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MODO FONTEVECCHIA
El editorial de Jorge Fontevecchia

Día 351: Argentina y Uruguay, dos espejos invertidos

Existe una genética en común entre argentinos y uruguayos, pero se activó de manera diferente en las elecciones. Si Argentina es el país de las antinomias, Uruguay parece ser el país de los acuerdos. 

Día 351: Argentina y Uruguay, dos espejos invertidos
Día 351: Argentina y Uruguay, dos espejos invertidos | AFP

“En esta columna, vamos a tratar de comparar el resultado tan contradictorio de las elecciones uruguayas con el resultado argentino del año pasado. Para eso, vamos a apelar a la epigenética”, dijo Jorge Fontevecchia en el editorial de Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio JAI (FM 96.3). 

La epigenética es el estudio de los cambios que activan o desactivan los genes, es decir que no estamos predestinados a nuestros genes. Estos cambios pueden ser causados por la edad, la alimentación, el ejercicio, los medicamentos, las sustancias químicas y las condiciones de vida. Abusando un poco de las metáforas, podríamos decir que argentinos y uruguayos tenemos una genética común, una historia que nos hermana y una cultura prácticamente idéntica, tanto que para un extranjero sería casi imposible distinguir a un argentino de un uruguayo. 

Sin embargo, nuestra genética se activó de manera diferente. Tal vez, esta sea la razón por la que mientras nosotros vivimos el gobierno más extremista de derecha y antidemocrático desde el retorno de la democracia, en Uruguay volvió el Frente Amplio y promete gobernar por todos los uruguayos, incluso los que no los votaron. 

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Es interesante reflexionar en esta suerte de espejo invertido que representa Uruguay para nuestro país. En los últimos años, esto fue cada vez más evidente, inclusive en los resultados electorales que se fueron cruzando. Mientras aquí se terminaba de derrotar al macrismo, en Uruguay ganaba Lacalle Pou. Ahora, la extrema derecha ganó en Argentina y en Uruguay vuelve el Frente Amplio. 

Sin embargo, también es interesante pensar que este espejo invertido no nos devuelve una imagen tan polarizante como lo es la política argentina. Hace instantes, el editor de La Le Monde Diplomatique para el Cono Sur, José Natanson, dijo que “para Uruguay las elecciones no significan tanto como para países como Argentina, Francia o Estados Unidos”. 

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Evidentemente, en Uruguay hay una sociedad con mayor cantidad de grados de consenso y es efectivamente la epigénesis uruguaya la que los hace tan distintos a nosotros, a pesar de tener una misma genética, una historia en común y una cultura que nos hace iguales tan formidablemente.  

Primero, vamos a escuchar al presidente electo de Uruguay, Yamandú Orsi y vamos a analizar cuáles pueden ser las diferencias que activaron los genes de manera distinta.

“Entendamos que hay otra parte de nuestro pueblo que, como nosotros hace un tiempo, están con otro sentimiento. Esa gente también nos tendrá que ayudar a construir un país cada vez mejor y también los precisamos. Sigan abrazando las ideas y las banderas, porque a partir del debate de ideas se construye una sociedad mejor, un país mejor y una república democrática”, dijo Orsi en su discurso tras conocerse los resultados del balotaje. 

El nombre Yamandú nos puede llamar la atención. Es un nombre guaraní, es deidad primordial del sol de la mitología guaraní y es definido como “invisible, eterno, omnipresente, omnipotente y reside en la morada eterna donde se encuentran los seres vivos originales”. Uruguay también es un nombre guaraní. 

Presidente Uruguay
Yamandú Orsi.

En el mismo discurso, Yamandú sostuvo que más allá de las diferencias, “jamás tiene que haber lugar para el agravio ni para la descalificación”. “Es por eso que triunfa una vez más el país de la libertad, de la igualdad y de la fraternidad, que es la solidaridad y el respeto por los demás”, dijo. 

Yamandú citó los clásicos tres elementos de la Revolución Francesa, pero se suman de una manera interesante. La libertad la defiende Milei, la igualdad Cristina Kirchner, mientras que ninguno de los dos defiende la fraternidad. Esa es la síntesis de Uruguay: tienen una parte del discurso de Milei, una del de Cristina y, fundamente, lo que le falta a los dos, que es la fraternidad. 

