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MODO FONTEVECCHIA
El editorial de Jorge Fontevecchia

Día 291: La reforma que nunca llega

El Boletín Oficial publicó la reforma laboral que se votó con la aprobación de la Ley Bases. En un viaje en el tiempo, analizamos las distintas reformas del mercado del trabajo que nunca llegaron a concretarse en Argentina.

El Boletín Oficial publicó la reglamentación de la reforma laboral
El Boletín Oficial publicó la reglamentación de la reforma laboral | @federicosturzeneggerok

“Acá hubo otro intento fallido que fue una reforma más profunda que la que se está impulsando ahora, y que fue anunciada por decreto en su célebre DNU 70/23, que fue frenado en la justicia laboral. Hay intentos continuos que nunca se logran producir. Veremos si la Argentina puede modernizarse y adecuarse a las nuevas normas laborales y formas de trabajo que hay en todo el mundo”, sostuvo Jorge Fontevecchia en el editorial de Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio Amadeus (FM 91.1).

Luego de muchas discusiones y negociaciones con gremios y cámaras empresariales, el Boletín Oficial publicó hoy la reglamentación de lo que, pomposamente, llaman reforma laboral, que se votó con la aprobación de la Ley Bases. 

La CGT dijo que si bien hay puntos en los que seguirá reclamando, la nueva normativa contempló algunos de sus pedidos, fundamentalmente los que resguardaban el poder de sus organizaciones. 

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Las cámaras empresariales expresaron que si bien la reforma no es todo lo profunda que hubiesen querido, sí representa un paso adelante. ¿Cómo le caerá a los trabajadores? ¿Realmente servirá para que se generen más puestos de empleo? 

En resumidas cuentas, la reforma abarata los costos laborales de los empleadores, condona algunas deudas por cargas patronales adeudadas, vuelve más sencilla y económica la contratación y el despido. 

El Gobierno reglamentó la reforma laboral 

El Gobierno apuntó a tratar de terminar con lo que se llamó la industria del juicio, que construye la idea, según la cual, trabajadores y abogados laboralistas hacen un negocio litigando contra los empleadores. Esto, según palabras del secretario de Trabajo, Julio Cordero, afecta principalmente a las pequeñas empresas.  Afecta a todas, a las pequeñas empresas directamente las lleva a la quiebra.

La industria del juicio se apoya en el hecho de que el fuero laboral, en gran parte, está integrado por familiares, amigos o allegados de los laboralistas y los sindicatos. 

El mejor ejemplo de esta realidad lo encarnan las dos cabezas de un sector y de otro, como si fuesen los Montescos de un lado y los Capuletos del otro, dicho con todo respeto. En el caso de la familia del laboralista Héctor Recalde diputado, miembro del Consejo de Magistratura, su hijo Mariano presidió Aerolíneas donde los sindicatos son determinantes, preside el PJ porteño y también es senador, por un lado. Por el otro, la Unión Industrial Argentina, la mayor organización empresarial del país, eligió como presidente a un prestigioso abogado, pero abogado laboralista, Daniel Funes de Rioja, demostrando la importancia que tiene el costo de la conflictividad laboral en el proceso productivo. 

Podríamos decir que Recalde y Funes de Rioja son el ejemplo de cómo los fueros laborales cobraron importancia determinante en Argentina. Valdría decir que en Estados Unidos no hay fueros laborales y en Brasil no existieron hasta la reforma constitucional de 1988. 

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Vamos a hacer un repaso por la Argentina de las reformas intentadas que nunca se consumaron y dos casos que sí lo hicieron de España y Brasil. 

El pasado 4 de septiembre, el ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzennegger, argumentó en TN sobre un aspecto general de la nueva reforma laboral: “Si el sindicato y la patronal negocian algo que no es en beneficio del trabajador, el trabajador puede no sumarse. Es un acuerdo entre cúpulas, pero no es obligatorio para las partes, y eso logra que las cúpulas no puedan pensar en un arreglo que sea bueno para ellos”.

Lo que plantea Sturzenegger es bastante utópico, vamos a ver cómo funciona, y probablemente la baja de popularidad de muchos dirigentes sindicales tiene que ver con la percepción de que no se representan los intereses ni de uno ni de otros. 

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El primer intento de reforma laboral que apuntaba fundamentalmente a los sindicatos fue la Ley Mucci impulsada por el Gobierno de Raúl Alfonsín en 1984, que fracasó. Hubo varios intentos de reforma laboral, todos frustrados. El primero fue de Alfonsín, el segundo la Ley Banelco de De la Rúa y el tercero del mismo Javier Milei, cuando en el decreto 70/2023 promulgó una mucho más amplia que la que se aprobó en la Ley Bases, y que tampoco funcionó porque está trabado en la Justicia. 

