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MODO FONTEVECCHIA
El editorial de Jorge Fontevecchia

Día 306: La cruzada de Milei contra la universidad pública tiene más de 400 años

La hegemonía de la extrema derecha en el poder no puede convivir con otros conocimientos que pongan en cuestión las afirmaciones de los gobernantes de esta ideología. Los ataques a científicos, estudiantes, docentes y periodistas exponen la característica recurrente de la agresión en este tipo de gestiones.

Distintas universidades fueron tomadas a lo largo y ancho del país contra la política de Javier Milei
Distintas universidades fueron tomadas a lo largo y ancho del país contra la política de Javier Milei | Pablo Cuarterolo

El saber produce poder y el poder genera saberes específicos. Un gobierno de estas características necesita anular las otras fuentes de saberes que podrían competirle al propio discurso oficial. Hoy, con un gobierno todavía en consolidación sin mayoría en ambas cámaras, sin gobernadores, ni intendentes y llegada al Poder Judicial, ataca con ajustes a las universidades e insultos a los periodistas. Esperemos que si logra consolidar su gobierno, no avance en un giro más autoritario”, expresó Jorge Fontevecchia en el editorial de Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio Amadeus (FM 91.1) del viernes 11 de octubre de 2024. 

Con sus ataques a la universidad pública, el presidente Javier Milei se suma a una triste tradición de gobernantes de la derecha y el pensamiento conservador que han atacado a la producción de saber y conocimiento. Para analizar esta suerte de cruzada oscurantista de la extrema derecha y la derecha a lo largo de la historia y en la actualidad.

El 26 de febrero de 1616, el matemático Galileo Galilei recibió una visita, era el Cardenal Roberto Belarmino, quien le leyó una advertencia enviada por el Papa Paulo V: “Debe abandonar por completo la opinión de que el Sol se detiene en el centro del espacio y la Tierra se mueve a su alrededor, y de ahora en adelante no sostener, enseñar o defender de cualquier manera esta doctrina, ya sea de forma oral o por escrito”. 

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En el juicio a Galileo se leyó la sentencia del Santo Oficio que le planteó abjurar de sus investigaciones: “Por todo lo anterior, has incurrido en todas las censuras y penalidades contenidas y promulgadas en los sagrados cánones y en otras constituciones generales y particulares contra delincuentes de esta clase, visto lo cual, es nuestro deseo que seas absuelto siempre que con un corazón sincero y buena fe, en nuestra presencia jures, maldigas y detestes los mencionados errores y herejías, y cualquier otro error y herejía contrario a la iglesia católica y apostólica de Roma, pero para que tu lastimoso y pernicioso error y transgresión no queden del todo sin castigo, y para que seas más prudente en lo futuro y sirvas de ejemplo para que los demás se abstengan de delincuencias de este género, decretamos que el libro Diálogos de Galileo Galilei sea prohibido y te condenamos a prisión formal de este santo oficio por un periodo determinable a nuestra voluntad. Y por vía de esa penitencia, te ordenamos que durante los próximos tres años recites, una vez a la semana, los 7 salmos penitenciales, reservándonos el poder de moderar, conmutar o suprimir la totalidad o parte del mencionado castigo”. 

La historia es que Belarmino lo fue a ver a Galileo, que le explicó y le pidió que mire por el telescopio y compruebe por sí mismo sus palabras, pero Belarmino le dijo que él no necesitaba mirar por el telescopio porque el origen del universo está explicado en la biblia y allí no decía lo que afirmaba Galileo.

Belarmino y el Vaticano no hablaban por hablar, en ese momento la iglesia católica no era la de hoy, era una institución profundamente reaccionaria y este cardenal -a quien la Iglesia convertiría en santo- ya había enviado a la hoguera al genial filósofo Giordano Bruno. Galileo tuvo que abjurar de sus posiciones y estuvo en prisión domiciliaria por orden del Santo Oficio de la Inquisición.   

No obstante, a pesar de haber abjurado, cuenta la historia que luego de contradecir las conclusiones de sus investigación, Galileo dijo: “Sin embargo se mueve”, una resistencia a la abjuración.

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La extrema derecha y los regímenes autocráticos en general se oponen a la emergencia del conocimiento. La iglesia católica, en aquel momento, era un Estado, controlaba diversos territorios en forma de gobierno, no en forma de iglesia solamente. No es que no tengan sus intelectuales o no hayan sacado sus conclusiones. Es que la hegemonía de la extrema derecha en el poder no puede convivir con otros conocimientos que desafíen sus postulados y con intelectuales críticos que pongan en cuestión las afirmaciones de estos gobernantes. 

