“Como se esperaba, la Justicia ratificó la condena a Cristina Kirchner. Es posible preguntarse si será el final político de la ex presidenta o, por el contrario, hará lo mismo que Lula Da Silva en Brasil o Donald Trump en Estados Unidos y retornará al poder en un futuro”, observó Jorge Fontevecchia en el editorial de Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio JAI (FM 96.3).
El término expiación remite a la eliminación de la culpa o pecado. Antiguamente se hacía a través del sacrificio de un animal o persona. Simbólicamente se concentra el mal en el animal o persona que se sacrificará y se entiende que los pecados de todos quedaron expiados. En la historia del cristianismo, Dios sacrificó a Jesucristo, su propio hijo, para expiar los pecados del mundo.
En el Medioevo, había una corriente religiosa que se llamaba los Flagelantes, los que se flagelaban, que creía que se podía alcanzar la salvación de las almas a través de infligir daño físico al propio cuerpo. Evidentemente, el castigo, el sacrificio y el dolor funcionan en la consciencia colectiva como una suerte de expiación de los pecados y las culpas.
De hecho, cuando Mauricio Macri era presidente, Jaime Durán Barda se oponía continuamente a que se persiguiera judicialmente a Cristina Kirchner, y mucho menos que se la fuera a detener, porque eso la convertiría en Mandela. Por aquel momento, todavía no estaba la experiencia del propio Lula y la comparación que hacía Duran Barba era con el expresidente de Sudáfrica.
¿Esta idea de expiación funciona igual con los políticos que son castigados inclusive por actos de corrupción? En el caso de Mandela, no hubo actos de corrupción, pero sí los hubo en el caso de Lula, como en el de Donald Trump.
Es decir, hay quienes apoyan a estos dirigentes que nunca creyeron en la culpabilidad de sus actos, pero hay personas que sí consideran que fueron responsables por acción u omisión de actos de corrupción, pero que se vuelven más indulgentes una vez que se somete a la persona al castigo judicial.
Ayer, la Cámara Federal de Casación ratificó la condena a Cristina Kirchner por seis años de prisión e inhabilitación perpetua para ocupar cargos públicos. Muy probablemente, el equipo de Cristina Kirchner apele y sea la Corte Suprema quien decida. Veremos si se tratará de la Corte actual o de una ampliada.
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El poder es indulgente con quien lo tiene y es cruel con quien lo pierde. La figura del líder que fue desalojado del poder, castigado por la justicia y luego vuelve es tan épica como poco usual.
En nuestro continente, el líder del PT, Luis Inácio Lula Da Silva, también fue condenado por una causa de corrupción y estuvo 580 días preso. Luego, la misma Justicia que lo condenó encontró que en realidad era inocente, la misma corporación mediática que lo culpaba lo apoyó electoralmente y muchos de sus anteriores enemigos políticos que festejaron su prisión y votaron el impeachment a su sucesora, Dilma Ruoussef, terminaron en la lista que encabezó Lula y que derrotó a la extrema derecha liderada por Jair Bolsonaro.
Hagamos un racconto de lo sucedido en Brasil. En 2016, Dilma Roussef fue destituida por el Congreso brasileño. Luego de la caída de Dilma, Brasil empezó un brusco giro a la derecha, que siguió con la asunción a la presidencia de quien era vicepresidente, Michel Temer, quien impulsó una ley que congeló por 20 años el gasto público en Brasil, hizo una importante reforma laboral y avanzó con la intervención militar en Río de Janeiro, que tuvo el corolario del asesinato de la concejal de izquierda, Marielle Franco.
Cuando comenzó el proceso electoral, Lula era quien encabezaba la intención de voto. En ese momento, dos años después de la destitución de Dilma, llegó la cárcel para Lula, a quien se lo acusaba de haberse quedado con un departamento frente al mar en una playa de San Pablo.
El 7 de abril de 2018, Lula proclamó un discurso antes de entregarse a la justicia. “Cuántos más días me dejen encerrado, más Lulas van a nacer en este país. La democracia no tiene límite y no hay plazos para luchar”, advirtió el referente del Partido de los Trabajadores. Exactamente eso es lo que decía Jaime Durán Barba. Al colocarlo preso, lo que se hace es aumentar la dimensión política de esa persona. Inclusive, aquellos que estaban en contra de Lula, se volvieron indulgentes y sintieron piedad por el líder detenido.
Los presagios se cumplieron y dos años después, en noviembre de 2019, Lula volvió libre y dijo antes los militantes de su partido: “Nunca pensé que podría estar aquí conversando con hombres y mujeres que estuvieron aquí gritando por mí, sin importar los 40 grados, los 0 grados o la lluvia”. “No tengo dolor por la policía ni por los carceleros. No tengo resentimientos para nadie”, aclaró. Fue así. Un montón de gente se juntaba en las afueras de la prisión de Curitiba durante los 580 días que estuvo detenido y le cantaban “Buen día, Lula” a la mañana, “Buenas tardes, Lula” a la tarde y “Buenas noches Lula, que descanses” a la noche.
En el discurso que dio el 30 de octubre de 2022, tras ganar las elecciones, Lula afirmó: “Intentaron enterrarme vivo y estoy aquí para gobernar”. “Tengo fe en Dios que con la ayuda del pueblo encontraremos una salida para que este país vuelva a vivir democráticamente”, agregó el presidente brasileño.