Un fragmento histórico explica que el 14 de marzo de 1984, gracias a los dos votos del partido de los hermanos Sapag, el peronismo en la oposición obtendría su primer triunfo sobre el radicalismo en el gobierno. Por 24 a 22, era derrotado el proyecto de la Ley Mucci, si bien la amplia mayoría radical en Diputados había logrado la media sanción, en el Senado la relación de fuerzas siempre estuvo contra los radicales. En el momento de discutir el proyecto con media sanción, la conducción de la CGT había roto las negociaciones con el ministro de Trabajo. Moderados y combativos se unían ante el misil en forma de proyecto de ley que proponía el gobierno radical. En enero, ya habían conformado un secretariado colegiado entre Saúl Ubaldini, Osvaldo Borda, Jorge Triaca y Ramón Baldassini.

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Saúl Ubaldini sentado al lado de un joven dirigente sindical: Lula Da Silva. 

 

Es interesante que el intento de la Ley Mucci era limitar el poder de las cúpulas sindicales a las que se les atribuyó una complicidad con la dictadura militar. De hecho, Alfonsín ganó las elecciones del 83 hablando del pacto sindical militar, que fue categorizado con el concepto de Alfonsín del “Pacto sindical-militar”

 

Ahora avancemos a la Reforma Laboral que sí fue, la de Carlos Saúl Menem en 1997, en la que el Gobierno hizo todo lo posible para alcanzar un acuerdo con la CGT, a partir del cual el Gobierno promulgó decretos elaborados. Luego del anuncio de los tres decretos de flexibilización laboral que efectuó el Ejecutivo, las voces de protesta no se hicieron esperar. 

Es interesante ver cómo aquellos sindicalistas que hablaban en aquel momento son los mismos o son familiares de los mismos que hablan hoy. Estos cambios tenían un espíritu similar al actual, de flexibilización laboral, lo que generó un aumento de desocupación, casualmente por la política económica de Menem, que tiene algunos puntos de contacto con la actual. 

Ahora, vamos a analizar el escándalo de las coimas en el Senado. Volvemos a viajar en el tiempo hasta el año 2000, a la famosa Ley Banelco, con la que se dice que Fernando de la Rúa había “aprendido” de los dos senadores de la provincia de Neuquén que habían hecho caer la reforma laboral de Alfonsín, y decidió “bonificar” a los senadores para que votaran a favor. Los dirigentes sindicales explicaban la frase del gobierno, “para el Senado tengo la Banelco”, que se había usado para conseguir los votos en un Congreso mayoritariamente peronista. 

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Por otro lado, en Brasil, en el 2017, el gobierno de Michel Temer hizo una reforma laboral. Temer propuso una nueva forma de existir a los trabajadores para recuperar la confianza en los mercados, impulsada por las grandes empresas. Fue aprobada por 50 votos a favor, 26 en contra y 1 abstención. Según las encuestas, el 58% de los brasileños rechazaban la nueva ley, que da preeminencia a los acuerdos negociados por sector, o empresas por sobre la legislación vigente, dividir las vacaciones hasta en tres periodos, autoriza la jornada intermitente, determina el fin de la sindicalización obligatoria. Esta ley laboral, junto a la congelación del gasto público durante 20 años, promulgada el año anterior, y la reforma del régimen de jubilaciones, son los pilares en los que se asienta la reforma macroeconómica que impulsó Temer. Esto fue una reforma laboral incomparable con lo que pasó en Argentina. 

Otro caso parecido fue el de España, durante el gobierno socialista de Pedro Sánchez en el año 2021 hubo un cambio en la normativa laboral bastante más favorable a los trabajadores. 

Tras varios meses de negociaciones entre patronal, sindicatos y gobierno, se ha conseguido el consenso para sacar la ley que reguló el mercado del trabajo. Esta reforma lucha por reducir los contratos temporales, se ha intentado readaptar el panorama de contratación, luchar contra la precariedad salarial de las personas que antes tenían la prevalencia del convenio de empresa y busca que los trabajadores tengan una mayor fortaleza a la hora de negociar subidas salariales. Además, se recuperó un mecanismo de negociación muy potente para los trabajadores, en caso de conflicto, si no hay acuerdo, el convenio sigue.

Esta fue la última de tres reformas laborales de España, la primera fue en los años 90, que incluso fue utilizada en la Argentina por los sindicalistas llamándolos “contratos basura”, bautizando esa reforma, de tal forma, que parecía despreciable. 

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Acá hubo otro intento fallido que fue una reforma más profunda que la que se está impulsando ahora, y que fue anunciada por decreto en su célebre DNU 70/23, que fue frenado en la justicia laboral. Hay intentos continuos que nunca se logran producir, veremos si la Argentina puede modernizarse y adecuarse a las nuevas normas laborales y formas de trabajo que hay en todo el mundo.

VFT