Este sábado 23 de noviembre, cientos de personas se reunieron en el teatro El Picadero para leer “Cometierra”, la novela de Dolores Reyes que se repartió en bibliotecas escolares como parte del programa Identidad Bonaerense en provincia de Buenos Aires, y el Gobierno nacional busca prohibir. El evento reunió a escritores, artistas y lectores de diversas ideologías, unidos por la defensa de la libertad de expresión y el derecho a acceder a la cultura sin censura. "Estábamos allí para defender que no se prohíba este libro, que no lo saquen de las bibliotecas escolares, secundarias y de institutos docentes", señaló Claudia Piñeiro en Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio JAI (FM 96.3).
Claudia Piñeiro es escritora, guionista y dramaturga. Entre sus obras se destacan “Elena Sabe”, “El tiempo de las moscas” y “Las viudas de los jueves”, entre otros títulos populares.
Nos gustaría pedirte un balance de la actividad de lectura pública de Cometierra.
Realmente fue algo muy conmovedor, muy impactante. A veces cuesta decir "fue un acto político" porque se malinterpreta, como si "político" fuera sinónimo de "partidario". Allí había gente de distintos partidos. Yo no sé qué afiliación tenían los que estaban en el escenario o en el público, pero sí sé que fue un acto político en el sentido de una comunidad defendiendo algo. Estábamos allí para defender que no se prohíba este libro, que no lo saquen de las bibliotecas escolares, secundarias y de institutos docentes.
Fue muy emocionante, porque sentís que no estás solo, que hay algo colectivo para defender valores. En estos tiempos donde el discurso público se empieza a colonizar por "otra cultura" que quieren instalar, empezás a decir, ¿pero cómo, yo estoy sola en esto? y ahí. Esto te demuestra que no, que somos muchos los que seguimos defendiendo la cultura, la lectura y la libertad de leer sin censura.
¿Coincidís en que esto no fue solo por un libro? Más allá de la importancia que tiene, creo que es un símbolo de algo mayor, un ataque al pensamiento crítico y a la cultura.
Sí, por supuesto. Esto no es un embate solo contra un libro, de ninguna manera. Vos lo describiste muy bien, así que no lo repito, pero suscribo tus palabras. Lo que pasó es que el ensañamiento desde el Gobierno y la gente que acompaña, en redes y demás, fue contra un libro, básicamente, y contra su autora también.
También contra otras, porque hay una denuncia. Esto parte de una denuncia contra Sileoni, que es el ministro de Educación de la provincia de Buenos Aires, que autorizó la compra de este libro y muchos más para las bibliotecas de escuelas secundarias y de institutos docentes. Entonces, hay una causa judicial donde se nombran cuatro libros.
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Sí, y el ensañamiento es con Dolores Reyes, desde lo mediático y el discurso.
Milei repudió fragmentos de Cometierra, y la vicepresidenta puso en su Instagram dos párrafos que atribuyó a Cometierra erradamente, porque el primer párrafo es de Las aventuras de la China Iron. Pero en esta cosa de que a nadie le importa la información sino decir cosas que impacten, ella puso un párrafo de La China Iron, un párrafo de Cometierra, donde había palabras que uno puede considerar —o ellos pueden considerar— "malas palabras". Para mí no hay palabras malas ni obscenas.
Esto genera que aparezcan haters. Algunos quizás se horrorizan genuinamente, pero no hacen daño más allá de expresar su horror. Sin embargo, hay otros que empiezan a escribir barbaridades. Por ejemplo, publicaron la dirección donde trabaja Dolores Reyes, fotos de sus hijos, diciendo cosas como: "Hay que sacarle los hijos a esta mujer". Ella es madre de siete hijos y la acusaron de pedofilia y otras barbaridades absolutas. Todo esto recayó sobre el cuerpo y la figura de Dolores Reyes. Entonces, también nos parecía que la lectura de su obra era una forma de desagravio. Porque, si bien como vos decís, esto es algo general, la que soportó un embate brutal estas semanas fue ella. Por eso lo centramos en Dolores y también leímos párrafos de otros autores que han sido denunciados, para que no quedara abstracto, sino como una respuesta concreta contra la prohibición de leer. Contestar a la prohibición de leer leyendo.
¿Notás que las redes sociales no representan a los argentinos? Vos bien dijiste “descubrimos que no estamos solas”. Lo mismo te diría que ocurre en el periodismo, en la educación pública, en muchos espacios. Cuando fueron las marchas por la universidad, también quedó claro que hay una multitud en Argentina, probablemente igual o mayor que la que apoya estas actitudes.
Seguramente mayor, porque vos incluso podés estar de acuerdo con políticas económicas o con otro tipo de políticas, y estoy segura que muchas de las personas que están de acuerdo con eso no están de acuerdo con lo que está pasando en la cultura y la educación.
Entonces, cuando te dicen: "Bueno, somos mayoría", sí, son mayoría los que votaron en un balotaje donde había dos candidatos después de irse eliminando otras opciones. Pero eso no quiere decir que esos que votaron están todos de acuerdo con que pase lo que está pasando con los libros y con otras cosas de la cultura. Eso no tengo dudas. Lo que pasa es que desde el lado de esta "nueva cultura" que quieren instalar, tienen muchas herramientas para copar el discurso público: equipos en redes sociales, muchos periodistas entrevistando a personas que quieren instalar esto. Se genera una situación en que esas son las voces que se están escuchando hoy.