También es interesante comparar al Frente Amplio con el kirchnerismo. Según Natanson, el Frente Amplio tiene una vida interna muy rica y democrática con internas complejas y que finalmente llegan a una síntesis. El kirchnerismo, por el contrario, trata bastante mal a su disidencia interna.

Natanson explicó estas y otras cuestiones en una entrevista realizada por Ale Gomel y Elizabeth Peger en La Previa de Modo Fotevecchia. “El Frente Amplio es una coalición muy estructurada, con una vida interna interna. Del otro lado está la coalición de los partidos tradicionales, que son los blancos, los colorados y los radicales. Lo natural en Uruguay es que gane el Frente Amplio y tiene que estar muy mal para no ganar, que fue lo que pasó después del segundo gobierno de Tabaré”, explicó Natanson.

“Yamandú Orsi es interesante, no es montevideano que es un dato central para entender la figura y es moderado. Es miembro del sector interno del Frente Amplio que lidera el pepe Mujica, que le dio su apoyo en la campaña”, agregó. “Que gane uno o que gane otro significa menos que si gana uno u otro en Argentina, Francia o Estados Unidos, países donde las elecciones ponen en juego muchas más cosas”, aclaró Natanson.

Uruguay fue llamado en la década del cincuenta la “Suiza de América”, no sólo por su sólido sistema financiero sino también por su estabilidad política y la amplitud de su democracia, así como la temprana adopción de “valores y normas modernas” dada su conformación de país de inmigración europea. Pero antes, mucha agua corrió bajo el puente.

La historia de Uruguay está marcada por una colonización que combinaba España y Uruguay, el famoso Tratado de Tordesillas, que decía que Portugal se quedaba con una cantidad de kilómetros al oeste de un punto límite con el Atlántico, que luego se fue corriendo hasta que los portugueses fueron los fundadores de Colonia, la ciudad más al oeste del río de la Plata. 

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La historia también está marcada así como por su lucha por la independencia de ambos imperios. Los españoles llegaron en 1516 y fundaron San Lázaro en 1527. En 1680, los portugueses ocuparon la Banda Oriental, y fundaron la Colonia do Sacramento. En 1726 se fundó Montevideo como fortaleza y puerto. 

La independencia de Uruguay fue alcanzada tras años de conflicto. En 1811, el país se liberó de España con la ayuda de Argentina y en 1828, tras una breve federación con Argentina, se independizó insólitamente, gracias a la mediación de Lord Ponsonby, quien resolvió la disputa con Brasil. José Gervasio Artigas, líder clave, fue fundamental en la lucha por la autonomía de la región y el motor de los cambios democráticos.

Uruguay, al igual que Argentina, fue un país que se independizó, pero esta historia más armoniosa, llena de acuerdos, tal vez gestó una idiosincrasia más consensual, por así decirlo. Si Argentina es el país de las antinomias, como se tituló el libro de Pablo Mendelevich, Uruguay parece ser el país de los acuerdos. 

Mirando Argentina, desde Uruguay, podríamos decir que la nuestra es una sociedad en la que las instituciones y las fuerzas políticas están menos amalgamadas. El expresidente uruguayo Julio María Sanguinetti dijo al respecto: “Nosotros hemos sido parte de un problema que todavía existe en Argentina, que es la dificultad de vertebrar las instituciones políticas con las instituciones sociales”. 

“Argentina es una sociedad tan evolucionada, sin embargo, siempre adolece de un rezago en su institucionalidad política frente a lo que es esa sociedad llena de individualidades brillantes. La sociedad argentina es creativa, y la uruguaya es mucho más tranquila. Se queda quieta y espera que el Estado haga las cosas”, sostuvo Sanguinetti. 

El verdadero triunfante en las elecciones de ayer fue Pepe Mujica. “Lo que tengo claro es que medio país contra medio país no puede funcionar. Como tal, la lucha es por reconocer la realidad. Si la realidad es eso, hay que sentarse a negociar y a intercambiar”, dijo el expresidente hace tres años. “Hay dos capítulos paralelos: la diferencia objetiva en materia de pensamiento y la diferencia subjetiva que impone la política de insulto y de choque”, agregó. 