Desde Galileo hasta nuestros días, el pensamiento conservador ha atacado a la ciencias y los intelectuales que producen saber crítico. Al principio los conservadores eran negacionistas del heliocentrismo, de que el sol fuera el centro de nuestro sistema solar y la Tierra gire sobre él, y ahora lo son del cambio climático, por ejemplo. Para esto, se valen de la construcción de todo tipo de teoría conspirativa y acusación. Si en tiempos de Galileo se lo acusaba de hereje, ahora se acusa a los científicos que investigan el cambio climático de socialistas. 

En nuestro país, también cada vez que se vinieron golpes de Estado o la irrupción de gobiernos de derecha, se atacó a la universidad pública, el CONICET y la comunidad universitaria. Vamos a hacer un racconto de estos casos y luego analizaremos cómo estos elementos están presentes en la actual cruzada de Javier Milei contra la universidad pública y cómo no inventó nada, es una historia que tiene cuatro siglos de antecedentes. 

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El primer ejemplo es La Noche de los Bastones Largos del 29 de julio de 1966, cuando el gobierno de la dictadura de Juan Carlos Onganía obligó a exiliarse a una enorme cantidad de científicos, entre ellos nuestro último Nobel de Ciencia, César Milstein. 

Un fragmento de Canal Encuentro explica que la noche del 29 de julio, la Guardia de Infantería rodeó la Facultad de Ciencias Exactas y ordenó el desalojo inmediato del edificio. Estudiantes y docentes salieron con los brazos en alto, algunos entonaron el himno nacional, pero ninguno puso resistencia. Sin embargo, dos hileras de policías los recibieron con palos y machetes. La represión fue feroz, cientos de estudiantes fueron detenidos y pasaron semanas en comisarías o en la cárcel. Al día siguiente, más de mil docentes e investigadores renunciaron y debieron continuar sus carreras en el extranjero. Aunque las heridas de la represión sanaron con el tiempo, el daño producido a la educación aquella noche fue y sigue siendo irreparable. 

Allí también está la historia triste del decano de Exactas que salió a enfrentar al comisario y este, como única respuesta, le pegó un palazo en la cabeza.

Ahora, pasemos a La Noche de los Lápices en la última dictadura militar. Una de las principales capitales universitarias del país era el nido de varias agrupaciones militantes conformadas por estudiantes que fueron sistemáticamente perseguidos por el Estado. En este contexto, llegó el 16 de septiembre de 1976. Esa noche, el grupo de tareas de la provincia de Buenos Aires realizó un operativo que continuó hasta el 21 de septiembre y consistió en el secuestro y la tortura a un grupo de estudiantes.

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Continuando con la dictadura de 1976, recordemos lo que pensaba el ministro de Desarrollo Social de aquella época, Jorge Alberto Fraga, sobre los jóvenes estudiantes: “Es más fácil que haya adolescentes drogadictos entre al ambiente estudiantil que entre el trabajador. A veces, el exceso de pensamiento puede motivar estas desviaciones”. Tanto se repiten los ataques a los científicos, estudiantes y docentes en los gobiernos de derecha, que exponen esta característica recurrente en este tipo de gestiones.

Ahora vamos a analizar una performance que hicieron científicos del CONICET durante el gobierno de Macri. Ellos se pusieron a lavar los platos, recordando justamente cuando Cavallo, el ministro de Economía de Menem, los había mandado a lavar los platos. En 2015, estos científicos criticaron las medidas macroeconómicas de Macri y las compararon con las de Cavallo: “Tenemos miedo de que peligre todo lo que se avanzó en ciencia”.

Creo que allí también había un tema de género, cada vez más, el porcentaje de egresados son mujeres y la cantidad de conductoras de los centros de estudiantes son mayoritariamente mujeres. Me parece que ahí se le mezcla a Milei una cuestión de género. 

Ahora veamos esta intrincada explicación del presidente Javier Milei de por qué estaría mal el aumento a las universidades que propone la oposición. En la reunión del Centro de Empresarios Latinoamericanos, hace algunos días, el Presidente sostuvo que “estaríamos perdiendo un tercio del PBI” con el financiamiento universitario: “El aumento a las universidades sería acceder a la vieja política”. Son galimatías imposibles de seguir, no tiene absolutamente nada que ver con el 0.14% de presupuesto público a las universidades.

Además, Javier Milei continuó minimizando la situación de las universidades: “El reclamo es para defender los curros de tres o cuatro delincuentes que utilizan una causa noble y la prostituyen a costa de robárselo a los alumnos, a los profesores y a lo que tiene que ver con los edificios. Nosotros hemos venido a hacer las cosas que están bien, independientemente de lo que diga la opinión pública”.

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¿Por qué la derecha conservadora ha necesitado siempre atacar a la producción de conocimiento, a los intelectuales y hasta ha quemado libros? ¿Por qué los golpes militares en nuestro país siempre fueron contra las universidades, docentes y estudiantes? 