Entonces, esas voces se están escuchando hoy. La gente escucha esas voces y empezás a sentir: "Ah, pero entonces nos estamos corriendo hasta ese lado, yo quizás estoy equivocada”. Eso es lo que puede pensar una persona, te digo, inocentemente. Las otras voces son menos escuchadas.
Fíjate, por ejemplo, Infobae, que es un medio que siempre ha cubierto todos los eventos, de todo lo que se te ocurra, no puso una palabra sobre el evento del sábado. Ni una palabra. Es rarísimo que Infobae no informe sobre eso. Es muy raro. Y como eso, te podría decir otras cosas.
Me llama la atención cómo se va tomando el discurso público por determinados actores que no representan a la mayoría. Pero es lógico que si vos escuchás siempre ese discurso, en algún momento empezás a dudar de tu propia percepción. A menos que hagamos estas acciones, que demuestran que no estamos solos, que somos muchos.
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Exactamente. Siempre pienso en ese ensayo maravilloso de la Pirámide del Silencio de la politóloga Noelle-Neumann. Ella explicaba claramente cómo intervenían en los focus groups con un activista del pensamiento que cree que no está en coincidencia con lo que opinan los demás. La primera necesidad de los seres humanos es tener aprobación y todo el mundo teme al rechazo. Es absolutamente así. La repetición de un determinado discurso produce un efecto, lo que ella llamaba el "carro del ganador". Así que, la única manera de contribuir para que eso no se produzca es tratar de colocar el discurso que cada uno crea que completa esa realidad, ¿no?
Tenemos una pelea desigual en ese sentido, porque nosotros esto que hicimos, por ejemplo, lo hicimos con un esfuerzo extraordinario de todas las escritoras y los escritores que participaron de esto.
Nosotros contestamos los mails de los que nos pedían ir al teatro, nosotros hicimos los flyers, distribuimos los párrafos. Nosotros hicimos de director de teatro sobre el escenario. Pedimos el teatro Picadero prestado, porque no tenemos plata. Pedimos que si Random podía filmar con una cámara, porque no teníamos plata para hacerlo. Pedimos prestado una pantalla de video para poder proyectar afuera, para la gente que no entraba al teatro, porque se llenó y superó la capacidad. Todo eso fue un esfuerzo sobrehumano para poder llevar adelante la actividad. Del otro lado hay un ejército de personas, muchas de ellas pagas.
No estamos en igualdad de condiciones para tomar el discurso público. También con el tema de la independencia de los medios. Si los medios dejan de ser independientes, sonamos.
Yo repito siempre, dentro del pesimismo que hay en el periodismo frente a situaciones similares, la frase de Nietzsche: "Lo que no te mata, te fortalece". Y digo que al revés: hay una oportunidad bien grande para el periodismo y para la cultura, de demostrarle a la sociedad la importancia que tienen. De recuperar, incluso en algunos casos, la relación con la sociedad. Creo que esto va a alentar a más periodistas a comprometerse más decididamente con su profesión y a más audiencia a acompañarlos, apoyarlos y seguirlos, y creo que lo mismo va a pasar con la cultura. La fuerza del opuesto logra el opuesto. Creo que vale trabajar con esta meta, que esto que ustedes hacen sirve, es útil y va a ser transformador.
A veces no es el periodista, sino que ese periodista tiene un trabajo en un medio que no le permite decir determinada cosa, y eso también es complicado. Yo lo entiendo. No es lo mismo si sabes que te dijeron: "De esto no se puede hablar", y tenés ese trabajo, una familia, y tenés que pagar la obra social y demás. Yo entiendo que te tengas que cuidar, no dejo de entenderlo. Pero me duele que esté pasando eso.
Pero incluso dentro de las redacciones, cualquiera sea la línea editorial del medio, existe lo que podríamos llamar un "clima de época". Había cosas que se podían decir en los medios hace 20 años que hoy son intolerables.
Vos sabés que siempre me acuerdo que, en un momento, yo trabajaba para Editores Asociados, una editorial de Óscar Blotta. Me acuerdo que leíamos distintas revistas para hacer las notas, y en ese momento leí una nota, no me acuerdo si era de Gente. Una nota sobre Astiz. Si la leías en segundo plano, era tan graciosa. Estaban hablando bien de Astiz, pero en realidad estaban hablando mal de él. Tenías que tener sutileza para entenderlo.
Siempre me acuerdo de que había una frase que decía: "Es el candidato perfecto que cualquier madre querría para novio de su hija". Yo empecé a reírme a carcajadas, porque dije: "Claro, este periodista se la arregló para poder decir algo dentro de la nota que la línea editorial o las circunstancias políticas del país no te permiten".
Creo que hay cuestiones en las redacciones que no son solo de arriba para abajo, sino también de abajo para arriba, que es la ventana de Overton. O sea, hay cosas que se van corriendo, cosas que antes eran posibles decir, y luego resultan imposibles de decir. Es decir, hay algo que se construye también en las redacciones, de abajo hacia arriba, que modifica el discurso y hace imposible que el dueño del medio lleve adelante determinados discursos, aunque los piense. Por ejemplo, el tema de la dictadura. Son temas que hacen imposible seguir diciendo las mismas cosas de antes. Las personas tienen que reprimir sus pensamientos porque no coinciden con los de la mayoría. Está claro que estamos en una batalla cultural, en la que se aspira a mover la ventana de Overton definitivamente. Bueno, los intelectuales, desde la posición que cada uno ocupa, tenemos que luchar para que eso no sea así. Así que agradecemos enormemente, Claudia, tu activismo y el de todos los escritores. Un beso grande a ustedes. Muchas gracias.
Muchas gracias por el llamado.
FM