Tal vez, sería interesante que aprendamos algo de nuestros hermanos uruguayos en ese sentido. Que cada presidente que gane no represente un ensayo fundacional de la democracia, que se puedan pensar en pisos de acuerdo que no se cuestionen cada vez que empieza un nuevo gobierno. Tal vez, el paso por una experiencia “anarcocapitalista” sea el elemento necesario para que se despierte en nosotros el gen del acuerdo, de los consensos básicos. En este sentido, hacemos nuestras las palabras de Pepe Mujica.

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Incluso podemos relacionarnos con otros ejemplos de otros países que han tenido una genética que se fue modificando con la epigenética. Podemos ilusionarnos y pensar que después de esta experiencia anarcocapitalista, Argentina llegue al paroxismo de la polarización y nos espere volver hacia un grado del péndulo más cercano al centro en nuestra alternancia de poder.

Hay otros ejemplos de otros países que han cambiado sus genes de manera sustancial. El ejemplo más claro es Alemania, que primero fue un país de campesinos brutos, y luego el de los filósofos, comparados con sus vecinos franceses. También se convirtieron de la Alemania de la Segunda Guerra Mundial en el país más de centro de toda Europa. La genética no es inmodificable. 

Para darnos un poco de consuelo y entender que no todo en Argentina debe ser criticado y todo en Uruguay debe ser ponderado, hay que tener en cuenta un elemento fundamental en el análisis geopolítico que tiene que ver con la geografía y la población

Como comentó Natanson, Uruguay exporta el 10% de su población por año. Es como si Argentina exportara 4 millones de argentinos por año, cuando en realidad recibe 5% de su población por año. La inmigración es un predictor de calidad de vida porque la gente no se va a un país que está peor que el país del que emigra. Uruguay tiene la misma cantidad de habitantes que tenía en los setenta: 3 millones. Argentina, por su parte, duplicó su cantidad a casi 50 millones. 

Otro tema es la densidad y el territorio. Uruguay tiene un tamaño similar al de la provincia de Buenos Aires o Córdoba. En el AMBA, es decir, en el conurbano y la Ciudad de Buenos Aires residen casi 15 millones de personas, casi 5 veces la población uruguaya. 

Luego, tampoco se puede comparar el territorio sin tener en cuenta su latitud. No son lo mismo los kilómetros de Uruguay que la zona centro de Argentina, comparable con el sur de Brasil, que es la zona más rica. El sur de Brasil es la zona más rica, que es donde está Uruguay, lo mismo que el centro de Argentina, alrededor del río de la Plata y La Pampa, que es la zona más rica. Uruguay tiene un territorio ubicado en el mejor lugar de América Latina, todo bañado de costa. Los méritos de Uruguay no deben adentrarnos a no lograr lo que queremos. Lo que tendríamos que hacer es imitar a Uruguay en lo bueno, que es en el consenso. 

En el programa de Tinelli, el humorista Alacrán contó un chiste que se relaciona con este análisis. “Dios está en el cielo embolado y quiere hacer un mundo. Llama a los ángeles y dice que lo primero es ser justo y equitativo. Después, les pide que traigan tierra. Uno trae tierra seca, de la que no crece nada, y el otro encuentra tierra fértil. Dios decide mandar la arena al desierto de África y ubicar la tierra opulenta en Argentina. Después, van a buscar climas. Uno encuentra 30 grados bajo cero, y el otro ángel trae templado, cálido y húmedo. Dios manda el frío en los rusos, y el clima templado a Argentina. ‘Pero Dios, no estás siendo equitativo’, cuestiona un ángel. ‘¿Quién es Dios? Vos o yo’, le pregunta Dios. Por último, los manda a buscar habitantes. Un ángel vuele con 35 millones, y el otro con 200. Dios le indica mandar los 200 a Japón, sin importar si quedan aplastados. Después, le dice a los ángeles que manden los 35 millones a Argentina. ‘No puede ser, dijiste que ibas a ser equitativo’, repite un ángel. ‘Pará que ahora ponemos los gobernantes’, contestó Dios”. En el chiste original, Dios dice que va a poner a los argentinos para compensar. Eso mismo lo dijo en off el Papa. 

Se pueden cambiar los genes y depende de lo que nosotros hagamos. Somos dueños de nuestro destino y existe el libre albedrío. Podemos construir un país maravilloso. Mientras tanto, felicitamos al nuevo presidente de Uruguay y le deseamos a nuestros hermanos el mayor de los éxitos. 

Producción de texto e imágenes: Daniel Capalbo, Pablo Helman y Matías Rodríguez Ghrimoldi.

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