Bueno, para responder esta pregunta podemos ir a Friedrich Nietzsche y a Michele Foucault, dos filósofos geniales que han estudiado la relación entre el poder y el saber

Nietzsche dijo una frase genial: “No hay hechos, hay interpretaciones”. Es decir, cuando algo sucede, los humanos lo percibimos con un determinado sentido prefigurado, con una escala de valores y con conocimientos previos. Alrededor de un acontecimiento como puede ser la baja de la inflación, se puede escuchar sólo lo que dice el Presidente y entonces se estará contento o se puede analizar la relación entre la baja de la inflación, la recesión y el aumento del desempleo y la pobreza. Entonces, no estará tan contento la persona que ponga foco en esa interpretación. Al mismo tiempo, los hechos producen múltiples interpretaciones. 

En Nietzsche, hay una lucha por la verdad, por la construcción de la verdad. No es que la verdad no exista, es una lucha que se hace desde las distintas percepciones que tenemos distintas personas. Naturalmente quienes tienen más conocimientos, tienen más armas para cuestionar la verdad del otro y para darle crédito a la propia. 

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Milei y todo gobierno que le haga pasar a su pueblo tantas penurias y dificultades necesita de una profunda cohesión ideológica. Necesita que pensemos que todo este sufrimiento es necesario porque toda nuestra historia fue una decadencia total y él nos está salvando. En cuanto hay dudas, en cuanto la mayoría de la sociedad empieza a entender que este sufrimiento no nos lleva a estar mejor, un Gobierno de esas características tiene muchas dificultades para funcionar. 

Ayer entrevisté al físico cuántico y especialista en inteligencia artificial español José Ignacio Latorre, quien desarrolla inteligencia artificial para los gobiernos de Singapur, donde actualmente vive, y Arabia Saudita, para que no se retrasen tecnológicamente en este mundo global y explicó que China cuenta con más dinero que Europa para el desarrollo de inteligencia artificial y física cuántica que cambiarán el mundo, pero la cultura estratificada china impide que los más jóvenes discutan a su mayores y que la ciencia se basa en que los discípulos superan a sus maestros. Sin crítica no hay avance y en la ciencia el conocimiento es producto del disenso.

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Ahora, analizaremos esta necesidad de la derecha en general y de Milei en particular desde el ángulo del filósofo francés Michele Foucault. Para esto, vamos a hacer referencia a un fragmento de José Pablo Feinmann en el que explica la relación entre saber y poder para Foucault: “La razón te domina, esta razón que controla, ve, domina e instrumenta a los hombres. Esta razón que incluso desarrolla las ciencias humanas, no para conocer al hombre, sino para conocerlo y dominarlo mejor. Las ciencias humanas no pretenden estudiar al hombre, lo quieren estudiar para conocerlo y dominarlo mejor. El poder tiene una capacidad enorme, tiene el poder de imponer la verdad. ¿Por qué es el poder el que impone la verdad? ¿Por qué tener todos los medios de comunicación en manos de un poder le permite a ese poder moldear las conciencias de los miembros de una sociedad?”.

Es decir, para Foucault no existe relación independiente de saber y poder, son partes de un mismo dispositivo por así decirlo. El saber produce poder y el poder genera saberes específicos. Un gobierno de estas características necesita anular las otras fuentes de saberes que podrían competirle al propio discurso oficial. Hoy, con un gobierno todavía en consolidación sin mayoría en ambas cámaras, sin gobernadores, ni intendentes y llegada al Poder Judicial, ataca con ajustes a las universidades e insultos a los periodistas. Esperemos que si logra consolidar su gobierno, no avance en un giro más autoritario. 

Sobreseimiento súper express

Mientras tanto, lo que ayer auguramos como un despertar del movimiento estudiantil, finalmente sucedió. Una oleada de tomas se sucedieron en 25 universidades a lo largo y ancho del país como no se veía hace años. 

Un ejemplo es la toma de humanidades y psicología de la Universidad Nacional de Mar del Plata, donde los estudiantes se reunieron para manifestarse en contra del desfinanciamiento. 

Hoy, en La Previa, pasamos fragmentos de tomas en distintas universidades y entrevistamos a varios rectores y docentes. Está pasando algo muy llamativo.

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El periodismo también es una fuente de conocimiento crítico y hoy puede cumplir una función fundamental en la promoción del debate y la defensa de la libertad de pensamiento y libre cruce de ideas. Tal vez sea esa la razón de porque el Presidente ataca al periodismo tanto como a la Universidad Pública. Esperemos que pueda rever su posición, que aprenda y no se siga sumando a la triste lista de aquellos que desde el Cardenal Belarmino, pasando por los inquisidores, militares y derechistas de todos los colores, han atentado contra el saber y el conocimiento.

Producción de texto e imágenes: Daniel Capalbo, Pablo Helman y Matías Rodríguez Ghrimoldi.

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