota de Esteban Rafele en Cenital se informa que el empleo formal cayó un 2.7% interanualmente. Entre el 2° y el 3° trimestre de este año, se perdieron poco más de 8 mil puestos de trabajo de este sector. Según Rafele en total, sumando empleos privados asalariados, empleos estatales y trabajos registrados de limpieza en casas particulares, perdieron 180 mil empleos en el año de gestión del ministro Caputo. 

Por otro lado, crecieron 140 mil las altas del monotributo. Esto es interesante porque habla de la transformación en el mundo laboral. A riesgo de ser esquemático, podríamos decir que las pérdidas reales de empleo son de 40 mil puestos de trabajo en un año, pero lo más sobresaliente es que hay 140.000 que se perdieron en el mercado formal con aguinaldo, vacaciones y jubilación, mientras que los monotributistas no tienen ninguna de estas ventajas lo que afectará su jubilación. Evidentemente, hay una transformación en el régimen del trabajo negativa.

Cambiar un empleado de una alta calificación en una industria, como alguien en el sector automotriz, por alguien que trabaja de repartidor de Rappi no es una forma equivalente de generar empleo. 

El empleo informal cayó un un punto porcentual y las personas que tienen un trabajo y buscan otro para poder aumentar sus ingresos aumentó un punto y medio porcentual. Todavía son números pequeños para dar cuenta de un cuadro completo del mundo del trabajo, pero se pueden rastrear ciertas tendencias. Una Argentina que trabaja cada vez menos en el marco de la antigua formalidad con aguinaldo, vacaciones, aportes previsionales y obra social, lo que significaban los viejos convenios de trabajo, que empieza a pensar en el monotributo como un régimen posible y que trabaja más cantidad de horas. 

Desde el punto de vista de la industria, la actividad de las Pymes cayó un 13,6% en la gestión económica del actual Gobierno. Esto sí es un número significativo. La industria en su conjunto tiene una caída interanual del 11,6% y la construcción 24,5%. Estos números son alarmantes, sin embargo, ¿qué reflejan? 

Hay un punto central que es lo que denominé “la máquina del tiempo de Caputo”. Siempre me impresionó el famoso y célebre economista francés Thomas Piketty que escribió El capital del siglo XXI, haciendo una crítica al exceso de concentración de la renta en el poscapitalismo, después de la crisis de las hipotecas, cuando el 1% más rico acumula mayor cantidad de dinero cada vez más.

Independientemente de su crítica social-global al sistema de distribución de la renta, él marca que el Producto Bruto Interno no es lo que se debe juzgar para medir el desarrollo de un país, porque el PBI no es un económico, sino un financiero

Normalmente, una empresa produce productos, los vende, gasta para producirlos y paga, pero el momento en el que paga y el momento en el que cobra no es el mismo. Por ejemplo, si le tiene que dar a sus compradores 90 días, y pagarle a sus empleados a 30 días, hay un económico que es distinto al financiero: se vendió este mes pero se cobra dentro de tres meses. 

Milei y Caputo
Luis "Toto" Caputo y Javier Milei. 

Otro ejemplo es el de la compra de una máquina. Si dura cinco años, se divide el costo a lo largo de los cinco años y en el económico entra dividida en 60 meses, pero si hubo que abonarla en un solo pago, hay una diferencia entre el económico y el financiero. El económico registra lo devengado, es decir lo que se facturó, y el financiero, lo que se cobró.

Lo que sucede con los resultados del PBI no reflejan el consumo o el ahorro del capital. Piketty se quejaba de que Kirchner no crecía al 6% porque se estaba consumiendo los stock de materias primas en pozos de petróleo, por ejemplo, y que no había nuevas inversiones. Uno podría no arreglar las rutas o no hacer puentes porque eso no está en el económico.

Finalmente, lo que están haciendo Caputo y Milei al decir “escupan dólares es muy simple”. Es no gastar en nada que signifique reparar la infraestructura y como dinero del pasado que invirtieron los gobiernos anteriores. Los pobres jubilados escupen los pocos dólares que tienen ahorrados para sobrevivir y al mismo tiempo, vende futuro. La máquina del tiempo es hacer consumir lo acumulado del pasado como si fuera un invernadero y vivir de la grasa acumulada durante el verano, haciendo que la gente adelgace con expectativa de futuro. 