Vale preguntarse si Cristina no estará viéndose en el espejo de Lula. ¿No estará acumulando condiciones para volver al poder con la épica que le da el castigo judicial y el escarnio mediático al que es sometida? Y en caso de que sea así. ¿Es Cristina Kirchner capaz, como fue Lula, de reunir lo que sería equivalente de Brasil en Argentina, desde Clarín, pasando por el PJ, los radicales, hasta el Frente de Izquierda en un gran frente para derrotar a Javier Milei, como hizo Lula en Brasil en Bolsonaro? Intentaremos echar algo de luz a estas preguntas.
En primer lugar, quien igualó los dos procesos fue el mismo Lula. El 10 de diciembre de 2021, en una visita a Argentina en el marco del Día de la Democracia y en un acto en la Plaza de Mayo, Lula apoyó a Cristina Kirchner ante sus causas judiciales.
“La misma persecución que me llevó a la cárcel es la misma persecución de la cual la compañera Cristina fue y es víctima en Argentina”, sostuvo Da Silva. Esto fue hace casi tres años. Imaginemos si esta imagen podría repetirse en tres años, con Lula en la Plaza de Mayo.
Las historias de revanchas, de venganzas y redenciones son apasionantes. La percepción de que se comete un acto de justicia contra alguien que parecía intocable es tan confortable como la noticia de que alguien que fue injustamente castigado, luego es compensado.
Probablemente, la historia más famosa en este sentido sea el clásico de la literatura “El Conde de Montecristo”, de Alejandro Dumas. Más allá del caso en particular del Conde de Montecristo, representa la idea de la resurrección. Publicada en 1844, la novela de aventuras cuenta la historia de Edmond Dantès, un joven marinero que es traicionado por sus amigos y encarcelado injustamente. Durante su tiempo en prisión, conoce a un anciano que le da un mapa que lo llevará a un tesoro escondido en la isla de Montecristo. Edmond logra escapar, encuentra el tesoro y se transforma en el misterioso El Conde de Montecristo, con el objetivo de vengarse de quienes lo traicionaron.
El Conde de Montecristo más importante de la historia de la humanidad fue Napoleón, que se encontraba preso en la isla del Elba, se escapó hacia una isla y luego logró retornar al poder de Francia. El rey Luis XVIII no tenía ni el encanto ni el carisma de Napoleón. Tras escaparse de Elba el 26 de febrero de 1815, llegó a Francia y se enfrentó a un regimiento de infantería. Napoleón avanzó y gritó: “Si alguno de ustedes quiere matar a su emperador, aquí estoy”. “Larga vida al emperador”, gritaron los soldados.
La reacción política tras el fallo contra Cristina Kirchner
En su última columna de Odisea Argentina, el periodista Carlos Pagni citó al historiador escoses Nial Ferguson, a quien entrevistamos en Periodismo Puro y además es profesor en Harvard, y comparó justamente esta vuelta de Napoleón con una que le parece mucho más espectacular y épica: la de Donald Trump, que terminó de consolidarse con su triunfo el martes pasado. Ferguson tituló su artículo Resurrección, y le parece el mayor regreso de la historia, solo superado por el regreso de Cristo, luego de ser crucificado. Bien provocador Ferguson.
Pero lo atendible que hay en su relato es que Trump volvió de una situación muy complicada: cuatro causas penales, algunas de ellas escabrosas, un procesamiento, dos juicios políticos y dos intentos de asesinato. Los libertarios acá en Argentina comparaban y decían: “Trump no se victimizó y no pidió un feriado. Al otro día estaba haciendo campaña”. Ferguson dijo que el Partido Demócrata cometió un gran error al estigmatizar judicialmente a Trump porque esto lo terminó ayudando.
En junio de este año, el veredicto contra Trump provocó una avalancha de donaciones para la campaña. En 24 horas, el entonces candidato republicano recibió más de 50 millones de dólares en las 24 horas posteriores a la confirmación del veredicto. El ataque permanente contra Cristina Kirchner, ¿no provocará un efecto de unidad inmediata entre los propios y un efecto de expiación en quien la considere culpable?
Cristina Kirchner tiene un discurso cada vez más conciliador con los distintos sectores económicos y políticos del país, que incluso se le habían opuesto en el pasado. Habló de la necesidad de una reforma laboral, se erigió como una defensora de la disciplina fiscal y planteó que la 125, que aumentaba las retenciones al campo, fue un error.
No es Cristina la que tenga la llave de hacer este frente similar a lo que hizo Lula en Brasil. Quienes tienen la llave son sus detractores, quienes festejan su condena. Finalmente, esto se generaría a partir de un fracaso del gobierno de Javier Milei.
Por lo pronto, el Gobierno está débil y Cristina Kirchner hace actos cada vez más pequeños e incluso el kirchnerismo se encuentra fraccionado entre quienes siguen a su hijo Máximo Kirchner y quienes siguen al gobernador Axel Kicillof.
Si el Gobierno empieza a tener problemas cada vez mayores, Cristina Kirchner puede reunir a un importante frente político para derrotar a Milei. Tal vez, los regresos de Lula y Trump no sean los últimos. La historia siempre nos dará sorpresas.
Producción de texto e imágenes: Daniel Capalbo, Pablo Helman y Matías Rodríguez Ghrimoldi.
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