Cuando alguien discute estos números con algún funcionario o incluso con alguien que está de acuerdo con las medidas del Gobierno, en general contestan que estos “son problemas heredados de Gobiernos anteriores”, algo que por más que se escuche siempre de todos las gestiones, es interesante atender. Hay problemas heredados del pasado, pero también hay beneficios heredados. Las rutas que el gobierno no arregló durante el año son beneficios del pasado que se consumen en el presente. 

Y si vamos más profundo, ¿podía hacer otra cosa el Gobierno que un brutal ajuste? Todos los candidatos proponían un ajuste, pero la diferencia es el cómo. Caputo y Milei lograron convencer a la sociedad de la necesidad del ajuste y probablemente ese sea el mayor triunfo cultural que han realizado. 

Por otra parte, el tipo de cambio que tiene el dólar barato, tiene sus primeros y coyunturales privilegiados del modelo Caputo-Milei. Si el menemismo fue farándula, viajes a Miami y compra de electrodomésticos y autos en cuotas y, como dice Martín Rodríguez, editor de la Revista Panamá, el kirchnerismo fue Frávega con derechos humanos, ¿el Caputismo es viajes a Brasil, créditos para comprar departamentos y redes sociales? 

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Obviamente, el aumento del crédito es un elemento fundamental para el desarrollo del consumo, y esa es una ventaja. Si parar la inflación requiere generar una recesión que frene los precios, al mismo tiempo, si aumenta el crédito, comienza a haber un crecimiento en el consumo como ya se demostró en el Plan Austral en la época de Alfonsín y en la convertibilidad de la época de Cavallo. Es decir, por un lado es recesivo y por otro es expansivo. 

Son tiempos tan extraños estos que Cavallo, uno de los máximos próceres del ajuste fiscal y la ortodoxia critica al gobierno de Cristina Kirchner, admite la importancia del equilibrio fiscal. En junio de este año, el exministro declaró: “La economía ya tiene un desdoblamiento cambiario, pero no es sincero”. 

El talón de Aquiles de la economía de Caputo, el dueño de la máquina del tiempo, es por cuánto tiempo logrará comprar tiempo para llegar a tener un puente hasta ese momento en el que Argentina no tenga déficit de dólares porque la minería y el desarrollo de Vaca Muerta generarán la suficiente cantidad de recursos.

Es interesante entender que lo que vende un banco es tiempo. Lo que le permite a la persona es anticipar hoy lo que podría lograr acumular en el futuro, y es por eso que el interés es un peaje del tiempo. 

Según el escritor y periodista, Jorge Asís, en “Argentina todo termina invariablemente mal”. Esto nos recuerda a los peros que llegaron desde el Financial Times y el gurú de los mercados, Robin Brooks, al modelo de Caputo y Milei. Ambos sostienen que a pesar de que el FMI de la mano de Trump pueda prestarle dólares al Gobierno, es decir, tiempo.

El atraso del tipo de cambio deberá ser corregido por una devaluación y el Gobierno no tiene demasiada escapatoria en este sentido. El momento es cuándo. Esto, como es de esperar en Argentina, siempre provoca alza de precios y una narrativa política diferente. Además, la devaluación de Brasil y los riesgos que implican la suba de bonos del Tesoro norteamericano a partir de la presidencia de Trump, que supone una ola de devaluación de la moneda de los mercados emergentes, son la espada de Damocles que tiene el Gobierno. 

Esto para nada quita el mérito de haber bajado la inflación y los hechos de estabilidad que logró el Gobierno. Si no que son esas piezas que no se sabía porque no encajaban en la sensación que describe la palabra japonesa. Por otro lado, esto es algo que el Gobierno no eligió y le llega desde afuera. Claros y oscuros. ¿Cuánto de lo que hace el Gobierno es libremente elegido y cuánto es impuesto por las propias circunstancias? Esa pregunta puede ayudarnos a pensar a la hora de analizar el futuro de la gestión. 

Como decía Borges, los hombres a la larga están marcados por sus circunstancias. En el caso de Argentina, las circunstancias siempre han sido como una montaña rusa que sube y baja. Lo importante a tener en cuenta es que lo que se compra en economía es tiempo. Los dólares son equivalentes a tiempo, los préstamos son un puente al tiempo, y los intereses son el costo que se paga por el tiempo acumulado. 

Producción de texto e imágenes: Daniel Capalbo, Pablo Helman y Matías Rodríguez Ghrimoldi.

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